Boletín UNAM-DGCS-744
Ciudad Universitaria
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final del boletín
DRAMÁTICA DISMINUCIÓN DE LA OBRA PÚBLICA EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS
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José Luis Fernández Zayas, presidente de la
Academia de Ingeniería, inauguró el Seminario “¿Hacia dónde va la ingeniería
civil mexicana?”
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La sociedad empieza a ver al ingeniero civil como
una especie de maestro de obras, señaló el profesor emérito Oscar de Buen López
de Heredia
En los últimos 25 años, la
capacidad para construir gran obra pública con empresas mexicanas, como el
Metro, se ha reducido a menos de la quinta parte; es decir, en este momento no
se llega ni siquiera al 17 por ciento, advirtió el presidente de la Academia de
Ingeniería, José Luis Fernández Zayas.
Precisó que la Ingeniería civil comenzó a decaer en México cuando las
grandes empresas gubernamentales empezaron a contratar consorcios extranjeros,
que venían con créditos artificialmente baratos.
En consecuencia, alertó, el país, la infraestructura nacional y esta
ingeniería han resultado perdedoras. A ello se añaden el grave desempleo
existente en algunas regiones de la República y la presencia del subempleo.
Luego de inaugurar el Seminario “¿Hacia dónde va la ingeniería civil
mexicana?”, en el Auditorio de la Torre de Ingeniería de la UNAM, Fernández
Zayas abundó que México ha perdido en tres aspectos fundamentales: el primero
se refiere a su carencia de infraestructura necesaria.
Ejemplificó con el caso de las obras de conducción de agua. En esta
temporada son evidentes las carencias que enfrentamos tanto en la prevención de inundaciones, como en la canalización
para el almacenaje.
En segundo lugar, abundó, se han perdido importantes empresas y negocios
del ramo y, con ello, una fuente de ingresos; respecto de los jóvenes, a ellos
no se les puede ofrecer esa perspectiva de desarrollo, que en el pasado dio
satisfacciones a los ingenieros civiles y fue bien remunerada.
El especialista explicó que la ingeniería civil es una actividad
relevante porque se responsabiliza del diseño, concepción, construcción y
operación de la infraestructura. Esta última incluye caminos, puentes,
carreteras, presas, fábricas, hospitales, escuelas, edificios y casas
habitación.
Sin embargo, aseguró, sólo la quinta parte de estos profesionales
trabajan en cuestiones propias de la carrera, en comparación con hace dos
décadas.
Más adelante, explicó que la falta
de obras trae consigo diversas consecuencias de acuerdo con el área de que se
trate. Así, en el caso de las referentes al agua, destaca el riesgo de que se
registren inundaciones; en forma simétrica, también hay mayores posibilidades
de que se registre sequía, por no recargarse los acuíferos. A su vez, al
descuidar las obras hidráulicas ocurre lo mismo con los bosques y la
agricultura.
El titular de la Academia de Ingeniería mencionó como tercer rubro, la
falta de fuentes laborales para los egresados de esta carrera. Empero, aclaró
que esta situación no se presenta en todo el país. Es sumamente grave en el sur
del territorio nacional, menor en el norte, mientras que en el noreste hay
mayores posibilidades laborales.
En las zonas donde se registra desempleo en esta materia, subrayó, se ha
propiciado el subempleo, pues hay buenos diseñadores, con grandes capacidades,
que hacen trabajo de mantenimiento o de ventas con dos horas al día de labor.
En cambio, en el noreste y el norte, comentó, el mercado de trabajo
profesional en general y, particularmente, de los ingenieros de Tamaulipas y
Nuevo León, es alentador, pues son estados donde se ha implementado un plan
regional de desarrollo a mediano plazo.
Manifestó su preocupación sobre el futuro de la ingeniería civil
mexicana, pues sólo se tienen respuestas parciales y una cadena de buenos
deseos. “Me preocupa que sobre estos temas del desarrollo, muchos de nosotros
hemos trabajado durante años con resultados que, por lo general, han sido
negativos o contradictorios”.
Durante su participación en el evento, organizado por la Academia de
Ingeniería y la Sociedad Americana de Ingeniería Civil, Sección México, el
profesor emérito Oscar de Buen López de Heredia señaló que la sociedad empieza
a ver al ingeniero civil como una especie de maestro de obras que se pasa la
vida en excavaciones, hundido en el lodo o en lo más alto de las estructuras en
construcción.
Muchos jóvenes ya no estudian esta carrera, indicó, porque nadie quiere
trabajar con mayores responsabilidades y obtener como recompensa el nulo
reconocimiento de la sociedad y una peor paga.
En la actualidad, agregó, nadie sabe quién es y qué hace un ingeniero
civil. Antes, cuando menos se distinguía por escribir en papel cuadriculado y
traer consigo una regla de cálculo. Hoy lo azuza toda la gente.
Incluso, comentó, esta ingeniería ha sido calificada como una especie en
extinción, y no preocupa a nadie. Una de las causas principales es que la
escala de valores se ha modificado.
Las ingenierías que se desarrollan espectacularmente y cambian todas las
actividades humanas están fuera del alcance de naciones en etapa de desarrollo,
como México. “Somos usuarios de tecnologías que provienen de otros países, lo
que nos hace más dependientes de ellos”, reconoció.
Los mismos ingenieros, dijo, han permitido y estimulado que sus servicios
pierdan seriedad y se abaraten al hacerse una competencia “despiadada”, en
donde triunfa no el que hace mejor las cosas sino el que cobra menos, muchas
veces en detrimento de la calidad de su producto, sea el diseño, en la
estructura o su construcción. Esto es alentado por las políticas aplicadas por
el gobierno a la obra pública.
Se trata, remató, de un círculo vicioso: los ingenieros no hacen las
cosas con calidad porque no son bien pagados ni tienen el tiempo necesario; el
prestigio de la profesión es baja y los nuevos especialistas no están bien
preparados, porque aquellos se van a otras áreas; se aceptan empleos mal
remunerados y vuelve a empezar el problema.
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FOTO 1
En la Torre de
Ingeniería de la UNAM se efectuó el seminario ¿Hacia dónde va la ingeniería
civil mexicana?, en donde participaron Oscar de Buen, Sonia Ruiz, José Luis
Fernández Zayas y Alejandro Vázquez Vera.
FOTO 2
Durante el seminario ¿Hacia dónde va la ingeniería civil mexicana?, realizado en la UNAM, el profesor emérito Oscar de Buen aseguró que somos usuarios de tecnologías que provienen de otros países, lo que nos hace más dependientes de ellos.