11:00 hrs. Septiembre 17 de 2003

 

Boletín UNAM-DGCS-697

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

DAÑOS AL ECOSISTEMA,  UNA CAUSA DE LAS LLUVIAS EXTREMAS

 

·        Académicos del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM reconocen que las precipitaciones se  han incrementado en los últimos 50 años

·        El planeta ha registrado aumento de temperatura promedio de ocho grados, el cual puede atribuirse al cambio climático global, agregaron

 

Los cambios de temperatura, acompañados de transformaciones en los regímenes de precipitación provocados por distintos fenómenos como la presencia de El Niño y La Niña, y los daños al ecosistema son causas que han propiciado la presencia de lluvias extremas.

 

Académicos del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM puntualizaron de acuerdo con las investigaciones de los últimos 50 años hay un significativo incremento, sobre todo en el hemisferio norte. Indicaron que aún no es posible pronosticar la frecuencia y la intensidad de las precipitaciones pluviales de cada temporada por la gran cantidad de factores y variables que influyen en estos fenómenos naturales.

 

Carlos Gay y Víctor Magaña Rueda, subrayaron que en los 150 años más reciente, el planeta ha registrado aumento de temperatura promedio de ocho grados, el cual puede atribuirse al cambio climático global.

 

Cada año, destacaron, en la mayor parte del país se presentan precipitaciones mayores a 70 milímetros con una frecuencia de hasta diez ocasiones por temporada de lluvias, en tanto que en estados como Tabasco, Veracruz o Puebla se registran entre 20 y 80 veces.

 

Explicaron que con las modificaciones del régimen pluvial, se pasó  de 70 centímetros –700 milímetros– anuales que se registraban hace un siglo, a 90 centímetros o un metro –mil milímetros– en algunas zonas de la ciudad de México en la actualidad.

 

Sin embargo, lamentaron, ello no significa que se disponga de más recurso hídrico, porque la mayoría se va al drenaje.

 

Víctor Magaña y Víctor Mendoza Castro coincidieron en que para pronosticar la lluvia en el país en periodos de largo plazo es fundamental tomar en cuenta las anomalías de temperatura de la superficie del mar.

 

En el verano, explicaron, cuando se presenta más lluvia, la superficie marina que rodea al territorio nacional alcanza los 28 grados centígrados o más. Ahí tienden a formarse muchas nubes, además de que donde es menor se crean “desiertos oceánicos” en los cuales no cae agua.

 

La esencia de las lluvias en México, precisó Magaña Rueda, radica en gran medida en la distribución de la temperatura alrededor del territorio, por lo que se debe analizar con detalle la causa de esa estructura térmica.

 

Ejemplificó con el caso de la capital del país, donde en abril la temperatura se registra como seca y en septiembre lluviosa, pero se pueden presentar más chubascos en el poniente y sur que en el oriente. Este hecho se debe a la presencia de montañas y el viento que sopla hacia ellas y refuerza la formación de nubes.

 

A esto, señaló, se suma que la urbanización incrementa la temperatura, la cual hace 100 años era cuatro grados centígrados menor a la actual, es decir, el proceso propició que sea una metrópoli más calurosa.

 

Empero, abundó el investigador, el que un año sea seco o húmedo depende del fenómeno meteorológico El Niño, con el calentamiento del agua oceánica en el área ecuatorial y se traduce en déficit de precipitación e, incluso, sequías.

 

En cambio, cuando se presenta La Niña, sucede lo contrario y el océano está más frío de lo normal. Así, donde antes había déficit hay superávit y en los lugares que llovía habrá escasez.

 

Carlos Gay aclaró que los problemas referidos a los impactos de cambio y variabilidad climática no son directamente atribuibles a las cuestiones ambientales.

 

Por ejemplo, comentó, el incremento de la radiación ultravioleta que puede penetrar al planeta por el agujero de ozono es pequeño en comparación con los otros forzamientos del clima.

 

Víctor Mendoza Castro, indicó por su parte, que dentro de las anomalías de temperatura sobre la superficie del mar se encuentra la oscilación décadal, la cual se ha observado sobre todo, en el Pacífico Norte.

 

Ésta “representa que el océano cambie de una fase a otra en cuanto a temperaturas de la superficie del mar y presión atmosférica”. Se presentan en fases que tienen una duración de entre 20 y 30 años.

 

De El Niño, explicó que se caracteriza por cambios de temperatura en la superficie del mar y sub-superficiales –a unos 60 metros–, superiores a lo normal hasta unos 3.5 o 4 grados en las costas peruanas, y que se extienden a la línea internacional del tiempo. Dura alrededor de 18 meses. La Niña es la fase opuesta.

 

Así, dijo, el Pacífico y el Atlántico tienen gran influencia en el clima mexicano, lo cual explicaría parte de la variabilidad de la lluvia en la república, sobre todo, son fundamentales si se toma en cuenta una gran escala en el tiempo.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

En los últimos 150 años el planeta ha registrado un aumento de temperatura promedio de ocho grados, señaló Garlos Gay, director del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

 

Foto 2

 

Para pronosticar la lluvia en el país, en periodos de largo plazo, es fundamental tomar en cuenta las anomalías de temperatura de la superficie del mar, indicó Víctor Mendoza, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

 

Foto 3

 

La esencia de las lluvias en México radica en gran medida en la distribución de la temperatura alrededor del territorio, afirmó Víctor Magaña, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.