Boletín UNAM-DGCS-500
Ciudad Universitaria
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final del boletín
LA
DESERTIFICACIÓN AFECTA LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS EN MÉXICO
·
Sobre todo avanza en las regiones
consideradas como los graneros de nuestro país: la Comarca Lagunera y el Bajío,
reconocieron investigadores universitarios
·
El aumento de las zonas áridas demostrará,
en los próximos años, que se puede vivir con una actitud mucho más austera y
respetuosa con el hábitat
·
Rafael Pérez, Alejandro Terrazas y Hernán
Salas trabajan en el proyecto Antropología del desierto: medio ambiente y
cultura en el Noroeste de México y sudoeste de EU
La
desertificación en México avanza a pasos agigantados, sobre todo en las
regiones consideradas como los graneros del país, como son la Comarca Lagunera
y el Bajío, de las cuales depende la producción de alimentos, reconocieron
integrantes del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Rafael
Pérez Taylor, Alejandro Terrazas y Hernán Salas trabajan en el proyecto de
investigación Antropología del desierto: medio ambiente y cultura en el
Noroeste de México y sudoeste de Estados Unidos, con apoyo de la Dirección
General de Asuntos del Personal Académico, a través del Programa de Apoyo a
Proyectos de Innovación Tecnológica (PAPIT).
Alejandro
Terrazas señaló que en los próximos años los lugares áridos demostrarán que se
puede vivir sin el derroche y el consumo, con una actitud mucho más austera y
respetuosa con el medio ambiente.
Reconoció
que el principal problema de la destrucción ecológica que padece este hábitat
se da por la minería, por lo que se requerirá analizar su evolución en los
próximos años.
Por su parte,
Hernán Salas dijo que la cultura de estos espacios está basada en el agua,
recurso central para la vida, que define y determina que algunas partes del
planeta se deshabiten. Por ello, su futuro no puede verse desligado del resto
de los ecosistemas.
Comentó
que la situación que vive se debe relacionar con la economía política, pues se
habita bajo un modelo de desarrollo que fomenta la explotación y agotamiento,
lo que cada vez hará más difícil la adaptación de ciertas especies, incluyendo
la humana.
En
ese sentido, académicos e investigadores pueden prevenir y alertar sobre estos
procesos históricos. Hace miles de años el paisaje del noroeste era distinto,
había ríos, lagunas y muchos animales alimentándose; ahora con dificultad
sobrevive una liebre. Por ello deben buscarse alternativas.
Por
su parte, Rafael Pérez Taylor reconoció que esta zona es de suma importancia
para nuestro país, ya que ocupa una gran extensión y contiene diversos grupos
de flora y fauna. En los próximos años continuará extendiéndose, sobre todo por
la falta de afluentes potables. De hecho, la ciudad de Hermosillo, Sonora, ya
presenta fuertes problemas por el líquido, por lo que se piensa desalinizar el
agua del mar.
Según
datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, para el
2003 casi la totalidad del millón 964 mil 374 km2 con que cuenta México fue
afectada por algún tipo de desertificación. Las entidades más alteradas son
Chihuahua, Sonora, Coahuila, Coahuila de Zaragoza y Oaxaca. De ella, el 36.2
por ciento fue severa, y el 32.8, muy severa.
El
28 por ciento del territorio estaba considerado como seco, y 20.8 muy seco, con
temperaturas medias de 18 a más de 26 grados centígrados.
Asimismo,
el 64 por ciento de la masa continental del país fue perjudicada por algún tipo
de degradación de suelo, siendo la principal la erosión hídrica que produjo la
pérdida de capa superficial, deformación del terreno y sedimentaciones.
Alejandro
Terrazas sostuvo que el desierto también registra importantes modificaciones a
causa del cambio climático. Se pasó de un ecosistema relativamente predecible a
uno donde las lluvias no llegan en la época acostumbrada. Ello transforma el
régimen de floración, producción de frutas y de pasto para el ganado. Si bien
los habitantes de ese medio todavía no perciben esa situación como
catastrófica, ya es visible.
Pérez
Taylor opinó que los climas no son estables. Suele verse a los parajes yermos
como lugares donde nunca pasa nada, pero la vida ahí se volvió impredecible por
la variación ambiental. Incluso avanza hacia el sur del país.
