06:00 hrs. Febrero 22 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-134

Ciudad Universitaria

Pie de fotos al final del boletín

 

EL MULTICULTURALISMO PROTEGE LA APLICACIÓN DE PRÁCTICAS DENIGRANTES PARA LA MUJER: CELIA AMORÓS

 

·        La identidad practicada por esta corriente impide la erradicación de ciertas prácticas, como la mutilación del clítoris

·        Su concepto de cultura es falso, pues la considera estática y monolítica

·        Las sociedades adjudican a la mujer la responsabilidad de transmitir y preservar los valores culturales de sus respectivas comunidades

 

El multiculturalismo es una doctrina polémica porque se basa en  afirmaciones “inadecuadas” sobre cultura e identidad, pues impiden cuestionar y erradicar prácticas denigrantes para las mujeres, son como el uso obligado de velo o la mutilación del clítoris al nacer, prácticas vigentes, afirmó la filósofa Celia Amorós.

 

La profesora de la Universidad Complutense de Madrid, España, explicó que este cuerpo teórico surgió hace 25 años y coincidió con una serie de fenómenos internacionales, como los movimientos nacionalistas e indigenistas, los procesos de descolonización, las llamadas políticas de la identidad y los flujos migratorios.

 

En el marco de esta nueva situación, el multiculturalismo es un conjunto de prácticas y pautas complejas de pensamiento y de acción, interrelacionadas hasta constituir una unidad de sentido, la cual no puede medirse bajo parámetros de otras sociedades.

 

Por tanto, cualquier práctica toma sentido y lo agota por referencia a su propio marco de significado, destacó la investigadora en la conferencia “Feminismo, ilustración y multiculturalidad”, efectuada en la Torre II de Humanidades.

 

Ejemplo de ello es la mutilación sexual femenina. Desde el multiculturalismo se entendería como una práctica común, referida a un conjunto de creencias, hábitos y tradiciones. Bajo esta perspectiva, dicha práctica no puede criticarse desde otro referente, como el de Occidente.

 

Por lo tanto, no se puede trascender, no se pueden establecer juicios “externos” que superen el marco interpretativo autorreferido de ese mismo grupo; es una totalidad autosuficiente, consistente y coherente, afirmó.

 

Sin embargo, esta concepción es falsa; privilegia el estatismo, concibe a las culturas como monolíticas, estáticas y perfectamente consistentes, manifestó en el marco del Diplomado “Feminismo, desarrollo y democracia”.

 

A decir de Celia Amorós, las civilizaciones no operan así; es decir, tan importantes son los elementos estáticos y de coherencia, como los dinámicos, de tensión, de contradicción dentro de ese sistema referencial y de interrelación con otras.

 

En este mundo globalizado, además, los colectivos están en permanente interacción, en donde se contrastan, confrontan e interpelan entre sí, argumentó.

 

Abundó que otro concepto manejado por el multiculturalismo es la identidad como algo estático, y señala que los pueblos son semejantes a sí mismos y deben entenderse de una manera esencialista.

 

En ella, las características propias tienen un sesgo de género, un matiz  sexual, pues se le adjudica a las mujeres. Es a ellas a quienes por decreto, dentro de cada sociedad, se les encarga: deben ser las guardianas de los signos de pertenencia, y deben reproducir esas invariantes estructuras.

 

Explicó que históricamente, las mujeres de diversas partes del mundo “tienen una sobrecarga identificatoria”, es decir, sus sociedades les adjudica la responsabilidad de transmitir y preservar en la vida cotidiana, los valores de sus respectivas comunidades.

 

Es curioso, en este sentido, que los varones heterodesignen a sus compañeras, adscribiéndolas a la imagen propia; ellos, sin embargo, se la autoadministran de forma discrecional y a su libre albedrío.

 

Los hombres se autoadjudican el derecho a la subjetividad (libertad para tomar decisiones, pensar, vestir y demás acciones ejecutivas) y le endosan a su contraparte el deber de preservar esta imagen (las actividades, actitudes o ideas que reproducen los individuos a enseñanza de otros). Es por ello que ellas adolecen de una mayor subjetividad, que les permitiría individualizarse y oponerse a esas prácticas tradicionales.

 

Por ello, es necesario redistribuir subjetividad e identidad. Las personalidades equilibradas deben poseerlas; si no tenemos raíces nos “secamos”, pero también, si no vamos un poco más allá de ellas jamás progresaremos, apuntó.

 

Por tanto, esta concepción estática de saberes que maneja el multiculturalismo, sin poner de manifiesto su carácter sesgado, debe ser manejada con criterios estrictos.

 

-o0o-


PIES DE FOTO

 

Foto1

Celia Amorós, de la Universidad Complutense de Madrid, España, reconoció que el multiculturalismo es una doctrina polémica porque se basa en  afirmaciones “inadecuadas” sobre cultura e identidad.

 

 

Foto 2

Históricamente las mujeres de diversas partes del mundo tienen una sobrecarga identificatoria; es decir, sus sociedades les adjudican la responsabilidad de transmitir y preservar los valores de sus respectivas comunidades, sostuvo la filósofa Celia Amorós.