Boletín UNAM-DGCS-503
Ciudad Universitaria
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final del boletín
CONSIDERAN A GRAFITEROS ARTISTAS, DELINCUENTES O VÍCTIMAS DE LA SOCIEDAD
·
Aseguró María Araceli Toscano Aguiar, de la
ENTS, y agregó que se trata de una forma en que los jóvenes expresan un estado de
ánimo o punto de vista sobre su situación
·
Con esta actividad, los muchachos buscan
ingresar a bandas o Srews
Los
grafiteros pueden ser considerados artistas, delincuentes o víctimas, según las
circunstancias, pues utilizan esta forma de expresión para manifestar en forma
abierta su estado de ánimo o punto de vista sobre cualquier aspecto social,
económico o político.
Así
lo consideró María Araceli Toscano Aguiar, profesora de la Escuela Nacional de
Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, quien precisó que esta actividad es anónima,
pues sus realizadores firman con apodo y sólo la banda a la que pertenecen o
los grupos contrarios los conoce.
Al
referirse a una investigación que desarrolló en torno al tema, la especialista
subrayó que el mayor reto de estos jóvenes es no ser sorprendidos durante la
elaboración del graffiti, denominada por ellos “rifarse el físico”, pues entre
mayor peligro implique más respeto adquirirán. De ahí que por lo regular son
menores de 18 años, cuando todavía no pueden ser considerados delincuentes.
Los
grupos dedicados a esta peculiar forma de arte, abundó, se llaman Srews,
término del inglés norteamericano para designar a los equipos. Para ser
aceptados los candidatos deben pasar por una serie de pruebas como plasmar
grafías en lugares de difícil acceso.
Así,
entre más riesgo se corra o se repita el mayor número de veces, con la firma o
“placa” de su autor, se tiene mayor posibilidad de ingresar a una comunidad.
Ser reconocidos por ella es un factor fundamental; incluso da estatus, expuso.
Este
lenguaje puede ser considerado como artístico o vandálico, legal e ilegal,
sostuvo Toscano Aguiar. Delictivo cuando se efectúa en superficies privadas,
sin permiso previo, pues se cae en daño en propiedad ajena. Ejemplo de ello son
las pinturas en bardas, baños, vagones del Metro y transportes públicos, entre
otros.
Detalló
que se trata de una actividad estética porque incluye formas, figuras, colores
y contenidos, a pesar de que, en general, su creador no tiene ninguna
preparación en este sentido.
Por
lo regular, especificó, para elaborar murales se debe solicitar autorización
pues son trazados que requieren mayor tiempo. Pese a ello, a los Srews les
atraen las “pintas” furtivas, como pintar en el Metro, pues su obra tendrá un
mayor público y cruzará toda la ciudad. Eso hace popular al autor, reconocido
por su seudónimo. Además, desafiará a la autoridad y supondrá de todas sus
habilidades para no ser aprendidos por la policía.
También
pueden ser víctimas, reflexionó, porque les sirve para fugarse de la crisis
actual, de su falta de estudios y de oportunidades de empleo. Consideran que la
colectividad les daña y así lo expresan. Los más agresivos son los estudiantes,
mientras que los de ocio son los menos instruidos y no expresan problemas
sociales.
Pintas,
rayas, graffiti, murales son sinónimos para los muchachos, expresó, pero hay
diferencias en sus dimensiones, colores y formas, en la leyenda o mensajes, que
abarcan aspectos de inconformidad con el acontecer diario. Su ideología es golpear
a la sociedad que también los afecta.
Toscano
Aguiar informó que este fenómeno se presenta con mayor auge en el Distrito
Federal y, sobre todo, en la zona conurbada; por lo regular quienes actúan en
ese perímetro provienen de la Ciudad de México.
En
términos legales, agregó, pintar sin permiso en lugares públicos o privados es
una falta administrativa, por ser un perjuicio contra la sociedad, estipulado
en el artículo 239 del Capítulo Octavo del Código Penal.
Ahí
se asienta que quien destruya o deteriore un bien ajeno o propio se le
impondrán de 20 a 60 días de multa cuando el valor de lo dañado no exceda 20
veces el salario mínimo o no sea posible determinar su valor; prisión de seis
meses a dos años y de 60 a 150 días de sanción cuando el monto del deterioro
sea más que 20 pero no arriba de 300 jornadas diarias; cárcel de dos a cuatro
años y de 150 a 400 días de multa, cuando lo dañado supere los 300, pero no 750
veces el minisalario, y de cuatro a diez años de prisión y de 400 a 600 días de
correctivo, cuando el desperfecto exceda 750 veces el salario mínimo.
Luego
de una investigación realizada entre estudiantes, y vecinos de la colonia
Pedregal de Carrasco, la especialista aseveró que el graffiti no terminará
mientras los jóvenes no sean escuchados. Necesitan espacios públicos para ser
tomados en cuenta.
María
Araceli Toscano señaló que este arte surgió en Estados Unidos en la década de
los sesenta y se le consideró una manifestación cultural. Tuvo mayor auge en los vagones del Metro de
Nueva York, lo que provocó una imagen desagradable a la sociedad. Ello propició
que se tomaran medidas extremas para eliminarla, aunque sin resultados.
En la misma década surgió en México por influencia de
la frontera norte, pero aquí se pintaban las bardas. Esto produce el mismo
efecto negativo entre los pobladores, porque no se pedía permiso y se tomaba
como expresión de los llamados “chavos banda”.
Sin
embargo, diversos sectores de la sociedad reivindicaron estas manifestaciones
como artísticas, dado que lo molesto no eran las obras, sino el carecer de
autorización. En la actualidad, algunos grafiteros solicitan permiso a los
dueños de bardas y espacios para elaborar sus murales, ya sea en inmuebles
públicos o privados.
Por
último, recordó que la primera “pinta” de que se tiene conocimiento en México
fue en la casa de Hernán Cortés, donde los habitantes reclamaban la forma como
llevaba el gobierno y el maltrato a los indígenas. El conquistador solucionó
este problema con consignas como “paredes blancas, papel de necios”.
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FOTO 01
Los jóvenes
grafiteros pueden ser considerados artistas, delincuentes o víctimas, de
acuerdo con la circunstancia en que pinten sus obras, aseguró María Araceli
Toscano Aguiar, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
FOTO 02
La profesora
universitaria María Araceli Toscano Aguiar dijo que mediante el graffiti los
jóvenes expresan su estado de ánimo o punto de vista sobre la situación
económica, social o política que viven.