Boletín UNAM-DGCS-759
Ciudad Universitaria
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final del boletín
EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE INCUMBE TAMBIÉN A LOS PSICÓLOGOS
·
Estos profesionales pueden acelerar el
proceso de toma de conciencia y traducirlo en voluntades de transformación y
cambio de actitud
·
No obstante, costará mucho trabajo que la
humanidad adopte medidas preventivas
·
Aseguró en la UNAM Fernando Tudela Abad,
investigador de El Colegio de México
Lograr que los seres humanos
se preocupen y cuiden el medio ambiente no incumbe sólo a politólogos, químicos
o ecólogos, sino también a psicólogos, quienes pueden acelerar el proceso de
toma de conciencia y traducirlo en voluntades de transformación y cambio de
actitud, destacó Fernando Tudela Abad, de El Colegio de México.
Cambiar hábitos, políticas o
instituciones conlleva un esfuerzo social y personal, en donde entra la
dimensión psicológica, explicó. Ello porque los seres humanos enfrentan
dificultades para asimilar hechos negativos, traumáticos o difíciles –como los
desastres naturales–, que retardan la movilización de la sociedad civil y
política.
Durante la conferencia Percepción
de riesgos en relación con desastres naturales, efectuada en el Salón de Actos
del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, el investigador resaltó
el lento avance de la concientización en la humanidad hacia la conservación del
medio ambiente.
Expresó que costará mucho
trabajo que nuestra especie reaccione con medidas preventivas, pues nuestros
sistemas educativos y sociales no valoran los proyectos a largo plazo,
incluidos el desarrollo sustentable y el cuidado de la naturaleza.
Destacó que un dólar gastado
en gestión del riesgo aplicado a desastres naturales, podría ahorrar por lo
menos otros siete en atención cuando ya ocurrieron. Como negocio es redondo,
señaló, pero es difícil “que se asimile
esta información; es realmente un desafío de enormes proporciones”.
Tudela Abad resaltó las
dificultades para que la población entienda las amenazas, “por eso resulta tan
complicado decirle a una familia asentada en esta ciudad, en una barranca, que
si no es por atención a su propia supervivencia, sino la de sus hijos menores
–quienes no pueden decidir–, cambien de lugar”.
Hay otras dimensiones del
medio ambiente que son catástrofes “en cámara lenta, esto es, se van fraguando
poco a poco”. En estos casos, destacó, se pierde toda conexión con el riesgo.
“Todo mundo piensa que los accidentes o las enfermedades graves son algo que le
sucede a los demás, nunca a uno”, aseguró.
“La especie humana,
transformada en epidemia ecológica, es equivalente a un asteoride que cae sobre
la Tierra y levanta tanto polvo como un invierno nuclear, lo cual extermina a
los dinosaurios. Con una serie de bombas atómicas hubiésemos acelerado un
proceso que de todas maneras, a escala geológica, es casi instantáneo”,
advirtió.
Las preguntas, entonces, no
girarían en torno a la afectación para el planeta, sino a los seres humanos:
cuál es nuestro riesgo como especie, a qué somos susceptibles o vulnerables.
Esta inquietud, comentó, es difícil de transmitir, pues lo cotidiano no
considera la destrucción de los hábitats y las amenazas a los sistemas de
quienes depende la vida.
Diariamente, el individuo
percibe problemas de corto plazo, como el empleo y la inseguridad, por ejemplo,
los cuales configuran la agenda política, indicó durante el Primer Coloquio
sobre Percepción y Comunicación de Riesgos Ambientales, organizado por la
Facultad de Psicología de la Universidad Nacional.
Por su parte, Adriana Oropeza Lliteras, encargada del
Despacho del Centro de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo
Sustentable, reveló que en México aproximadamente, apenas el 21 por ciento de
los desechos que se reportan recibe una disposición adecuada, mientras el
restante 79 por ciento “está en algún lado”, como “barrancas, alcantarillas,
fosas particulares, o terminan en calderas de baños públicos”. Incluso los
estados del centro del país –Jalisco y Veracruz– ocupan el primer lugar con
tiraderos irregulares.
De esta forma, sucesos con impacto ambiental importante
no generan reacciones adecuadas para atenderlos. Tenemos, aseguró, un fuerte
rezago en la estructura del manejo de residuos peligrosos, lo cual sí es
valorado en los mercados informales. “Hemos oído de las fortunas que tienen los
líderes de los pepenadores”, aseguró al hablar sobre Riesgo ambiental y el
sector privado en México.
Asimismo, comentó que no hay
incentivos para invertir con capital o infraestructura ambiental. La regulación
actual no faculta a ningún particular o público para ese tratamiento. En tanto,
sólo hay un confinamiento de residuos peligrosos en el país.
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Foto
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En
el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Fernando Tudela, de El
Colegio de México, resaltó el lento avance de la concientización en la
humanidad hacia la conservación del medio ambiente.
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Adriana
Oropeza, encargada del despacho del Centro de Estudios del Sector Privado para
el Desarrollo Sustentable, dijo que en México sólo 21% de los desechos que se
reportan recibe una disposición adecuada, y el restante 79% está en barrancas,
alcantarillas, fosas particulares, o terminan en calderas de baños públicos.