Boletín UNAM-DGCS-705
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LIMITADO ACCESO A
LOS ALIMENTOS POR LA FALTA DE RECURSOS ECONÓMICOS: FELIPE TORRES
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México se encuentra entre los primeros cinco
países de América Latina que tienen ese problema, afirmó el académico del
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
·
Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Estado de México
y San Luis Potosí, los estados con municipios con inseguridad alimentaria
extrema
México es uno de los primeros
cinco países de América Latina –junto con
Haití, El Salvador, Bolivia y Perú- cuya población tiene limitaciones para
obtener alimentos por falta de recursos económicos. Esta situación afecta a más
de 46 millones de mexicanos, señaló Felipe Torres Torres, del Instituto de
Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
De acuerdo con estudios
realizados por el especialista, los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas,
México y San Luis Potosí tienen la mayor cantidad de municipios con inseguridad
alimentaria extrema.
La proporción de habitantes
sin capacidad para adquirir una canasta básica aumentó de 2.9 por ciento en
1990 a 3.6 por ciento en 1995; sin embargo, para el año 2000 la cifra se
disparó hasta el 9 por ciento.
En 1990, añadió, el 32 por
ciento de la población presentó algún grado de inseguridad alimentaria,
mientras que para el año 2000 ese segmento alcanzó cerca del 45 por ciento.
El especialista en economía
alimentaria explicó que en el México de 1980 se podía acceder a una canasta
básica con 1.8 salarios mínimos de ingreso mensual. Para el año 2000, en
cambio, se requieren casi 4.5 salarios mínimos para obtener esa misma canasta.
Argumentó que, si “se habla de
que cerca del 60 por ciento de la población no tiene ingresos superiores a dos
salarios mínimos. Esto quiere decir que si relacionamos ingreso con
alimentación, la mayoría de las familias en México está por debajo del consumo
de la canasta alimentaria”.
De continuar el avance de este
fenómeno hacia las regiones urbanas, que se incrementarán en la medida en que
empeoren las condiciones del campo, indudablemente podríamos entrar en una fase
de riesgo social, relacionado con las condiciones que guarda la seguridad para
obtener víveres en todas las regiones del país, refirió.
Este panorama, agregó el
economista universitario, refleja que no han sido efectivos los programas de
asignación de beneficios para los más necesitados. Muestra en cambio, abundó,
las limitaciones que presenta una política social de asistencia focalizada con
recursos limitados, que no puede sostenerse en el tiempo y que tampoco resuelve
los problemas estructurales que parten de la falta de empleo y los bajos
salarios.
Advirtió asimismo, sobre los
peligros que puede generar la inseguridad alimentaria en la estabilidad
nacional. Precisó que la falta de crecimiento de la economía mexicana y su
debilidad alimentaria provocan un rezago social cada vez más notorio.
No obstante, puntualizó, en el
país no se han registrado situaciones de hambre, ni la inseguridad alimentaria
nos coloca en una situación de colapso. “Nosotros no llegamos todavía a ese
nivel, estamos en un grado de inseguridad alimentaria extrema, pero no en
hambre abierta, por eso este factor no se ha convertido todavía en un detonante
social”, aseguró.
Afirmó que el concepto de
seguridad alimentaria esta ligado con el de seguridad nacional. Esta situación,
dijo, se gesta a partir de que la disponibilidad de alimentos sea cada vez más
raquítica entre los grupos sociales.
En México, finalizó, se tiene
que reactivar el empleo en el campo mediante el fomento de políticas de
producción y productividad adecuadas al
momento, para lo cual debe existir “la voluntad política que permita canalizar
subsidios adecuados, con el fin de que la población campesina tenga arraigo y
se capitalice”, sentenció.
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Foto 1
México es uno de
los cinco países de América Latina con mayor rezago en materia de seguridad
alimentaria, pues el 9 por ciento de su población tiene limitaciones para
adquirir una canasta básica, afirmó el economista Felipe Torres, del Instituto
de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Foto 2
Felipe Torres,
economista de la UNAM, indicó que en el México de 1980 se podía acceder a una
canasta básica con 1.8 salarios mínimos de ingreso mensual. Para el año 2000,
en cambio, se requerían casi 4.5 salarios mínimos para obtener esa misma
canasta.