Terrazas
dijo que el proyecto de investigación no se estructuró como una búsqueda del
material más antiguo o importante, o que cambie todas las visiones. Lo que se
puede considerar como hallazgo es contextualizado en un discurso mayor.
Reveló
que quizá han encontrado los sitios arqueológicos más antiguos de México. No
obstante, lo más importante es que forman parte de la historia de emigración de
las primeras colectividades humanas por el continente, de una vía de ingreso
sobre la que antes sólo se especulaba, pero no se podía demostrar.
Hernán
Salas indicó que otro punto es el darse cuenta de la trascendencia del norte de
la república como objeto de estudio, y hacer una lectura científica de lo que
ahí ocurre, pues ha habido mayor interés en el centro y sureste que en esos
estados del país, que quedaron a merced de los académicos estadounidenses en un
principio.
“Con
este proyecto se contribuyó a voltear la vista a esa región, abandonar la idea
de que el desierto está vacío y, por lo tanto, no hay nada que estudiar”,
argumentó.
Por
el contrario, añadió, “en él pueden estar las claves de muchos comportamientos
humanos y sociales para entender cómo se van adaptando las poblaciones a un
medio más complejo que el del centro o el sur”.
Pérez
Taylor destacó la importancia de que el IIA se dedique a estudiar los
territorios norteños, con
“investigación antropológica de corte transdisciplinar, con lo que se puede dar
cuenta de las diferentes realidades que ahí se viven”.
Además,
se busca un seguimiento desde el pasado remoto, y poder incursionar en una
historia que no está hecha. Hay trabajos parciales y cortos. Existen culturas
locales que han formado su vida en suelo estéril, donde han dejado evidencia de
su paso.
Refirió
que el planeta se encuentra inmerso en un profundo proceso de desertificación.
Se encontró que desde hace miles de años hay grupos que lograron pervivir en
condiciones agresivas para la vida.
Los
investigadores comenzaron por estudiar los grupos étnicos del norte de Sonora,
Pápagos y Pimas, y en virtud de la riqueza del ecosistema ampliaron su radio de
trabajo, explicó Pérez Taylor.
Se
plantearon que el proyecto debía ser de larga duración y ver el poblamiento
temprano, medio ambiente, ecosistemas y organización social de todos los
moradores de la región. Además de las manifestaciones rupestres existentes.
Alejandro
Terrazas apuntó que desde la primera visita que hicieron al lugar encontraron
muchas evidencias arqueológicas que se remontaban a por lo menos 10 mil años.
De inmediato se dieron cuenta de la riqueza de restos prehistóricos, más los
prehispánicos, coloniales, del México independiente y actuales.
En
esta actividad no sólo se conjuntaron la antropología física con la social y la
arqueología para compartir presupuesto, territorio y trabajo. Se logró un
enfoque transdisciplinario, y la información obtenida por cada especialista
enriquece el trabajo de los demás y aporta nuevas preguntas, interpretaciones y
discursos.
La
región de estudio abarca el noroeste de Sonora, desde San Luis Río Colorado
hasta el municipio de Altar, hacia el sur.
Por
lo general se cree que sus habitantes eran nómadas que no edificaron
construcciones, pues vivían desplazándose de un lugar a otro. Pero muchos de
ellos modificaron los cerros y construyeron terrazas. Invirtieron tanto
esfuerzo en ello como el empleado en Mesoamérica para levantar una pirámide.
Poseían
una organizada capacidad de trabajo. Al mismo tiempo eran cazadores
recolectores, nómadas, semisedentarios y
agricultores. Hay en ello una riqueza y una complejidad de
comportamientos sociales que la teoría tradicional no puede explicar. Por ello,
se necesitan reelaborar los conocimientos sobre estas comunidades, concluyó
Terrazas Mata.
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FOTO 01
Miembros del IIA
de la UNAM aseguraron que el desierto registra importantes modificaciones por
el cambio climático. Se pasó de un ecosistema predecible por su clima a uno
donde las lluvias no llegan en la época acostumbrada.
FOTO 02
Rafael Pérez
Taylor, Alejandro Terrazas y Hernán Salas aseguraron que el desierto es de suma
importancia para nuestro país ya que ocupa una gran parte del territorio,
además de las poblaciones y especies que viven en él.