Boletín UNAM-DGCS-872
Ciudad Universitaria
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LOS DERECHOS HUMANOS SON NECESARIOS EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS
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Es indispensable aceptar una sociedad y un
mundo plural y diverso, pero no sólo con tolerancia, sino con plena aceptación:
Estela Morales Campos, directora del CCyDEL
·
Estos derechos se han convertido en
requerimiento de la estabilidad política y social de los Estados: Víctor Manuel
Martínez Bullé Goyri, primer visitador de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos
·
Participaron en el Coloquio “Defensa de
derechos humanos y guerra sucia en América Latina. De la memoria a la justicia”
Reconocer que en nuestras sociedades la pluralidad da
cabida a los grupos que son minorías por su debilidad social, económica o
política, permite aceptarlos con tolerancia y pleno reconocimiento que permiten
la convivencia en un mundo diverso.
Así lo afirmó Estela Morales Campos, directora del Centro
Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCyDEL), al participar en
la inauguración del Coloquio “Defensa de derechos humanos y guerra sucia en
América Latina. De la memoria a la justicia”.
Ahí opinó que la convivencia en las naciones y en el
mundo debe tener fundamentos democráticos, pero también bases en el derecho a
la vida y el derecho mismo, opinó.
También señaló que los
derechos humanos y sus violaciones son ahora un tema más visible, aunque las
experiencias al respecto tienen su origen décadas atrás, cuando, por ejemplo,
reclamos políticos y sociales, como los de 1968 y los de la década de 1970,
recibieron como respuesta violencia, represión, persecución y los hechos que se
denominaron “guerra sucia”.
Éstos provinieron de
diferentes sistemas de gobierno, tanto de dictaduras militares como de otros
con un aparente proceso democrático.
A su vez, Víctor Manuel
Martínez Bullé Goyri, primer visitador de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH), afirmó que los derechos humanos son un paradigma de las
sociedades contemporáneas, quienes son inimaginables si no resaltan el respeto y
desarrollo de esas garantías, porque se han convertido en un requerimiento de
la estabilidad política y social de los Estados.
Aseguró que los procesos de
integración internacional que vivimos presuponen, exigen y requieren la
vigencia de tales facultades. Incluso, fuera de todas las desviaciones y
manipuleo que estas garantías sufrieron desde el propio poder en el pasado
–como ocurrió en México–, es claro que para cualquier país son una necesidad
ineludible con vistas al futuro.
Recordó que en nuestro país no
se hablaba de ellos ni de sus violaciones hasta los años 90, cuando se crearon
órganos específicos para protegerlos. Antes se hacía referencia al abuso de
autoridad y a problemas de seguridad nacional, entre otros.
Por eso, el tema de la “guerra
sucia” se relee con una visión actual, desde la perspectiva de un gobierno que
entiende y asume sus responsabilidades en esta materia, lo cual le da
posibilidades reales de resolución a sus problemas en ese ámbito.
Los derechos humanos, añadió
Martínez Bullé Goyri, son un elemento propio de la organización social en que
vivimos: el Estado social de Derecho, cuyo origen se haya en el rompimiento con
la lógica de funcionamiento estatal para la supervivencia del poder.
Al respecto aclaró que ese concepto no significa la
simple vigencia de las normas jurídicas, sino la prevalencia de valores –como
soberanía popular, democracia, división de poderes, principios de igualdad y de
legalidad, y derechos humanos– que están implícitos y operan en la sociedad.
Ello, por supuesto, requiere
una actitud de sometimiento a las normas por parte de la autoridad y de los
ciudadanos, porque ellas representan tales axiomas.
El experto refirió que hasta
antes de las dos guerras mundiales estos derechos eran un problema interno de
los países. Después se internacionalizaron al darse cuenta que no podía haber
otro enfrentamiento bélico de tales dimensiones, y luego del fracaso de la
Sociedad de las Naciones, creada después del primer conflicto; por ello se
fundó un nuevo organismo: las Naciones Unidas.
Su objetivo fue generar el
imaginario de una comunidad internacional. Se necesitaban metas comunes,
capaces de aglutinar a todos las poblaciones y éstas fueron los derechos
humanos y la paz. Así, tales preceptos se convirtieron en norma ética para
naciones y gobiernos.
También, adquirieron un
carácter de criterio “autenticador” del poder político. Es decir, un gobierno
lo asume legítimamente cuando la fuente de su legitimidad es el ejercicio de
los derechos políticos de una sociedad.
“Un poder que se ejerce de
manera respetuosa y promotora de los derechos humanos (en torno de los cuales
hay consenso y aceptación casi universal) se practica de modo legítimo”,
explicó.
Por ello, hablar de represión
extrajudicial o terrorismo de Estado implica la negación propia del derecho y
de la vigencia de los derechos humanos, finalizó el funcionario.
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