Boletín UNAM-DGCS-578
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Un alto porcentaje de casos puede
controlarse e incluso ser curado por completo, afirmó el neurólogo Felipe Vega
Boada
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La causa más frecuente es el trauma e
hipoxia neonatal, apuntó
Más de un millón de mexicanos padece
actualmente epilepsia y al año se registran 40 casos nuevos por cada 100 mil
habitantes, afirmó el neurólogo de la UNAM, Felipe Vega Boada, quien aseguró
que la mayoría de los pacientes epilépticos puede llevar una vida normal, a
pesar de los prejuicios y mitos existentes desde la antigüedad para con estos
enfermos.
El especialista precisó que en
el país prevalecen 11. 5 casos por cada mil habitantes, siendo ligeramente
mayor el índice de mujeres afectadas. Sin embargo, dijo, la epilepsia no debe
considerarse como enfermedad peligrosa, pues de cada 100 mil pacientes, sólo
cuatro mueren por causas relacionadas con este padecimiento.
Se calcula, agregó, que el 77
por ciento de los afectados comenzó con el padecimiento antes de los 20 años de
edad; el 13 por ciento entre los 21 y los 30 años; un 6 entre los 31 y 40; un
2.5 entre los 41 y 50 años, en tanto que en edad avanzada sólo fue el 1.5 por
ciento.
En un alto porcentaje de casos, explicó, la epilepsia puede ser curada. Se produce cuando una población neuronal específica del cerebro, básicamente en las áreas corticales, genera descargas espontáneas anormales, las cuales se asocian a manifestaciones clínicas y paraclínicas diversas.
El profesor asociado del Curso
Universitario de Especialización en Neurología Clínica, con sede en el
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán, explicó
que existen dos grandes tipos de crisis: las parciales y las generalizadas. De
éstas, las primeras se dividen en simples y complejas.
Las crisis parciales simples
se presentan en individuos con una conciencia normal, quienes presentan
involuntariamente, por ejemplo, movimientos bruscos en extremidades, o voltean
involuntariamente la mirada o la cabeza hacia un lado.
Durante una crisis parcial
compleja, la persona “se desconecta”, pierde la conciencia y hay eventualmente,
fenómenos de movimiento automático. Sin embargo, en cualquiera de las
situaciones antes mencionadas, la crisis puede llegar a generalizarse.
Existen también crisis
generalizadas de inicio, como las tónico-clónicas, cuando existe una
contractura muscular intensa seguida de
movimientos clónicos –como brincos en las diferentes partes del cuerpo–.
Generalmente, los afectados palidecen, se muerden la lengua y en la fase tónica
o de contracción sostenida puede presentarse evacuación miccional o fecal,
indicó.
Consideró que quizá esta
última es la forma más común y dramática. Sin embargo, con una medicación
adecuada, en la mayoría de los casos los afectados no registran convulsiones.
Asimismo, deben evitarse factores que favorecen la aparición de crisis, como el
desvelo o el consumo de alcohol.
Vega Boada agregó que la
epilepsia genera destrucción neuronal. En el caso de alta frecuencia de crisis
–de 6 a 8 por semana–, los pacientes corren el riesgo de desarrollar problemas
cognitivos a lo largo de su vida.
Ello también puede ocasionar
que cada vez la epilepsia sea más difícil de controlar, ante la aparición de
nuevos focos irritativos por muerte neuronal en otros sitios. Sin embargo,
aclaró, una persona con tres o cuatro crisis convulsivas al año, no está en
peligro de padecer problemas de muerte neuronal, ni mayores complicaciones.
La destrucción neuronal se
genera por varios mecanismos, explicó. Uno de ellos es la liberación excesiva
de neurotransmisores exitatorios tipo glutamato, que pueden dañar la neurona en
forma independiente a otros mecanismos. Otra causa es la hipoxia o falta de
oxigenación cerebral que ocurre durante
una crisis convulsiva.
El neurólogo abundó que la
epilepsia se divide en dos grupos: cuando comienza antes de los 20 años se le
denomina de inicio temprano, y cuando
aparece después de esa edad, se llama de inicio tardío. En ambos grupos, las
causas de la enfermedad son totalmente distintas.
En la de inicio temprano, que
de hecho abarca el 77 por ciento de los pacientes, la causa más frecuente es el
trauma neonatal, la anoxia cerebral o falta de oxígeno al cerebro, o el
sufrimiento fetal.
