Boletín UNAM-DGCS-553
Ciudad Universitaria
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final del boletín
EN NUESTRO PAÍS SE EXALTA EL PASADO MEXICA Y SE DISCRIMINA A LOS
INDÍGENAS ACTUALES
·
Si queremos honrar nuestras raíces, no
debemos voltear hacia ese pueblo agresivo y militarista, destacó el historiador
Federico Navarrete Linares
·
A partir de la Triple Alianza este
grupo se volvió más poderoso, pero no fue el más culto, señaló el investigador
emérito del IIA, Alfredo López Austin
· El momento de la fundación de Tenochtitlán está en la atemporalidad del mito, consideró Patrick Johansson, investigador del IIH
Paradójicamente, a la vez que el México moderno exalta el
pasado mexica, discrimina a los indígenas actuales, sostuvo Federico Navarrete
Linares, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la
UNAM, quien considera: “más que buscar las glorias de los pueblos
mesoamericanos, para nosotros sería de mayor trascendencia reconocer el valor
cultural y la importancia de nuestros grupos indígenas”.
Si queremos honrar esas raíces, no debemos voltear hacia
un pueblo agresivo y militarista como el mexica, que además fue odiado por los
otros grupos pobladores de Mesoamérica, enfatizó el historiador.
Contrario a lo que se piensa, los mexicas no fueron un
pueblo excepcional, ni el más culto e innovador o quienes sentaron las bases de
una forma de gobierno; simplemente dominaban la región de México-Tenochtitlán
cuando llegaron los españoles al Continente Americano. “Son un caso más de muchos pueblos que
compartían esa gran tradición civilizatoria mesoamericana”.
Dentro del nacionalismo mexicano, precisó, se optó por
convertir este pueblo en el antecedente de la nación mexicana; por eso, nuestro
país se llama México y su escudo es un águila posada sobre el nopal.
Se escogió a los mexicas por ser un grupo agresivo,
valiente y belicista. Entonces se suponía que la nueva nación debía ser fuerte
y capaz de defender su independencia, para ello debía conservar los mismos
valores de sus antepasados; pero también por una cuestión de centralismo, pues
con ello se trató de unificar a todos los mexicanos en un pasado imaginario
común para crear una nueva identidad, señaló.
Al respecto, Alfredo López Austin, investigador emérito
del Instituto de Investigaciones Antropológicas, destacó: “Fueron el grupo más
poderoso en el momento de la llegada de los españoles. Al establecer en
Tenochtitlán la capital de la Nueva España, se toma a ese pueblo como modelo
para interpretar todo. Así, en la Colonia nace una identificación de los
habitantes indígenas con los mexicas. Ya en épocas posteriores tomamos el
símbolo de su fundación como modelo para nuestro escudo nacional”.
Fue a partir de la Triple Alianza cuando este pueblo se
volvió más poderoso, pero no el más culto, y con ello se convirtió en símbolo
de todos los demás, recordó.
Las fechas y las fuentes
La historia de la migración de ese grupo indígena que
salió de Aztlán –lugar de lo blanco– para fundar México-Tenochtitlán, ha sido contada de diversas formas, tanto
por los mismos protagonistas como por los conquistadores y, en épocas actuales,
por historiadores mexicanos y extranjeros; por ello no existe un consenso para
determinar la fecha exacta de cuando este pueblo se estableció en medio del
lago de Tetzcoco.
Se ha determinado 1325; sin embargo, esto no es seguro
por dos causas: primero, porque las fuentes documentales nos dan varias fechas
y, segundo, porque aún existe polémica sobre el cómputo del tiempo utilizado
por los mexicas en su calendario.
Entre las excepciones más serias descalificando ese año, refirió, está la de Nigel Davies, quien
basándose en cómputos hechos por los historiadores Wigberto Jiménez Moreno y
Paul Kirchhoff, establece como fecha 1345.
En cuanto a la migración –refirió el investigador–, las
fuentes son muchas y el asunto es complejo porque el itinerario no es el mismo;
es decir, en este caso no sólo cambian las fechas. “Esto ha hecho pensar que
distintos grupos vinieron por diversos caminos y su encuentro se dio en
México-Tenochtitlán”; sin embargo, hay problemas de interpretación de las
fuentes porque, como sucede en muchos de los pueblos de la antigüedad, éste no
es un relato estrictamente histórico sino justificatorio de derechos y en buena
parte está amparado por el mito.
