Boletín UNAM-DGCS-134
EL
MULTICULTURALISMO PROTEGE LA APLICACIÓN DE PRÁCTICAS DENIGRANTES PARA LA MUJER:
CELIA AMORÓS
·
La identidad practicada por esta
corriente impide la erradicación de ciertas prácticas, como la mutilación del
clítoris
·
Su concepto de cultura es falso, pues
la considera estática y monolítica
·
Las sociedades adjudican a la mujer la
responsabilidad de transmitir y preservar los valores culturales de sus
respectivas comunidades
El multiculturalismo es una
doctrina polémica porque se basa en
afirmaciones “inadecuadas” sobre cultura e identidad, pues impiden
cuestionar y erradicar prácticas denigrantes para las mujeres, son como el uso
obligado de velo o la mutilación del clítoris al nacer, prácticas vigentes,
afirmó la filósofa Celia Amorós.
La profesora de la Universidad Complutense de Madrid,
España, explicó que este cuerpo teórico surgió hace 25 años y coincidió con una
serie de fenómenos internacionales, como los movimientos nacionalistas e
indigenistas, los procesos de descolonización, las llamadas políticas de la
identidad y los flujos migratorios.
En el marco de esta nueva
situación, el multiculturalismo es un conjunto de prácticas y pautas complejas
de pensamiento y de acción, interrelacionadas hasta constituir una unidad de
sentido, la cual no puede medirse bajo parámetros de otras sociedades.
Por tanto, cualquier práctica
toma sentido y lo agota por referencia a su propio marco de significado,
destacó la investigadora en la conferencia “Feminismo, ilustración y
multiculturalidad”, efectuada en la Torre II de Humanidades.
Ejemplo de ello es la
mutilación sexual femenina. Desde el multiculturalismo se entendería como una
práctica común, referida a un conjunto de creencias, hábitos y tradiciones.
Bajo esta perspectiva, dicha práctica no puede criticarse desde otro referente,
como el de Occidente.
Por lo tanto, no se puede
trascender, no se pueden establecer juicios “externos” que superen el marco
interpretativo autorreferido de ese mismo grupo; es una totalidad
autosuficiente, consistente y coherente, afirmó.
Sin embargo, esta concepción
es falsa; privilegia el estatismo, concibe a las culturas como monolíticas,
estáticas y perfectamente consistentes, manifestó en el marco del Diplomado “Feminismo,
desarrollo y democracia”.
A decir de Celia Amorós, las
civilizaciones no operan así; es decir, tan importantes son los elementos
estáticos y de coherencia, como los dinámicos, de tensión, de contradicción
dentro de ese sistema referencial y de interrelación con otras.
En este mundo globalizado,
además, los colectivos están en permanente interacción, en donde se contrastan,
confrontan e interpelan entre sí, argumentó.
Abundó que otro concepto manejado por el
multiculturalismo es la identidad como algo estático, y señala que los pueblos
son semejantes a sí mismos y deben entenderse de una manera esencialista.
En ella, las características
propias tienen un sesgo de género, un matiz
sexual, pues se le adjudica a las mujeres. Es a ellas a quienes por decreto,
dentro de cada sociedad, se les encarga: deben ser las guardianas de los signos
de pertenencia, y deben reproducir esas invariantes estructuras.
Explicó que históricamente,
las mujeres de diversas partes del mundo “tienen una sobrecarga identificatoria”,
es decir, sus sociedades les adjudica la responsabilidad de transmitir y
preservar en la vida cotidiana, los valores de sus respectivas comunidades.
Es curioso, en este sentido,
que los varones heterodesignen a sus compañeras, adscribiéndolas a la imagen
propia; ellos, sin embargo, se la autoadministran de forma discrecional y a su
libre albedrío.
Los hombres se autoadjudican el derecho a la subjetividad
(libertad para tomar decisiones, pensar, vestir y demás acciones ejecutivas) y
le endosan a su contraparte el deber de preservar esta imagen (las actividades,
actitudes o ideas que reproducen los individuos a enseñanza de otros). Es por
ello que ellas adolecen de una mayor subjetividad, que les permitiría
individualizarse y oponerse a esas prácticas tradicionales.
Por ello, es necesario
redistribuir subjetividad e identidad. Las personalidades equilibradas deben
poseerlas; si no tenemos raíces nos “secamos”, pero también, si no vamos un
poco más allá de ellas jamás progresaremos, apuntó.
Por tanto, esta concepción
estática de saberes que maneja el multiculturalismo, sin poner de manifiesto su
carácter sesgado, debe ser manejada con criterios estrictos.
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PIES DE FOTO
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Celia Amorós, de la Universidad Complutense de Madrid,
España, reconoció que el multiculturalismo es una doctrina polémica porque se
basa en afirmaciones “inadecuadas”
sobre cultura e identidad.
Foto 2
Históricamente las mujeres de diversas partes del mundo tienen una sobrecarga identificatoria; es decir, sus sociedades les adjudican la responsabilidad de transmitir y preservar los valores de sus respectivas comunidades, sostuvo la filósofa Celia Amorós.