Boletín UNAM-DGCS-262
Ciudad Universitaria
·
Informó Thalía Harmony, del Instituto
de Neurobiología
·
Todos los estudios indican
que mientras más temprano se inicie la neurohabilitación mejores resultados se
obtendrán, aseguró la especialista
· Por ello, debe motivar a los padres de los menores que durante su gestación y parto presentaron algún problema, para que acudan tempranamente a los hospitales especializados
Con la aplicación de diferentes técnicas de
rehabilitación, el Instituto de Neurobiología (INB) de la UNAM apoya a niños
con antecedentes pre y perinatales de riesgo de daño cerebral, así como a los
que presentan signos de alarma neurológica y alteraciones en la motilidad,
procedimientos que a su vez son estudiados en las aulas universitarias.
Lo anterior lo informó Thalía Harmony, del Instituto,
quien agregó que las terapias son más eficaces cuanto más temprano se aplican a
los menores, por lo que es de suma importancia concienciar de este hecho a los
padres de aquellos niños que durante su gestación y parto presentaron algún
problema, y por tal motivo ingresaron a terapia intensiva, por ejemplo, o de
aquellos prematuros que requieren de vigilancia continua.
Entre las terapias utilizadas
está la neurohabilitación de Katona, utilizada para entrenar al cerebro en la
repetición de movimientos en personas con impedimento muscular desde su
nacimiento.
“Son pocos los centros en el
país para atender a estos niños, pero hay que crear una cultura sobre su
necesidad, para que se implementen en las diferentes instituciones de salud
pública y privada”, refirió.
Explicó que estudia en su laboratorio la repetición
intensiva de movimientos complejos ante diferentes estímulos en la parte del
oído interno denominada laberinto, como una forma de ejercitar al cerebro para
repetir maniobras normales y evitar la falta o aumento de tono muscular.
Ello se logra bajo numerosos
impulsos. Se adiestra al sistema nervioso para darles una respuesta adecuada y
activar la zona laberíntica, que también pone en funcionamiento otras
estructuras no motoras, encargadas de formar en el niño un sistema de alerta
que aumenta sus mecanismos de atención.
Todos los estudios indican que
mientras más temprano se inicie esta terapia, mejores resultados se obtendrán,
aseguró la especialista.
En el Instituto, aseguró
Thalía Harmony, se realizan análisis con avanzados métodos de diagnóstico para
obtener constancia clínica de que los niños con antecedentes de riesgo pre y
perinatales desarrollaron daño cerebral y deben intervenirse de inmediato.
Para ello se apoyan en imágenes por resonancia magnética
(IRM), ultrasonido transfontanelar (US), electroencefalograma (EEG), los
potenciales evocados auditivos de tallo cerebral y la audiometría
electrofisiológica. Con los tres primeros determinan la afectación craneal
estructural y funcional, y con los dos últimos se evalúa la función auditiva.
Los niños que antes del año presentan signos de hipoacusia o sordera son
remitidos a rehabilitación a la brevedad, para que aprendan a hablar en su edad
promedio.
Lo anterior es importante,
pues hoy día la identificación de sordera infantil se hace entre los 3 y 4
años, “muy tarde para obtener un resarcimiento completo, pues pasaron los
períodos críticos de adquisición e iniciación del lenguaje hablado”; en ese
momento, tampoco tiene los conocimientos que debiera haber alcanzado, por lo
que se encuentra retrasado con relación a su edad.
En los países desarrollados se
realiza la detección de hipoacusia tempranamente. Los métodos son similares a
los empleados en la UNAM, y se está por erradicar los trastornos de audición,
que conllevan al aplazamiento en la adquisición lingüística y la actividad
mental.
La académica añadió que desean
elaborar un modelo que pueda replicarse en otros puntos de la república. Por
ahora, comentó, se aplica en los hospitales públicos de Querétaro.
Existen –dijo– otras
alteraciones que también se observan en niños con antecedentes de riesgo de
daño cerebral y que se presentan más tardíamente, como son los de lenguaje sin
hipoacusias, atención y aprendizaje. Aproximadamente el 10 por ciento de los
menores en edad escolar presentan estos problemas.
Thalía Harmony y sus
colaboradores investigan también si es posible obtener marcadores
electrofisiológicos para detectar tempranamente los trastornos antes
mencionados.
-oOo-