Boletín UNAM-DGCS-428
Mérida, Yuc.
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EL IMPACTO DEL METEORITO EN YUCATÁN, EL MÁS GRANDE CONOCIDO EN EL SISTEMA SOLAR
El bólido que impactó en la
Tierra y provocó la extinción de los dinosaurios es el más grande detectado en
el planeta y en el Sistema Solar.
Lo anterior es resultado de
las investigaciones que encabeza la Universidad Nacional y en las que
participan 40 instituciones académicas de Europa, Latinoamérica y Estados
Unidos.
El director del Instituto de
Geofísica (IGf), Jaime Urrutia Fucugauchi – entidad que lleva a cabo estas
investigaciones–, informó que el Proyecto Internacional de Perforación Profunda
del Cráter Chicxulub, también concluye
que la abertura es de carácter complejo, con multianillos.
Dio a conocer que desde
octubre de 2003 la UNAM es la encargada de custodiar y controlar el Pozo
Yaxcopoil I, así como las muestras obtenidas, las cuales ya rebasan los cuatro
mil 500 metros de roca. Así, la institución es la responsable de coordinar las
investigaciones mundiales sobre la estructura del impacto.
El cráter, argumentó, se formó por el choque de un meteorito en
las costas de Yucatán hace cerca de 65 millones de años. Se trata de una
estructura única para investigaciones en Ciencias de la Tierra y Planetarias,
por ser la más joven y mejor conservada de las tres que en su tipo existen en
todo el orbe: en África del sur, Canadá y México.
Este impacto, precisó, marca
el fin de la era geológica del mesozoico, y la extinción del 65 al 75 por
ciento de las especies vivientes en aquel entonces, entre las que se
encontraban los dinosaurios, grupo que durante 165 millones de años dominó
todos los ecosistemas en la parte de los continentes. Mientras, al iniciar el
cenozoico, los mamíferos –incluido el hombre–, que ocupaban los nichos
secundarios, empezaron a ocupar los sitios que dejaron vacantes los reptiles.
En conferencia de prensa,
Jaime Urrutia subrayó que con un diámetro de entre 180 y 200 kilómetros, la
abertura tiene su centro en el poblado de Chicxulub Puerto, la mitad ubicado en
tierra y el resto en el mar, incluso poblados como Progreso, Sisal Celestum y
Mérida se encuentran dentro.
Lo produjo, detalló, el choque
en la Tierra de un bólido de diez a 14 kilómetros de diámetro a una velocidad
aproximada de 30 kilómetros por segundo hacia el final del periodo
cretácico–terciario.
Es decir, expuso, fue un proceso
de muy amplia transferencia de energía en un pequeño lapso de tiempo, pues
en los dos primeros microsegundos ya había ocurrido la colisión, la excavación
y se había arrojado la mayor parte del material a los alrededores. Por la
velocidad se desintegró y a la tierra sólo cayó la energía. El material del
objeto interestelar se encuentra en la capa de polvo que cubrió al planeta.
La importancia de estas
investigaciones realizadas en el sector sur del cráter, resaltó, se debe a que
para obtener material como el del Chicxulub, se requeriría perforar un cráter
en la Luna, pues los dos que se encuentran en África del sur y Canadá son muy
viejos, con más de mil 850 millones y dos mil 25 millones de años, no
circulares, afectados por el proceso ecológico natural debido al tiempo y, por
ende, erosionados.
Dio a conocer que de acuerdo
con los resultados que hasta ahora se han obtenido de estas investigaciones hay
diferencias en el material formado por el choque, el fermentado y la ejecta.
Así, se abre la posibilidad de que tenga una distribución asimétrica de los
depósitos; el espesor de la rotura es de 200 metros o más, menor a lo esperado; un choque oblicuo, y una geometría en la
zona sur distinta de otras estudiadas.
Asimismo, que hay “altos”
estructurales en el boquete, es decir, algún tipo de proceso de erosión y falta
de conservación del material justo en la zona de perforación.
Además, agregó, en la colisión
la energía que se transmite a la Tierra cambió al ser de ángulo bajo; se
modificó la química del planeta, se desplomó la zona de productividad del
carbonato y se colapsó todo el sistema marino. Los modelos indican que por la
nube de polvo generada y el cambio de temperatura se oscureció por completo
durante seis meses. También destaca la afectación local, en la zona del Golfo
de México y el Caribe.
En sí, especificó, se
descubrió e identificó material del bólido con componentes del mismo, se
efectuaron estudios de magnetoestratigrafia. Ello, llama la atención de la
comunidad de investigación y genera expectativas para resolver incógnitas sobre
el evento del choque, la identidad de la naturaleza del objeto interestelar y los
procesos de extinción de los dinosaurios y la formación del cráter.
Urrutia Fucugauchi destacó que la UNAM, a
través del IGf, liderea el proyecto de perforación y exploración por ser la
única institución académica que ha efectuado esta actividad y obtenido muestras
de ella, excepto Petróleos Mexicanos, paraestatal que realizó los primeros
estudios y cedió la investigación a esta casa de estudios.
