6:00 hrs. Septiembre 20 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-705

Ciudad Universitaria

 

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LIMITADO ACCESO A LOS ALIMENTOS POR LA FALTA DE RECURSOS ECONÓMICOS: FELIPE TORRES

 

·        México se encuentra entre los primeros cinco países de América Latina que tienen ese problema, afirmó el académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

·        Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Estado de México y San Luis Potosí, los estados con municipios con inseguridad alimentaria extrema

 

México es uno de los primeros cinco países de América Latina  –junto con Haití, El Salvador, Bolivia y Perú- cuya población tiene limitaciones para obtener alimentos por falta de recursos económicos. Esta situación afecta a más de 46 millones de mexicanos, señaló Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

 

De acuerdo con estudios realizados por el especialista, los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, México y San Luis Potosí tienen la mayor cantidad de municipios con inseguridad alimentaria extrema.

 

La proporción de habitantes sin capacidad para adquirir una canasta básica aumentó de 2.9 por ciento en 1990 a 3.6 por ciento en 1995; sin embargo, para el año 2000 la cifra se disparó hasta el 9 por ciento.

 

En 1990, añadió, el 32 por ciento de la población presentó algún grado de inseguridad alimentaria, mientras que para el año 2000 ese segmento alcanzó cerca del 45 por ciento.

 

El especialista en economía alimentaria explicó que en el México de 1980 se podía acceder a una canasta básica con 1.8 salarios mínimos de ingreso mensual. Para el año 2000, en cambio, se requieren casi 4.5 salarios mínimos para obtener esa misma canasta.

 

Argumentó que, si “se habla de que cerca del 60 por ciento de la población no tiene ingresos superiores a dos salarios mínimos. Esto quiere decir que si relacionamos ingreso con alimentación, la mayoría de las familias en México está por debajo del consumo de la canasta alimentaria”.

 

De continuar el avance de este fenómeno hacia las regiones urbanas, que se incrementarán en la medida en que empeoren las condiciones del campo, indudablemente podríamos entrar en una fase de riesgo social, relacionado con las condiciones que guarda la seguridad para obtener víveres en todas las regiones del país, refirió.

 

Este panorama, agregó el economista universitario, refleja que no han sido efectivos los programas de asignación de beneficios para los más necesitados. Muestra en cambio, abundó, las limitaciones que presenta una política social de asistencia focalizada con recursos limitados, que no puede sostenerse en el tiempo y que tampoco resuelve los problemas estructurales que parten de la falta de empleo y los bajos salarios.

 

Advirtió asimismo, sobre los peligros que puede generar la inseguridad alimentaria en la estabilidad nacional. Precisó que la falta de crecimiento de la economía mexicana y su debilidad alimentaria provocan un rezago social cada vez más notorio.

 

No obstante, puntualizó, en el país no se han registrado situaciones de hambre, ni la inseguridad alimentaria nos coloca en una situación de colapso. “Nosotros no llegamos todavía a ese nivel, estamos en un grado de inseguridad alimentaria extrema, pero no en hambre abierta, por eso este factor no se ha convertido todavía en un detonante social”, aseguró.

 

 

 

Afirmó que el concepto de seguridad alimentaria esta ligado con el de seguridad nacional. Esta situación, dijo, se gesta a partir de que la disponibilidad de alimentos sea cada vez más raquítica entre los grupos sociales.

 

En México, finalizó, se tiene que reactivar el empleo en el campo mediante el fomento de políticas de producción y productividad  adecuadas al momento, para lo cual debe existir “la voluntad política que permita canalizar subsidios adecuados, con el fin de que la población campesina tenga arraigo y se capitalice”, sentenció.

 

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Foto 1

 

México es uno de los cinco países de América Latina con mayor rezago en materia de seguridad alimentaria, pues el 9 por ciento de su población tiene limitaciones para adquirir una canasta básica, afirmó el economista Felipe Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

 

Foto 2

 

Felipe Torres, economista de la UNAM, indicó que en el México de 1980 se podía acceder a una canasta básica con 1.8 salarios mínimos de ingreso mensual. Para el año 2000, en cambio, se requerían casi 4.5 salarios mínimos para obtener esa misma canasta.