Boletín UNAM-DGCS-022
Ciudad Universitaria
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Pies de fotos al final del boletín
ANÁLISIS QUÍMICOS PERMITEN CONOCER LA VIDA COTIDIANA DE LOS TEOTIHUACANOS
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El laboratorio
móvil del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM ha sido
fundamental en esta tarea
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Los teotihuacanos
construyeron grandes conjuntos habitacionales, unidos por un patio dedicado al
culto; en el centro de cada comunidad existía un espacio religioso
·
Las montañas
sagradas –trasfondo natural del Valle de Teotihuacan– tienen similitudes con
las pirámides construidas por el hombre
A través de análisis químicos
realizados por el laboratorio móvil del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (IIA) de la UNAM, se han podido conocer acontecimientos
ocurridos en algunas habitaciones de las casas que rodean a Teotihuacan, señaló
la investigadora Linda Manzanilla.
A través de ciertos
procedimientos se pueden entender y ubicar los lugares donde los teotihuacanos
dormían, cocinaban y efectuaban sus ritos; los fosfatos revelan los sitios
donde había actividad orgánica, como basureros, almacenes de comida y cocinas.
Los residuos de otros
materiales permiten identificar herramientas y objetos utilizados en sus
actividades rituales y parte de sus costumbres, indicó durante la conferencia
“Nuevas investigaciones interdisciplinarias en Teotihuacan”.
La investigadora, quien en los últimos 18 años se ha
dedicado a realizar estudios en las excavaciones de Teotihuacan, destacó que
esta ciudad es uno de los sitios más extraordinarios del pasado mesoamericano.
Respecto de la vida cotidiana
en esta zona, informó que sus pobladores construyeron grandes conjuntos
habitacionales; unos más elegantes que otros, pero todos unidos por un patio
dedicado al culto. En cada comunidad había un espacio religioso al centro.
Esta urbe contaba con 125
mil habitantes. Era un centro manufacturero en donde la mayoría de las personas
se dedicaba a la actividad artesanal, como lo demuestran los vasos pintados,
las vasijas trípodes y la cerámica decorada, de gran prestigio en toda Mesoamérica.
A decir de Linda Manzanilla,
otro elemento importante que proporciona datos sobre esta cultura son las
llamadas “caritas retrato”, una representación de las características físicas
del habitante promedio.
Los trabajos realizados en
esta zona han sido interpretación conjunta de biólogos, químicos, físicos,
antropólogos, sociólogos, genetistas y arqueólogos. Con los hallazgos de estos
especialistas se han podido reconstruir aspectos cotidianos del pasado.
Al referirse a los barrios
foráneos, se encontró que los teotihuacanos elegían vivir en construcciones
parecidas a “vecindades”; en contraparte, se hallaron chozas circulares con
techo de palma, como las existentes en las huastecas en tiempos del Posclásico.
Sin embargo, en el Clásico Mesoamericano es probable que éstas hayan sido las
viviendas de los comerciantes veracruzanos.
Por otra parte, las montañas
sagradas –trasfondo natural del Valle de Teotihuacan– tienen similitudes con
las estructuras construidas por el hombre, explicó; la Pirámide de la Luna y
del Cerro Gordo están mimetizadas entre sí. Esto revela que su planeación
consideró su relación con el medio circundante.
La primera construcción
monumental fue la Pirámide del Sol, cuya edificación coincidió con las
erupciones del Popocatépetl y el Xitle en el sur de la cuenca de México; estos
volcanes eran considerados sagrados para los grupos formativos, pero al
expulsar fuego destruyeron gran parte de los recursos agrícolas del sur de la
cuenca y de la parte oeste del valle de Puebla-Tlaxcala.
Dicha población se reasentó en
el Valle de Teotihuacan, donde había una concentración de 80 manantiales de
agua dulce, además de material constructivo disponible.
En este sitio se ubicó el
punto de mejor acceso a la cuenca de México desde la costa del Golfo –sin pasar
por los volcanes–, además de ser rico en obsidiana, recurso básico para la
tecnología mesoamericana, pues los teotihuacanos lo monopolizaron para crear
herramientas de trabajo. Este aspecto debe considerarse cuando se analiza la
actividad económica, destacó.
Al referirse a la principal
deidad del Estado teotihuacano, la investigadora identificó en el periodo
Posclásico a Tláloc, el Dios de la lluvia, que ya desde el Clásico se relacionó
con los mantenimientos y la fertilidad de la tierra.
Los trabajos que ahora
realizamos, explicó Manzanilla, consisten en averiguar quiénes eran los
gobernantes, a partir de los conocimientos hasta la fecha obtenidos.
La investigación analiza si en
realidad los gobernantes habitaban en los grandes palacios ubicados al norte y
al sur, en el Templo de Quetzalcóatl. Sin embargo, al considerar las tesis
doctorales de diversos investigadores, no existe ninguna evidencia de que en
estos módulos –similares entre sí– vivieron los gobernantes. Los ahí
representados son sacerdotes ligados al culto la deidad estatal.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Análisis químicos
realizados por el laboratorio móvil del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM, han permitido conocer parte de la vida cotidiana de
los teotihuacanos, afirmó la catedrática Linda Manzanilla.
Foto 2
En Teotihuacan hubo grandes conjuntos habitacionales; unos más elegantes que otros, pero todos unidos por un patio dedicado al culto, señaló Linda Manzanilla, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.