Boletín UNAM-DGCS-697
Ciudad Universitaria
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Pies de fotos al final del boletín
DAÑOS AL ECOSISTEMA, UNA CAUSA
DE LAS LLUVIAS EXTREMAS
·
Académicos del Centro de Ciencias de la
Atmósfera de la UNAM reconocen que las precipitaciones se han incrementado en los últimos 50 años
·
El planeta ha registrado aumento de
temperatura promedio de ocho grados, el cual puede atribuirse al cambio
climático global, agregaron
Los cambios de temperatura,
acompañados de transformaciones en los regímenes de precipitación provocados
por distintos fenómenos como la presencia de El Niño y La Niña, y los daños al ecosistema
son causas que han propiciado la presencia de lluvias extremas.
Académicos del Centro de
Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM puntualizaron de acuerdo con las
investigaciones de los últimos 50 años hay un significativo incremento, sobre
todo en el hemisferio norte. Indicaron que aún no es posible pronosticar la
frecuencia y la intensidad de las precipitaciones pluviales de cada temporada
por la gran cantidad de factores y variables que influyen en estos fenómenos
naturales.
Carlos Gay y Víctor Magaña
Rueda, subrayaron que en los 150 años más reciente, el planeta ha registrado
aumento de temperatura promedio de ocho grados, el cual puede atribuirse al
cambio climático global.
Cada año, destacaron, en la
mayor parte del país se presentan precipitaciones mayores a 70 milímetros con
una frecuencia de hasta diez ocasiones por temporada de lluvias, en tanto que
en estados como Tabasco, Veracruz o Puebla se registran entre 20 y 80 veces.
Explicaron que con las
modificaciones del régimen pluvial, se pasó
de 70 centímetros –700 milímetros– anuales que se registraban hace un
siglo, a 90 centímetros o un metro –mil milímetros– en algunas zonas de la
ciudad de México en la actualidad.
Sin embargo, lamentaron, ello
no significa que se disponga de más recurso hídrico, porque la mayoría se va al
drenaje.
Víctor Magaña y Víctor Mendoza
Castro coincidieron en que para pronosticar la lluvia en el país en periodos de
largo plazo es fundamental tomar en cuenta las anomalías de temperatura de la
superficie del mar.
En el verano, explicaron,
cuando se presenta más lluvia, la superficie marina que rodea al territorio
nacional alcanza los 28 grados centígrados o más. Ahí tienden a formarse muchas
nubes, además de que donde es menor se crean “desiertos oceánicos” en los
cuales no cae agua.
La esencia de las lluvias en
México, precisó Magaña Rueda, radica en gran medida en la distribución de la
temperatura alrededor del territorio, por lo que se debe analizar con detalle
la causa de esa estructura térmica.
Ejemplificó con el caso de la
capital del país, donde en abril la temperatura se registra como seca y en
septiembre lluviosa, pero se pueden presentar más chubascos en el poniente y
sur que en el oriente. Este hecho se debe a la presencia de montañas y el viento
que sopla hacia ellas y refuerza la formación de nubes.
A esto, señaló, se suma que la
urbanización incrementa la temperatura, la cual hace 100 años era cuatro grados
centígrados menor a la actual, es decir, el proceso propició que sea una
metrópoli más calurosa.
Empero, abundó el
investigador, el que un año sea seco o húmedo depende del fenómeno
meteorológico El Niño, con el calentamiento del agua oceánica en el área
ecuatorial y se traduce en déficit de precipitación e, incluso, sequías.
En cambio, cuando se presenta
La Niña, sucede lo contrario y el océano está más frío de lo normal. Así, donde
antes había déficit hay superávit y en los lugares que llovía habrá escasez.
Carlos Gay aclaró que los
problemas referidos a los impactos de cambio y variabilidad climática no son
directamente atribuibles a las cuestiones ambientales.
Por ejemplo, comentó, el
incremento de la radiación ultravioleta que puede penetrar al planeta por el
agujero de ozono es pequeño en comparación con los otros forzamientos del clima.
Víctor Mendoza Castro, indicó
por su parte, que dentro de las anomalías de temperatura sobre la superficie
del mar se encuentra la oscilación décadal, la cual se ha observado sobre todo,
en el Pacífico Norte.
Ésta “representa que el océano
cambie de una fase a otra en cuanto a temperaturas de la superficie del mar y
presión atmosférica”. Se presentan en fases que tienen una duración de entre 20
y 30 años.
De El Niño, explicó que se
caracteriza por cambios de temperatura en la superficie del mar y
sub-superficiales –a unos 60 metros–, superiores a lo normal hasta unos 3.5 o 4
grados en las costas peruanas, y que se extienden a la línea internacional del
tiempo. Dura alrededor de 18 meses. La Niña es la fase opuesta.
Así, dijo, el Pacífico y el
Atlántico tienen gran influencia en el clima mexicano, lo cual explicaría parte
de la variabilidad de la lluvia en la república, sobre todo, son fundamentales
si se toma en cuenta una gran escala en el tiempo.
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PIES DE FOTO
Foto 1
En los últimos 150 años el planeta ha registrado un
aumento de temperatura promedio de ocho grados, señaló Garlos Gay, director del
Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
Foto 2
Para pronosticar la lluvia en el país, en periodos de
largo plazo, es fundamental tomar en cuenta las anomalías de temperatura de la
superficie del mar, indicó Víctor Mendoza, investigador del Centro de Ciencias
de la Atmósfera de la UNAM.
Foto 3
La esencia de las lluvias en México radica en gran
medida en la distribución de la temperatura alrededor del territorio, afirmó
Víctor Magaña, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.