Boletín UNAM-DGCS-499
Ciudad Universitaria
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final del boletín
DISMINUYE EN
MÉXICO LA DESNUTRICIÓN INFANTIL
·
Pero su afectación en el crecimiento aún
constituye un importante problema de salud, informó Alejandra Sánchez,
académica de la FM de la UNAM
·
El 28 por ciento de los niños mexicanos
padece retardo en su talla, pero sin ninguna repercusión en su estado
nutricional, indicó
· Cuando es grave surgen carencias vitamínicas y una mayor predisposición a padecer enfermedades infecciosas que podrían ocasionar la muerte, destacó
La desnutrición infantil en México ha disminuido en
forma considerable; sin embargo, los casos que persisten afectan al crecimiento
de los menores y aún constituye un
importante problema de salud, afirmó Alejandra Consuelo Sánchez, profesora del
Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Lo
ideal, abundó, sería que en el país no hubiera un solo niño mal alimentado. De
acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999, editada por el Instituto
Nacional de Salud Pública, había en la república 4 millones 480 mil 100 menores
de cinco años con alguna carencia en su ingesta, de los cuales 800 mil
presentaban alto riesgo.
Aunque
en los últimos años esta cifra ha descendido en un 2 por ciento, el desmedro o
retardo en la talla continúa como una rémora, pues todavía un 28 por ciento de
infantes lo padece, pero ya sin perjudicar su estado nutricio, indicó.
La
especialista en gastroenterología pediátrica recordó que de acuerdo con la
Secretaría de Salud, este problema es la undécima causa de muerte en el
territorio.
En
ese sentido, añadió, los estados del norte tienen mucho menos repercusión que
los del sur. Guerrero, Yucatán, Puebla, Oaxaca y Chiapas presentan una
prevalencia moderada, mientras que en Tamaulipas, Sinaloa, Jalisco, Durango,
Coahuila, Baja California y Sonora es inferior al 8 por ciento.
Explicó
que la desnutrición trae como consecuencia una falta de aporte energético:
“Cuando es aguda sólo influye en el peso; pero si es crónica, entonces también
interviene en la talla”. Si bien una estatura baja puede ser consecuencia de
diversos procesos o enfermedades, su causa más común es la carencia de
sustancias elementales en los momentos iniciales de la existencia, enfatizó.
Normalmente, dijo, los médicos tienen parámetros para
tasar esa situación en los niños. En términos generales, se hace una
correlación entre peso, edad y talla. El vínculo entre los dos primeros se
utiliza en el primer año de vida; después se hace entre peso y talla, para
determinar si hay un crecimiento irregular.
Así,
ejemplificó, los pacientes con cardiopatías congénitas, enfermedades renales,
hepáticas o pulmonares crónicas o cáncer, tienen dificultades para ganar altura
porque su metabolismo se encuentra incrementado, tienen mayor requerimiento
energético o su mismo padecimiento les dificulta la alimentación.
En
otro caso, los menores con daño neurológico, tumor o asfixia perinatal
presentan dificultad para comer debido a que su mecanismo de deglución se
encuentra inmaduro o poco desarrollado, abundó.
En
términos generales, precisó, el organismo del desnutrido busca el equilibrio y
se adapta para vivir con los mínimos nutrientes. Por ello, hará sacrificio en
sus funciones, como el metabolismo, por lo que la actividad física disminuirá y
presentará sueño, irritabilidad, mala relación con el medio ambiente y bajo
aprovechamiento escolar.
No
obstante, cuando esta situación se agrava surgen carencias vitamínicas y una
mayor predisposición a sufrir enfermedades infecciosas que, incluso, podrían
ocasionar la muerte, destacó.
Lo
primero que hace un médico con un sujeto con estas características, acotó, es
identificar la causa e implementar medidas terapéuticas específicas, como
prescribir una dieta acorde con sus requerimientos, que deberá ser suficiente
en aporte calórico, balanceada y adecuada a las condiciones particulares de
peso, edad y talla.
La
mejor prevención, recomendó, consiste en educar a la madre desde el embarazo,
para que lleve una buena alimentación y así sus hijos nazcan bien nutridos,
destacó.
Además,
es necesario dar a los menores un seguimiento pediátrico. “Se recomienda que la
vigilancia al crecimiento sea mensual en el primer año de vida. Después de este
periodo debe darse cada tres meses”, precisó.
Dicha
instrucción implica conocer perfectamente lo que debe y no debe de comer un
niño, ayudar a eliminar los malos hábitos y, por lo tanto, la inadecuada
ingesta de nutrientes, concluyó.
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FOTO 01
Cuando la desnutrición es grave,
surgen carencias vitamínicas y una mayor predisposición a padecer enfermedades
infecciosas que podrían ocasionar la muerte, destacó Alejandra Sánchez,
profesora del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.
FOTO 02
El 28 por ciento de los niños mexicanos padecen retardo en el crecimiento, indicó la profesora Alejandra Sánchez, del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM