Boletín UNAM-DGCS-346
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AFECTACIÓN
INDIRECTA DEL TLC A LA EDUCACIÓN SUPERIOR DE
MÉXICO, ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ
A pesar de que el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no consideró disposiciones sobre el
sistema educativo en la región, ni en materia de cooperación académica, sus
cláusulas afectaron indirectamente a la formación superior, afirmó Mira Yira
Figueroa Olvera, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
Al dictar una conferencia
sobre el tema en el ciclo A diez años del TLCAN, organizado por la Facultad de
Economía de la UNAM, indicó que para las instituciones de educación superior
(IES) de México, EUA y Canadá se plantea el reconocimiento mutuo de títulos y
competencias, y se establece como prioridad nacional un proceso de acreditación
y evaluación.
Así, la competencia directa
entre los profesionales obliga a las IES nacionales a igualar las condiciones
de formación de sus egresados con las existentes en sus socios, expresó.
Estos requisitos, dijo,
implican un trabajo arduo y apremian a destinar recursos adicionales a los ya
contemplados para la educación técnica y superior en plazos cortos, y en
aspectos y trabajos no previstos.
Aseveró que los transcursos de
validación tienen la finalidad de ajustarse a las reglas del mercado laboral de
la región, pero no garantizan la solución de los problemas estructurales del
sistema mexicano de formación superior. No debe olvidarse, continuó, que los
criterios de homologación y calidad son difíciles en su aplicación, por los contrastes
culturales y sociales.
Abundó que si bien el TLCAN
les ha permitido a las universidades mexicanas reconocer sus asimetrías y
limitaciones respecto de sus contrapartes, las competencias y acuerdos firmados
en materia de ejercicio profesional y prestación de servicios, siguen con
muchas desventajas para sus egresados, pues no se permite el acceso a otros
mercados laborales, y se puede generar fuga de cerebros.
La especialista señaló que
pese a los convenios internacionales y procesos de acreditación para ciertas carreras entre las tres naciones, con
la finalidad de establecer reglas comunes de ejercicio, los mexicanos aún no
cuentan con una participación significativa
en América del Norte.
Expresó que el papel de México
en este Tratado depende de las relaciones entre productividad, fuerza de
trabajo, innovación científico–tecnológica y políticas fundamentales, por lo
que mientras se continúen descuidando estos aspectos, el acuerdo comercial
seguirá siendo asimétrico y generando una dependencia estructural grave.
Entre las desigualdades educativas de los miembros
recordó la tasa bruta de escolarización que para México es de 14.2 por ciento,
contra 63 y 67.3 en Estados Unidos y Canadá, respectivamente. Un efecto de ese
rezago es que nuestro país cuenta, por ejemplo, con sólo 13 ingenieros por cada
10 mil habitantes, mientras que en el vecino del norte la cifra es de 100.
Por otro lado, los mexicanos
asignaron a esta actividad 4.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en
el 2002, frente al 7.1 y 7.2 de EEUU y Canadá.
El gasto nacional en ciencia y
tecnología, de gran importancia por su contribución a la investigación
científica y el desarrollo económico, fue de 0.37 por ciento respecto del PIB
en el 2003, en tanto que para Norteamérica fue de 2.90, y para Canadá de 1.98
por ciento.
México tiene un papel reducido
en la producción internacional de innovaciones, de alrededor de uno por ciento,
que en su mayor parte se realiza en universidades. A diferencia de sus socios,
donde hay una fuerte vinculación escuela–empresa, el financiamiento privado es
casi nulo.
La población con enseñanza
media completa y superior es de 26.4 por ciento en la república, mientras que
en la Unión Americana es del 71.4 y para Canadá de 59.8 por ciento. El promedio
de escolaridad resulta de 7.67 grados en México, 13.6 en EEUU y 12.7 en el
socio restante, mencionó.
La especialista detalló que a
partir de la entrada en vigor del TLCAN, las instituciones de educación
superior mexicanas sostuvieron una competencia mayor con los profesionales
extranjeros, y el reto de igualar las condiciones de formación de sus egresados
y, a su vez, ganar la certificación internacional.
Las profesiones que se
incorporaron a este proceso fueron las contable–administrativas, arquitectura,
ingeniería y algunas de las ciencias de la salud como medicina y odontología,
subrayó.
Expresó que en los encuentros
internacionales sostenidos, la exigencia hacia nuestro gobierno e
implícitamente hacia las IES ha sido que se garanticen un conjunto de
equivalencias en cantidad y calidad para que el perfil de egreso de técnicos y
carreras vaya acorde con los
extranjeros.
Así, se crearon Comités para
el Ejercicio Internacional de las Profesiones (COMPI) y se buscaron cambios a
la Ley de Profesiones del Distrito Federal, con el fin de adecuarse al Tratado
y facilitar la movilidad en la región.
México se dispuso a realizar
acciones en materia de evaluación y
acreditación internacionales mediante organismos como el Centro Nacional de Evaluación, la Comisión Nacional para la
Evaluación de la Educación Superior, y en cuanto a la validación mediante
instituciones como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Asociación
Nacional de Instituciones de Educación Superior y el Examen General de
Egresados de Licenciatura realizado por el CENEVAL.
En este sentido, señaló, este
proceso conlleva a la estandarización, y lanza a las IES al campo heterogéneo
de la competencia internacional de los servicios educativos, donde el poder de
las fuerzas del mercado y el control gubernamental, sobre todo vía
financiamiento, son las premisas
fundamentales de la nueva inserción de la educación superior en el concierto
global.
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FOTO 01
Las cláusulas del Tratado de Libre
Comercio afectaron en forma indirecta el sistema de educación superior, indicó
Mira Yira Figueroa Olvera, del Instituto de Investigaciones Sociales de la
UNAM.
FOTO 02
Mira Yira Figueroa Olvera, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, participó en el ciclo A diez años del TLCAN, organizado por la Facultad de Economía.