Luego de que a principios de los años 80
personal de Pemex encontró el cráter de impacto en la Península de Yucatán y
durante la siguiente década se reforzaron estas investigaciones, en 1993 donó a
la UNAM la información y núcleos encontrados –cilindros de roca, material de
impacto o brecha – por medio de un convenio.
El Proyecto Internacional de Perforación
Profunda, que se desarrolla en la hacienda henequenera de propiedad privada
Yaxcopoil, ubicada al sur de Mérida, se creó debido a que el cráter Chicxulub
estaba cubierto de rocas más jóvenes en un área de 300 a un kilómetro, por lo
que el programa era la única manera de recuperar material para estudio extrayéndolo
a pedazos.
Para localizar este sitio, la institución
realizó el primer programa de perforación en el cráter, con ocho pozos
iniciales, en tres de los cuales –UNAM 5, 6 y 7– se recuperaron rocas del
impacto, en tanto los otros permitieron conocer más sobre la geometría y
estratigrafía del agujero, así como el desarrollo del proyecto internacional,
donde participan más de 40 universidades de varios países del mundo.
Antes, se llevó a cabo un estudio aéreo
para definir los sitios de perforación con equipo complejo. Aquí, se gastaron
600 mil dólares. Se desarrollaron otras investigaciones al respecto con
cooperación nacional e internacional.
Con el apoyo del Programa Internacional
de Perforaciones Científicas en Continentes, que financió el proyecto con un
millón y medio de dólares, recursos adicionales de la propia Universidad, del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y del gobierno de Yucatán,
las excavaciones comenzaron en diciembre de 2001. Esta etapa concluyó en marzo
de 2002. Desde entonces las instalaciones del Yaxcopoil I se mantienen para
investigaciones, incluidas las mediciones de registros geofísicos.
Las primeras presentaciones de
los resultados se realizaron en 2003 y 2004 en los congresos de Houston y Niza.
Mediante el trabajo de perforación del
Pozo Yaxcopoil I, considerado laboratorio de sitio, se trabajó cerca de un
metro por hora, es decir, un promedio de 25 metros diarios. Como se pretende
llegar a una profundidad de mil 511 metros, se laboraron las 24 horas del día,
en tres turnos. De esta manera, se aprovecharán mejor los recursos. Una meta
futura es llegar a los dos mil 500 metros.
El material se recuperó en forma continua
desde los 400 metros y hasta los mil 511 metros de profundidad. A los 800
metros se encontró la llamada “brecha de impacto” del objeto interestelar.
Hasta ahora se tienen cuatro mil 500
metros de roca, con una alta cantidad de material fundido, producto de las
altas temperaturas producidas por la caída, y en componentes del basamento, que
es la parte más profunda de la corteza de la Península. Antes, este material
tenía un grueso de tres hasta cinco centímetros de espesor, los nuevos pedazos
encontrados tienen 40 centímetros.
El titular del IGf comentó que todavía no
se conoce la profundidad real de la parte central del agujero, pero puede ser
de cuatro o cinco kilómetros, en tanto la profundidad de excavación rebasó los
20 ó 25 kilómetros, de acuerdo a la evidencia en los fragmentos recuperados.
Así, nunca perforó el manto de la Tierra, que está a una mayor profundidad.
A partir de octubre del año pasado,
indicó, todo el material recolectado del Yaxcopoil I es custodiado, controlado
y coordinado por el IGf, por lo que cualquier grupo de investigación interesado
deberá solicitar los fragmentos a la UNAM. En el instituto, dijo, buscan
fomentar la participación de especialistas latinoamericanos, españoles y
universidades mexicanas estatales, entre otros.
Durante diez años, aclaró, la UNAM podrá
utilizar el pozo Yaxcopoil I, debido a un convenio firmado entre la institución
y los propietarios de esta hacienda henequenera.
Adelantó que a futuro se elaboraron dos
programas: la excavación y exploración profundas en la zona marina del cráter,
cerca de su centro, esto es, entre Sisal y Puerto Progreso, a iniciarse el 2005
ó 2006, con el respaldo de Integrated Ocean Drilling Program, basado en
financiamiento japonés.
El segundo proyecto, dijo, es de
perforaciones someras de 700 metros en el sector este y central del cráter.
Hasta ahora, en el proyecto participan especialistas de los institutos de
Geología y de Astronomía. En el último caso, el doctor Arcadio Poveda.
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Como resultado de
las investigaciones del Proyecto Internacional de Perforación Profunda del
Cráter Chicxulub, encabezado por la UNAM, se va reafirmando la hipótesis de que
el choque del meteorito a la Tierra, hace 65 millones de años, provocó la
extinción de los dinosaurios, señaló Jaime Urrutia Fucugauchi, director del
Instituto de Geofísica.