La ubicación de Aztlán, el itinerario y el significado de
algunos sucesos de la migración cambian de acuerdo con la interpretación de
distintos autores, debido a las grandes variaciones en las fuentes. “Por
ejemplo, los nombres que aparecen del lugar de origen son distintos: se habla de Aztlán, de Aztlán Chicomostoc,
Aztlán Culhuacán, o simplemente Culhuacán o Chicomostoc”.
Aztlán: lugar mítico
Para Patrick Johansson, investigador del IIH, la
sabiduría indígena precolombina no consideraba la historia como tal. “Nosotros
la conocemos como un elemento cognitivo, real e importante, pero los mexicas,
además de las genealogías y algunos anales, manejaban un mito.
El pasado se reconstituye en función de un presente y eso
es importante señalarlo, porque muchas veces se sitúa la fundación de
México-Tenochtitlán en 1325, sin pensar que tanto las fechas como los hechos
tienen valores mitológicos, mencionó.
Por ello, para que este acontecimiento tenga un valor
constitutivo fundacional, debemos reconsiderar todo desde Aztlán y, en ese
sentido, Tenochtitlán es la Nueva Aztlán.
Entonces, se debe retomar el mito, explicó el
historiador, porque hay quienes todavía buscan la ubicación de Aztlán y este
lugar no está en ninguna parte. Es el origen de los pueblos nahuas y como tal
no tiene espacio ni tiempo, sino la interioridad de los seres. El origen
siempre es mitológico.
La migración y la fundación
El pueblo mexica salió de Aztlán y a partir de ese
momento empezó su gestación narrativa-mitológica, pero no histórica; es decir,
dentro de los mitos hay ingredientes históricos, los cuales se deben
transformar y tejer como historia, subrayó Johansson.
Cabe señalar que la migración de los mexicas no fue un
viaje continuo de Aztlán al Valle de México, pues los emigrantes se detuvieron
en varias ocasiones y durante esas pausas trataron de reproducir la vida y las
costumbres de su lugar de origen.
“La fundación de Tenochtitlán fue la culminación de una
historia muy larga. Las propias historias escritas por los mexicas mucho tiempo
después, nos cuentan que salieron de Aztlán varios cientos de años antes y
estuvieron vagando quizá por las zonas del centro del país hasta llegar al
Valle de México y, posteriormente, fundarían su ciudad”, recordó Federico
Navarrete.
Es muy probable que en esa época fueran un pueblo pobre,
sometido y obligado a servir a otros más poderosos, como la gente de Xaltocan,
Cuautitlán, Azcapotzalco y Culhuacán.
Normalmente nos imaginamos que los mexicas llegaron a
México y fundaron Tenochtitlán; eso no fue así. En realidad vivieron durante
mucho tiempo en el Valle; fue sólo hasta que consiguieron suficiente poder
cuando pudieron instaurar su propia ciudad, indicó.
Para ellos este evento no se verificó al llegar al Valle,
sino más de cien años después de haberse establecido ahí, cuando tuvieron el
poder político necesario para convertirse en un pueblo independiente, con un
territorio, un gobierno y un Dios propios. “Fue una declaratoria de querer
llevar una vida autónoma y no seguir sometidos a poderes externos”.
Pero, además de lograr emanciparse de los colhuas, este
acto político tuvo también una fuerte dimensión religiosa y ritual para este
pueblo. Antes de la fundación, los mexicas llevaron a cabo una serie de
preparativos que les permitieron fundar su nuevo Altepetl o Ciudad–Estado.
Aunque realizaron una serie ofrendas y ceremonias de
purificación y preparación, fundaron Tenochtitlán cuando Huitzilopochtli, quien
los había conducido a lo largo del recorrido, se apareció frente a ellos en
forma de águila y se posó sobre un nopal en medio del Lago de Tetzcoco, hoy
Ciudad de México, aclaró.
Algunas fuentes señalan que no fue suficiente la
aprobación de Huitzilopochtli para la fundación; además, los mexicas hablaron
con Tláloc y éste dio su anuencia.
Al respecto, López Austin
refirió que las fundaciones no se hacían en cualquier momento. “Cada pueblo
debía esperar una fecha sagrada”. Por ello, en ese episodio se habla de dos
personajes muy poderosos: Tenoch (Tláloc) y Cuauhtlequetzqui (Huitzilopochtli,
dios de los mexicas). De ahí el doble nombre de la ciudad: México-Tenochtitlán.
