Boletín UNAM-DGCS-416
Ciudad Universitaria
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Pie de foto al final del boletín
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El galardonado colabora en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia
de la UNAM
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Reconoció que si se continúa con el actual proceso de desarrollo a
escala mundial, provocaremos nuestra propia destrucción
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El Proyecto Parque Ecológico Jaguaroundi, encabezado por el Programa
Universitario de Medio Ambiente de esta casa de estudios y Pemex-Petroquímica,
recibió mención honorífica
En reconocimiento a su amplia
trayectoria en pro de la ecología, Alfredo Alejandro Careaga Viliesid,
subdirector de Innovación Tecnológica de la Dirección General de Divulgación de
la Ciencia de la UNAM, recibió el Premio Nacional al Mérito Ecológico 2004.
Al término, Hermelinda Osorio,
directora de la FES Acatlán, resaltó que con este tipo de actividades se
impulsa la titulación, y qué mejor con las nuevas tecnologías, de tal suerte
que se faciliten los requisitos, se apoye a los egresados y se impulsen los
posgrados universitarios.
El galardón, otorgado por la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a través del Centro de Educación y
Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadescu), reconoce las
aportaciones del universitario a la protección y conservación de la riqueza
natural, así como en el manejo responsable de los hábitats.
Además, el Proyecto Parque
Ecológico Jaguaroundi, implementado por el Programa Universitario de Medio
Ambiente de esta casa de estudios y Petróleos Mexicanos-Petroquímica, obtuvo
una mención honorífica especial.
Alfredo Careaga admitió que si
se continúa con el actual “proceso de desarrollo a escala mundial, provocaremos
nuestra destrucción. Estamos a tiempo de cambiar, el mundo se ha dado cuenta y ya
se empieza a enarbolar la bandera del crecimiento sustentable”.
Sostuvo que el petróleo es un
recurso orgánico útil que requiere quemarse para aprovecharlo, y al hacerlo se
generan gases de combustión, bióxido de carbono y otras partículas que ya empiezan
a cambiar el clima del planeta.
Por fortuna, añadió, se puede
frenar esta tendencia, pero es necesario que los líderes políticos, religiosos
o de opinión fomenten cambios profundos, y logren que la gente entienda que los
recursos naturales no son nuestros, sino de las futuras generaciones.
Es indispensable educar a
todos los pueblos del planeta, no sólo al mexicano, para que asuman una actitud
de comprensión y reverencia ante la naturaleza. Somos parte de ella, no el
dueño que debe dominar. Si se destruye su riqueza los próximos descendientes no
tendrán elementos para sobrevivir.
Al respecto, aseguró que no se
puede hablar de políticas nacionales de manera aislada, porque la ecología y la
naturaleza no reconocen fronteras. El problema es global y la situación no es
halagüeña para el ser humano.
La biodiversidad planetaria
puede recuperarse, como lo hizo tras las cuatro glaciaciones que la afectaron
en el pasado. El que quizá no se recupere es el propio homo sapiens, que entre
todas las especies es el que usa las tecnologías para deteriorar su entorno.
Indicó que la variedad
biológica de la Tierra está concentrada en las zonas tropicales, que abarcan
entre 6 y 8 por ciento de la superficie del globo terráqueo, pero en ellas
habita cerca del 80 por ciento de los seres vivos. No obstante, en las últimas
décadas ha habido una afectación notable en estas regiones.
Advirtió que uno de los
problemas internacionales más graves, y en particular de México, es la
deforestación, que ha alcanzado grandes proporciones. Por diversas razones, el
hombre ocupa más espacios y al desmontar un bosque no sólo acaba con los
árboles, sino también con las plantas y animales que viven en esos ecosistemas.
Una de las principales
actividades que le valieron el reconocimiento a este destacado universitario
fue la creación del Centro de Investigaciones en Quintana Roo (CIQRO), una de
las instituciones pioneras en adoptar el modelo de desarrollo sustentable.
Recordó que a finales de los
setenta, preocupado por el futuro que le deparaba a ese estado –cuatro años
antes el gobierno federal echó a andar el proyecto Cancún–, propuso instalar un
centro de investigaciones en ese punto, que además de estudiar el proceso de
crecimiento local fuera un actor que incluyera en los proyectos una variable
ecológica.
Ese territorio había
permanecido como reserva federal hasta 1974 y gracias al aislamiento todos sus
ecosistemas, tanto marinos como terrestres, estaban en excelente estado de
conservación. Ese no era el caso de su vecino Yucatán, cuya selva había sido
desmontada para el cultivo del henequén.
De hecho, la Universidad
Nacional fue socia fundadora del CIQRO, en colaboración con el gobierno del
estado, el Instituto Politécnico Nacional, el Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología y la hoy Comisión Nacional del Agua.
Además, como director de ese
Centro, Careaga Viliesid coordinó los trabajos que culminaron en la fundación
de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka´an, de 54 mil hectáreas de extensión,
la primera gran área tropical protegida en nuestro país, declarada por la
UNESCO en 1986 como Patrimonio de la Humanidad.
También fundó el Jardín
Botánico “Alfredo Barrera Marín”, el más grande e importante espacio tropical
de México, y uno de los más relevantes en el ámbito internacional y apoyó el
repoblamiento de tres especies de tortuga marina, consideradas en peligro de
extinción: blanca, caguama y carey.
A lo largo de su trayectoria,
el actual subdirector de Innovación Tecnológica de la Dirección General de
Divulgación de la Ciencia de esta casa de estudios, ha destacado por sus
importantes contribuciones teóricas a lo que hoy se conoce como desarrollo
sustentable. Lo hizo diez años antes de que este concepto designara al hoy
paradigma universal del progreso.
Además, diseñó y estableció modelos
tecnológicos en beneficio directo de 45 comunidades marginadas, campesinas y
pesqueras de Quintana Roo, con base en tecnologías sencillas y baratas, que
aprovecharan las fuentes alternativas de energía y usaran los recursos
naturales sin destruirlos.
Refirió que recibir el Premio
al Mérito Ecológico no sólo reconoce el trabajo de una persona, sino del
esfuerzo de un conjunto de investigadores y de las instituciones que
representan.
“Siempre un galardón de
nuestros conciudadanos, pares y líderes es satisfactorio”. Pero lo más
importante es que representa un nuevo compromiso, una posibilidad que va a
abrir muchas puertas para seguir investigando sobre el tema”.
–o0o–
Foto 01
Alfredo Alejandro
Careaga Viliesid, subdirector de Innovación Tecnológica de la Dirección General
de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, recibió el Premio Nacional al Mérito
Ecológico 2004.
Foto 02
El gobierno de la República reconoció las aportaciones del investigador universitario Alfredo Alejandro Careaga Viliesid, en materia de protección y conservación de la riqueza natural, así como en el manejo responsable de los hábitats.