Boletín UNAM-DGCS-575
Ciudad Universitaria
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final del boletín
LAS SECUELAS DE
EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS NO LAS BORRA EL TIEMPO
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Las víctimas de violencia criminal,
violación, desastres naturales y tortura, sufren daños físicos, biológicos y
psicológicos a corto y largo plazo
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Estos eventos no llegan a olvidarse por
completo, sin embargo, la persona debe aprender a convivir, de una manera menos
desgastante
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El Centro de Servicios Psicológicos Doctor
Guillermo Dávila de la FP brinda tratamiento psicológico a víctimas de
situaciones traumáticas
Como resultado de experiencias
traumáticas, las víctimas de violencia criminal, violación, desastres naturales
y tortura, no sólo sufren daños físicos y biológicos, sino también psicológicos
a corto y largo plazo, señaló Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad
de Psicología (FP) de la UNAM.
Apuntó que la atención a
quienes resultan afectados por este tipo de eventos tiene dos fases. Primero,
el médico especialista en traumas atiende las secuelas físicas para estabilizar
a la víctima; posteriormente el psicólogo interviene para manejar los efectos
en el funcionamiento mental a corto plazo.
Éstos se refieren a las
reacciones inmediatas que ocurren después del trauma, es decir, al estado de
“shock” o estrés agudo, cuando mantienen a la víctima bajo estrecha vigilancia
y realiza esfuerzos por estar muy pendiente de lo que ocurre a su alrededor,
indicó.
Este tipo de conducta, dijo,
afecta su ciclo de descanso, sus relaciones familiares y personales; no puede
concentrarse. En algunos casos, la experiencia traumática puede dar lugar a la
disociación, en la cual el afectado trata de separar el trauma de su vida
cotidiana.
Es el caso de quienes han
sufrido un secuestro o tortura, hablan de su agresión como si ésta le hubiera
ocurrido a otra persona; tratan de distanciarse físicamente o psicológicamente
del evento doloroso, ya que el impacto emocional es tan fuerte que no lo pueden
manejar, afirmó el psicólogo.
Abundó que la disociación es
base de otro fenómeno, también normal, que es la amnesia traumática. Algunas
víctimas de violación olvidan los detalles de ese momento, sin embargo, muchas
de ellas reportan sueños o pesadillas repetitivas con contenido traumático, que
les impiden dormir.
Explicó que la manera como las
personas reaccionan a una situación de crisis es muy semejante desde el punto
de vista biológico; los cambios en las hormonas del estrés y en los
neurotransmisores –o sustancias químicas que comunican a las células
cerebrales– son los mismos en todas las víctimas; en algunas cambia la
magnitud.
Sin embargo, informó, tres de
cada 10 víctimas de una situación traumática pueden sufrir trastornos físicos y
psicológicos –efectos a largo plazo–, los cuales son resumidos en el Trastorno
por Estrés Post-Traumático (TEPT), un cuadro más severo e incapacitante que
puede durar más de 20 años.
Las personas que lo padecen no
olvidan la experiencia traumática, no dejan de pensar en lo ocurrido y lo
tienen presente, al grado de que cualquier estímulo o situación se los recuerda,
afirmó el también asesor de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Las experiencias traumáticas,
señaló, no pueden borrarse de la víctima, pues quedan integradas en su memoria
emocional. Sin embargo, estas personas tienen que aprender –a través de un
tratamiento psicológico– a convivir con esa situación y a reaccionar ante los
recuerdos dolorosos de una manera menos intensa.
Quien atraviesa por una
experiencia excepcional necesita recibir tratamiento cognitivo-conductual, cuya
finalidad es identificar qué tipo de distorsiones del pensamiento contribuyen a
sostener las respuestas desadaptativas que le impiden tener una óptima calidad
de vida, precisó.
Las técnicas ayudan al
paciente a identificar dónde está esa distorsión para modificarla a través de
procesos normales de aprendizaje, de ensayar nuevas respuestas o de recurrir a
estrategias diferentes de pensamiento.
El tratamiento, destacó,
procede en fases, las cuales no deben, de ninguna manera, ser consideradas
lineales, sino como un proceso en espiral. En la primera, de estabilización,
tiene importancia especial satisfacer las necesidades del paciente para que
adquiera un sentimiento de seguridad; además, debe dársele confianza.
En la segunda, de autocontrol,
se da tratamiento a problemas psicosomáticos, mediante técnicas
interdisciplinarias, para que el paciente aprenda a relajarse y afronte su
dolor.
La tercera y más difícil fase
de la terapia, de recuerdo y aflicción, incluye la confrontación asesorada con
la experiencia del trauma. La cuarta, de reintegración, es designada para
reinterpretar la experiencia, para normalizar lo anormal y dirigir la atención
hacia la integración social.
En esta fase, los problemas
son reabordados no de manera defensiva, pero sí activa. El paciente debe estar
preparado y saber que en futuras etapas de su vida y en periodos de altos
niveles de estrés, los síntomas del EPT pueden volver a presentarse.
Finalmente, Benjamín Domínguez señaló que
el Centro de Servicios Psicológicos Doctor Guillermo Dávila de la Facultad de
Psicología, brinda tratamiento psicológico a personas que han sido víctimas de
experiencias traumáticas.
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PIES DE FOTO
FOTO 1
Como resultado de experiencias traumáticas, las víctimas de violencia
criminal, violación, desastres naturales y tortura, no sólo sufren daños
físicos y biológicos, sino también psicológicos a corto y a largo plazo, señaló
Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad de Psicología (FP).
FOTO 2
Las experiencias traumáticas no
logran borrarse de la mente de la víctima, ya que éstas quedan integradas a la
memoria emocional de la persona. Sin embargo, estas personas tienen que
aprender a reaccionar ante los recuerdos dolorosos de una manera menos intensa,
afirmó Benjamín Domínguez, investigador de la Facultad de Psicología (FP).