Boletín UNAM-DGCS-482
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CONSTRUIR
ACUERDOS, SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS NACIONALES
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Indicó Armando Labra Manjarrez, secretario
Técnico del Consejo de Planeación de esta casa de Estudios
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Deben cerrarse las brechas de desigualdad
que caracterizan a Latinoamérica y, desde luego, a México, refirió
·
La anterior rebasa el ámbito nacional, para
ubicarse como parte de la negociación política y económica que define nuestra
posición en el continente americano
Para superar el estancamiento
de la economía y la indeterminación de los procesos políticos que se viven en
nuestro país, se debe “materializar el acuerdo entre los mexicanos” y modificar
“lo que otros han decidido por nosotros”. “Hoy nos corresponde asumir nuestro
destino”, señaló Armando Labra Manjarrez, secretario Técnico del Consejo de
Planeación de esta casa de estudios.
Lo anterior, abundó, implica
construir un “Consenso de México”, similar al norteamericano; una tarea difícil
de instrumentar porque rebasa incluso el ámbito nacional, para ubicarse como
parte de la negociación política y económica que define nuestra posición en el
continente americano.
A mediados de 1989, explicó,
surgió en Estados Unidos el llamado “Consenso de Washington”, que originó en
nuestro país medidas predominantemente económicas y, posteriormente, de
carácter político, jurídico y cultural.
En principio, dijo, deben
cerrarse las brechas de desigualdad que caracterizan a Latinoamérica y, desde
luego, a México. No sólo por razones éticas o morales. La forma de sostener el
crecimiento, avanzar en el desarrollo y asegurar la estabilidad y
gobernabilidad se finca en construir una sociedad sin mayorías miserables ni
minorías ofensivamente opulentas.
Labra Manjarrez agregó que la
lucha contra estos flagelos podría iniciar en cuatro grandes planos. En primer
lugar, se requiere superar el antagonismo entre Estado y mercado, para
armonizar los esfuerzos conjuntos y asegurar el progreso. Ello implica ampliar
el espectro de la política económica a fin de incorporar empleos permanentes,
productivos, bien remunerados y dignos.
Segundo, jerarquizar la
asignación de recursos públicos para fijar prioridades; afianzar los derechos
sociales y restaurar e integrar las disposiciones industriales y agropecuarias
como eje de la manufactura, exportación y servicios, para equilibrar las
medidas proteccionistas de los socios comerciales y asegurar la existencia
competitiva de las empresas nacionales.
Tercero, desplegar una nueva
hacienda pública redistributiva, para sustentar las acciones anticíclicas que
mantengan el ritmo de crecimiento en los mercados interno y externo, indicó
durante la conferencia Para construir el consenso de México. Reformar las
reformas.
Por último, reorientar el
funcionamiento del sistema bancario y del Banco Central, abatir la especulación
y el rentismo, que explican en buena medida tanto el estancamiento productivo,
como el aumento alarmante de los niveles de desempleo y subempleo, expresó en
la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Atacar la desigualdad,
prosiguió, demanda ampliar el gasto social como derecho irrenunciable y como no
programable en el gobierno federal. Mientras la política económica genere
pobreza será insuficiente la directriz social, por ello se propone superar los
enfoques dadivosos y explorar nuevas medidas.
Entre ellas, desfocalizar los
programas oficiales de combate a la pobreza, ampliar su cobertura, vincular las
acciones gubernamentales a la producción sistematizada de los beneficiarios, y
superar las acciones individualizadas.
Además, convocar y cohesionar
a las comunidades desfavorecidas para definir conjuntamente la naturaleza de
sus problemas y sobre todo, sus soluciones y aportes; desplegar una política
hacendaria redistributiva a través del gasto y desconcentradora del ingreso y
la riqueza por la vía tributaria, así como por el uso adecuado de la deuda y el
crédito públicos.
Pero, sostuvo, no es
suficiente ni recomendable que sólo el gobierno promueva el esfuerzo. Es
menester involucrar a la sociedad organizada y
compartir la tarea. Corresponde a la administración prohijar los
procesos democráticos, animar la participación común y comprometida, no la
individual diseminada.
La población debe asumir
compromisos a través de organizaciones que respondan a la apetencia política e
ideológica; de partidos políticos que construyan ofertas diferenciadas,
proyectos colectivos asentados en definiciones doctrinarias, liderazgos y
disciplinas militantes coherentes y claras; y de asociaciones políticas que, a
diferencia de instituciones partidistas, buscan ejercer e influir en el poder,
así como ofrecer una opción a la ciudadanía que, en efecto, asegure el logro de
reivindicaciones sociales específicas o generales.
Ello, finalizó, no significa
cerrarse a los procesos globales, pero sí considerar que no son un fin en sí
mismo y que, como país en desarrollo, debe involucrarse en sus propios
términos, no en los establecidos por los mercados internacionales, las
instancias multilaterales o los consensos ajenos. En ese horizonte de reflexión
se debería analizar “qué tan globalizada está en realidad la economía”.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Armando Labra y Julio Zamora en la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, donde el primero dictó la
conferencia “Para construir el consenso de México. Reformar las reformas”.
Foto 2
Armando Labra, secretario Técnico del Consejo de Planeación de la UNAM, dijo que para superar el estancamiento económico y político que vive la nación, deben construirse consensos entre los mexicanos.