Boletín UNAM-DGCS-502
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
INVESTIGAN EN LA UNAM EFECTOS DEL VIENTO
·
Con el Túnel de Viento, instrumento que
ayuda a mejorar el diseño estructural de las construcciones
·
Contribuye a proteger a la población y busca
reducir las pérdidas por 50 mil millones de pesos anuales que ocasionan estos
fenómenos naturales
· Fue construido en 1966 para realizar las pruebas de resistencia en instalaciones sedes de la Olimpiada de 1968
Proteger a
la población del país y disminuir los daños por 50 mil millones de pesos
anuales producidos por los vientos y las turbulencias marinas, son objetivos
fundamentales del más grande y sofisticado laboratorio de Latinoamérica para
medir las ráfagas aéreas en modelos de estructuras, operado por el Instituto de
Ingeniería (II) de la UNAM.
Se trata
del Túnel de Viento, un instrumento que ayuda a proyectar el diseño más
adecuado de las construcciones que son sometidas a la presión de esas
corrientes. Está adscrito a la Coordinación de Estructuras y Materiales y se
localiza en el sótano de la Torre de Ingeniería de esta casa de estudios.
En
ese espacio se trabaja para obtener información de las edificaciones bajo
distintas magnitudes de aire y se siguen los estándares internacionales
establecidos para este tipo de pruebas, informó el profesor emérito Neftalí
Rodríguez Cuevas, responsable de este centro de investigación.
En
la actualidad se realizan estudios sobre la influencia y efectos de las
perturbaciones de aire en la publicidad externa. “La razón es que tras el paso
del último ciclón en la península de Yucatán, todos los anuncios espectaculares
de las gasolineras de Petróleos Mexicanos fueron destruidos por el viento”,
indicó.
El Túnel de Viento de la UNAM, afirmó, es el más
grande de Latinoamérica y presenta características que han permitido comprobar
la resistencia de diversos tipos de construcciones.
Se han
probado, por ejemplo, edificios en Nueva Zelanda y las compuertas de la presa
La Angostura, al reproducir los efectos
de las corrientes como si fueran emanaciones de aguas turbulentas.
Recordó
que fue construido en 1966 para realizar pruebas de resistencia en las
instalaciones sede de la Olimpiada de 1968. El Palacio de los Deportes, la
Alberca Olímpica y la Sala de Esgrima fueron previamente revisados con esta
herramienta por especialistas universitarios, agregó.
Los
más de 30 años que estas construcciones han soportado las corrientes de viento
comprueban la eficiencia de esos controles y demuestran, una vez más, que la
Universidad Nacional tiene estructuras de primer nivel y está en condiciones
para continuar con la verificación de esa fuerza en materiales de todo tipo,
expresó.
En
un inicio –agregó Rodríguez Cuevas– “el laboratorio tenía un sistema de
medición relativamente simple, no automatizado. A partir de 1990 se mejoró el
equipo del túnel y se estableció la posibilidad de generar turbulencias
controladas, así como fijar, con toda certidumbre, los niveles de velocidad”.
Este
espacio, con características de flujo laminar o tubular, cuenta en la
actualidad con una serie de sensores piezorresistentes para medir las presiones
en intervalos de hasta una milésima de segundo. Está provisto de acelerómetros
piezoeléctricos que determinan las aceleraciones en modelos instrumentados para
estudios de aeroelasticidad, señaló.
Su
sistema electrónico de alta velocidad de registro de datos permite procesar
instantáneamente las señales y obtener información de las presiones hasta en 64
puntos de medición. Además, añadió, con cuatro computadoras para esta tarea se
establece la respuesta de la estructura ante la acción del viento.
El
profesor Neftalí Rodríguez Cuevas comentó que para producir vendavales con
características especiales predeterminadas, se utiliza un inversor eléctrico
controlado mediante un programa de cómputo, donde se puede cambiar la velocidad
de las ráfagas en la sección de prueba.
Esta
última es rectangular y puede realizar exámenes con modelos de hasta 80
centímetros de altura por 40 de ancho; la velocidad máxima que se alcanza es de
150 kilómetros por hora, abundó.
El
laboratorio, dijo, dispone de un taller mecánico donde se fabrican los modelos
a escala y de una biblioteca con información referente a pruebas de prototipos
sometidos a este tipo de acciones. “No conozco fenómenos más interesantes que
el cambio de las características del movimiento de las partículas del aíre, que
con modificaciones aparentemente insignificantes en humedad y temperatura, se
altera radicalmente”, concluyó.
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Foto 01
El Instituto de
Ingeniería de la UNAM cuenta con el más grande laboratorio de toda
Latinoamérica para medir los efectos del viento, comentó el profesor emérito
Neftalí Rodríguez Cuevas.
Foto 02
El Túnel de
Viento de la UNAM maneja programas para obtener información de las estructuras
ante la acción del viento, señaló Neftalí Rodríguez Cuevas, responsable de este
espacio de investigación.
Foto 03
El Túnel del Viento, adscrito a la Coordinación de Estructuras y
Materiales, localizado en el sótano de la Torre de Ingeniería de la UNAM, fue
construido en 1966, informó Neftalí Rodríguez Cuevas.