Boletín UNAM-DGCS-852
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NECESARIO NUEVO PARADIGMA DE PLANEACIÓN URBANA
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En México, casi el 75 por ciento de los
habitantes se concentra en las urbes; este fenómeno también se presenta en los
países más desarrollados del mundo
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Esta disparidad espacial repercute
directamente en la concentración de los medios de consumo colectivo y provoca
desarrollo regional desequilibrado
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El ordenamiento del territorio debe ser
parte de la reforma integral del Estado
Casi el 75 por ciento de los
habitantes de México se concentra en las urbes, fenómeno que también se
presenta en los países desarrollados, donde puede alcanzar una tasa de
urbanización promedio del 80 por ciento, aseguró Miguel García González, de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
La población urbana mexicana
se distribuye en 58 zonas metropolitanas de la República, las cuales integran
230 municipios y 16 delegaciones políticas en el Distrito Federal, informó.
Esta disparidad espacial
repercute en forma directa en el grado de concentración de los medios de
consumo colectivo y provoca desarrollo regional desequilibrado, apuntó durante
la conferencia La Gestión Urbana en México.
Este fenómeno –producto de la
división social del trabajo– combina desarrollo y subdesarrollo en un mismo
espacio, por lo que se observa
crecimiento anárquico y obliga a revisar el paradigma vigente de la planeación
de las ciudades.
Afirmó que la gestión urbana
se presenta bajo esta perspectiva como una función ineludible, indeclinable e
imperativa para los gobiernos; la tarea de “hacer ciudad” debe ser un proceso
de hechura de políticas con orientación público-social, para resolver los
asuntos comunes.
Es imperativo que la
planeación de las ciudades en México sea considerada como asignatura pendiente,
donde la relación dialéctica que se presenta, nos obliga a buscar e implementar
fórmulas ingeniosas, integrales e incluyentes para enfrentar múltiples
problemas.
Algunos de los retos son:
asentamientos precarios irregulares, incremento de la pobreza urbana,
concentración y deterioro de los medios de consumo colectivo y desorden general
en los usos del suelo.
Por su parte, José López
Flores, director de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la
República Mexicana, habló sobre la experiencia en materia de administración y
acción territorial de nuestro país.
Indicó que este ámbito no es
nuevo; México tiene una larga tradición en materia de aplicación de políticas
tanto en el área urbana como en la regional. Éstas han sido orientadas hacia
una acción específica sobre nuestro territorio.
De acuerdo con el también
politólogo, estas políticas se han adecuado a los diferentes momentos
históricos, como la Reforma Agraria de 1917 y la nacionalización del petróleo
en 1949, hasta llegar finalmente a su institucionalización en 1976. De esta
manera, se pueden identificar cuatro periodos históricos en torno a la
administración del territorio en México: 1915-1940, 1940-1970, 1970-1976,
1976-1988.
En la última etapa, indicó,
con la creación de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas en
1976, el Estado institucionalizó las políticas para el desarrollo urbano y
regional. Además, estableció la planificación como proceso para la toma de
decisiones en los tres ámbitos de gobierno, considerando a la Ley General de
Asentamientos Humanos como parte aguas en la historia nacional en lo referente
a la administración del territorio.
En 1978, continuó, se promulga
por primera vez un Plan Nacional de Desarrollo y los planes sectoriales
subsecuentes; a partir de estas acciones emana todo el escenario de
planificación que conocemos actualmente; es decir, los planes regionales,
estatales y municipales de desarrollo urbano que se realizan desde 1979.
Sin embargo, en 1988 se abre
un espacio en donde se deja de planificar en nuestro país, pues las tendencias
y políticas económicas mundiales rebasan las políticas locales, las cuales
quedan supeditadas.
Con esta experiencia, apuntó
López Flores, el ordenamiento del territorio se convirtió en un asunto de
Estado y por ello debe ser parte actual de la reforma integral del mismo; el
hecho de que el Estado otorgue una visión estratégica al territorio y promueva
la implementación de un proyecto territorial, implica que nuestro país retome
toda la experiencia de estos instrumentos de carácter fiscal y legal,
acumulados desde 1917.
Manifestó la importancia de
que la actual política de ordenamiento territorial retome lo mejor de estos
instrumentos y lo aplique en el contexto actual de la vida nacional, sin dejar
de considerar las condiciones internacionales.
En su oportunidad María Estela
García, de la FCPyS, señaló que en México existe un desorden territorial
lacerante, con una población vulnerable a las problemáticas provocadas precisamente
por ese fenómeno; además no hay alianzas políticas para enfrentarlo de manera
contundente.
De acuerdo con la académica,
el ordenamiento territorial implica un proceso donde se integran los diferentes
componentes de la sociedad; es decir, el orden no sólo debe darse en materia de
vivienda, sino también en la cuestión económica, social, psicológica y
política, entre otras.
Apuntó que el problema del
ordenamiento urbano se debe discutir bajo un enfoque multidisciplinario: cada
disciplina debe intervenir desde su propia perspectiva para enfrentar los
diversos problemas que padece la ciudad: inseguridad, delincuencia, impunidad e
ineficiencia en el transporte, entre otros. El ordenamiento territorial es una
función del Estado; es su obligación, porque la sociedad le ha otorgado el
poder.
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FOTO 1
La población
urbana mexicana se distribuye en 58 zonas metropolitanas, informó Miguel
García, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM
FOTO 2
José López,
director de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República
Mexicana, comentó en la UNAM que México tiene una larga tradición en materia de
administración y acción territorial