El trauma trasnatal puede
producirse durante el paso del recién nacido
por un canal del parto estrecho, por la utilización de fórceps o
cualquier situación traumática durante el nacimiento. Si alguno de estos
elementos nocivos afecta al sistema nervioso, producirá lesiones cerebrales,
manifestadas a futuro como cicatrices, que se comportarán como focos
irritativos generadores de descargas anormales y epilepsia.
Hay tres tipos de epilepsia en
función de su causa: la denominada sintomática es secundaria a una enfermedad
neurológica. En este tipo hay una lesión cerebral, por ejemplo tumores,
enfermedad vascular cerebral –por infartos, hemorragias o malformaciones
vasculares–, infecciones, cisticercosis, o trauma craneal.
La idiopática es aquella en
donde la persona tiene crisis, pero su inteligencia y estructura cerebral son
normales. Este tipo de epilepsia tiene la más alta prevalencia.
Una tercera forma es la
criptogénica, en donde se reconoce una lesión estructural cerebral de etiología
no identificada. En este grupo, la persona presenta alteraciones en el área
psicomotriz. Es decir, se trata sobre todo de niños con deterioro cognitivo o
retraso mental.
El médico indicó que
cualquiera de las tres formas de epilepsia debe tratarse siempre con
medicamentos anti-epilépticos, y que sobre todo la idiopática podría ser una
epilepsia curable, con una erradicación total del fenómeno convulsivo.
Algunos tipos de epilepsia
están genéticamente determinados, explicó. Sin embargo, la epilepsia idiopática
se presenta con mayor prevalencia entre familiares que en la población general,
lo cual sugiere claramente un componente hereditario.
Indicó que se sugiere administrar medicamentos durante un periodo
de cuatro años para liberar al paciente de crisis; después de ese lapso se va reduciendo
progresivamente la dosis de medicamentos hasta suspenderlos. En un 60-70 por
ciento de los casos el resultado es exitoso, sin embargo en un 30 o 40 por
ciento deberá repetirse el esquema por la reincidencia de convulsiones.
El médico advirtió también,
que la neurocisticercosis se ha convertido es un problema de salud pública en
México. Esta enfermedad es producida por parásitos llamados cisticercos, que se
alojan en el cerebro humano y actúan como si fueran un tumor, generando
descargas neuronales anormales o epilepsia, entre otras múltiples alteraciones.
En este caso, abundó, la
epilepsia puede ser uno de los tantos
síntomas de la neurocisticercosis, padecimiento que produce retención de agua en el cerebro (o
hidrocefalia), alteraciones en la base del cráneo, ceguera, sordera, trastornos
motores o sensoriales e infarto cerebral. Es una enfermedad potencialmente
catastrófica cuando actúa en forma agresiva.
Vega agregó que la
cisticercosis se soluciona con higiene, pues proviene de la ingesta inadvertida
de heces fecales que contienen huevecillos de taenia solium, los cuales pueden
estar contenidos en cualquier alimento contaminado y en frutos o vegetales
regados con aguas negras, ingeridos crudos o mal cocidos. El cerdo es un
eslabón en la cadena de la taenia y el ingerir su carne favorece la taeniasis
humana.
Por otro lado, estimó que
hasta el diez por ciento de la población puede tener alguna convulsión en
cualquier época de su vida, pero un fenómeno asilado de este tipo no es
sinónimo de epilepsia. Incluso se conocen convulsiones benignas, como las
producidas por fiebre o por supresión de alcohol, precisó.
El galeno recordó que en la
antigüedad, al paciente epiléptico se le confundía con una persona mentalmente
alterada o se achacaban sus males a alguna divinidad maligna. Hubo una época
cuando se mutilaba a los enfermos en búsqueda de la cura. Sin embargo, en siglo
XXI el paciente epiléptico debe ser tratado con dignidad, pues es una persona
capaz de llevar una vida normal.
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Más de un millón de mexicanos padece
actualmente epilepsia y al año se registran 40 casos nuevos por cada 100 mil
habitantes, afirmó el neurólogo de la UNAM, Felipe Vega Boada.
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Felipe Vega
Boada, neurólogo de la UNAM, precisó que en el país prevalecen 11. 5 casos por
cada mil habitantes, siendo ligeramente mayor el índice de mujeres afectadas.