Quizá por eso, afirmó Navarrete Linares, el templo
principal de ese nuevo sitio estaba dedicado a esos dos dioses. Esto implicaba
que ya iban a tener un lugar definitivo en donde vivir, en el cual podrían
acumular poder y riqueza, además de tener la posibilidad de conquistar a otros
pueblos.
¿Quiénes fueron los mexicas?
Al comparar la historia de la migración mexica con otras
migraciones, se pueden observar varios puntos de contacto con los chichimecas
nómadas, pero esto es parte del mismo mito, porque si se analiza qué vienen
haciendo durante el viaje y con qué conocimientos cuentan, se puede ver que no
se trata de un pueblo de cazadores–recolectores, ni nómada, sino de
agricultores, indudablemente pobres y marginales, pero mesoamericanos, precisó
Alfredo López Austin.
Esto, acotó, es útil para comprender no sólo la migración
sino cómo los mexicas se habituaron perfectamente al tipo de agricultura
reinante en el Valle de México: la chinampera. Aunque también tenían
conocimientos sobre caza, recolección y pesca lacustres.
También fueron hombres proclives a la guerra. En esa
época, un pueblo pobre podía ser reclutado fácilmente para ese fin, por otros
grupos poderosos. Por ello, “al principio tuvieron que someterse y pagar
tributo a los tepanecas, cuya capital era Azcapotzalco”.
Poco después de su fundación, apuntó el historiador
Navarrete, Tenochtitlán era un pueblo humilde construido en unos islotes. No
había mucho territorio y sus pobladores se dedicaban a actividades sencillas.
Hasta 1427 el pueblo mexica estuvo sometido a los
tepanecas, porque en ese año se aliaron con los tetzcocanos y derrotaron a sus
opresores. Entonces crearon la Triple Alianza con Tetzcoco y Tlacopan, hoy
Tacuba. Así, conquistaron otros pueblos y extendieron sus dominios para
construir uno de los más grandes imperios de Mesoamérica.
La nobleza mexica
Para entrar en el contexto político existente, los
mexicas tuvieron que ajustarse a las reglas del juego. Aunque tenían la madurez
política para fundar una ciudad y empezar a organizarla, no contaban con el
linaje suficiente para gobernar. Por ello, se dieron a la tarea de buscarlo y
consiguieron un príncipe colhua, explicó Agustín López Austin.
Así, Acamapichtli se convirtió en el primer gobernante de
ese pueblo; pero como su esposa no podía tener hijos, decide casarse también
con las hijas de los guías de los distintos grupos llegados a Tenochtitlán. Con
ellas sí tiene descendencia y los niños son pasados entre las piernas de la
reina para hacer un parto ritual. De este modo es como se instaura la nobleza
mexica.
En opinión de este investigador emérito, aún hay mucho
que decir sobre este periodo histórico, pero sería conveniente hacerse
preguntas como: “¿Hasta qué punto los relatos de la migración de los mexicas
son históricos o míticos?, ¿por qué son tan parecido unos a otros? o ¿qué tan
chichimecas eran los mexicas?
En ese sentido, Patrick Johansson recomendó leer los
documentos indígenas en función de los criterios propios de cada pueblo, “de
otro modo tendemos a desvirtuar su historia y su pensamiento”.
“El momento de la fundación de Tenochtitlán está en la
atemporalidad del mito. Si los mexicas dicen que así fue, así dejémoslo, y si
se le quiere poner una fecha pongamos el año de 1325, sea mítico o histórico”,
concluyó.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Para Alfredo López Austin,
investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la
UNAM, fueron los españoles, quienes tomaron a los mexicas como modelo para
reconstruir la sociedad tras la Conquista.
Foto 2
Los mexicas no fueron un pueblo
excepcional, ni el más culto e innovador o quienes sentaron las bases de una
forma de gobierno; simplemente dominaban la región de México-Tenochtitlán a la
llegada de los españoles, sostuvo Federico Navarrete Linares, del Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM
Foto 3
Patrick Johansson, miembro del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, afirmó que los relatos sobre la salida de Aztlán y la fundación de Tenochtitlán, deben considerar su componente mitológico.