Boletín UNAM-DGCS-520
Ciudad Universitaria
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ESTÍMULOS FISCALES Y ASISTENCIA TÉCNICA, FORMAS DE MEJORAR COMPETITIVIDAD DE LAS MICRO Y PEQUEÑAS EMPRESAS
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Otra manera de hacerlo sería fortalecer su
función administrativa en el manejo de recursos e insumos
·
También debería estimularse la capacidad de
innovación de este tipo de negocios
· Destacó Genaro Sánchez Barajas, de la Facultad de Economía de la UNAM
Para
mejorar la competitividad de las micro y pequeñas empresas en México habría que
otorgar estímulos fiscales y asistencia técnica suficiente, así como
orientación, para resolver problemas financieros, tecnológicos, fiscales y
jurídicos, en forma prácticamente gratuita, afirmó Genaro Sánchez Barajas, de
la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
Adicionalmente, es preciso difundir el papel
que juegan dichos estratos empresariales en la economía y el desarrollo
socioeconómico; fomentar su desempeño en un régimen de competencia interna y
externa; fortalecer su función administrativa en el manejo de recursos e
insumos; eliminar barreras a su desarrollo y modernizar su marco regulatorio,
sugirió.
Del
mismo modo, se necesita estimular su capacidad de innovación en un sentido
amplio que va desde la tecnología, hasta las nuevas formas de organización y
promoción; así como fomentar la construcción y ampliación de las redes
empresariales. En resumen, se trata de consolidar la cultura empresarial.
Este
tipo de empresas, comentó, tiene, entre otras, las siguientes ventajas sobre
las grandes: se adaptan más rápidamente a los ciclos económicos y a las
cambiantes preferencias del consumidor; el monto de su inversión es reducido y
la capacitación del personal es menos onerosa.
Además,
es más fácil, aunque no siempre barata, la obtención de materias primas;
utilizan insumos locales; la formación empresarial generalmente ha sido
empírica, y los gastos de mantenimiento y administración son menores, destacó
Sánchez Barajas al hablar sobre el Entorno macroeconómico de las micro y
pequeñas empresas mexicanas.
Cabe resaltar que, de conformidad con las
estadísticas oficiales para 1999, la planta productiva nacional contaba con dos
millones 726 mil 366 establecimientos, de los cuales el 96% eran micro
empresas, 2.9% pequeñas, 0.8% medianas y sólo al 0.3% restante correspondía a
las grandes.
Según
el criterio del gobierno federal mexicano, informó el experto, son consideradas
micro empresas aquellas que cuentan con hasta 30, 5 y 20 empleados, para los
sectores manufacturero, comercio y servicios, respectivamente; en el caso de las
pequeñas, estas cifras son como sigue: de 31 a 10, de 6 a 20 y de 21 a 50.
Asimismo,
el mayor número de establecimientos se concentra en el Distrito Federal,
Jalisco, Estado de México, Nuevo León y Michoacán. Dentro de las actividades a
las cuales se dedican, predominan las de los pequeños comercios, la industria
artesanal y la distribución de bienes de consumo, en particular alimentos,
bebidas, productos de cuero y textiles.
Se
estima, además, que contribuyen con el 34% del PIB, 60% del empleo y 9% de las
exportaciones directas e indirectas, señaló durante la cuarta sesión del Curso
de Actualización de Profesores y Alumnos de Excelencia Aspectos Financieros y
de Inversiones, dentro de la Cátedra Extraordinaria José María Luis Mora.
Consideró que la globalización “no ha
eliminado barreras económicas y no económicas que limitan la competitividad de
esas empresas”, tales como la forma aislada en que operan los empresarios y sus
proveedores, y la cotización anárquica de procesos, maquinaria y equipos industriales.
Aunado a ello se encuentran las escasas redes
oficiales en el país para difundir la rentabilidad de ciertas actividades; la
existencia de cadenas productivas incompletas que no garantizan el flujo
permanente de materias primas hacia las manufacturas; el desconocimiento en
muchas actividades de la existencia de técnicas innovadoras, y la falta crónica
de recursos para capacitación, tanto de operarios como de ejecutivos.
Entre
los empresarios, añadió, tampoco existe un monitoreo permanente de los mercados,
por lo que programan su producción a corto plazo, y no es fuerte ni permanente
la colaboración entre grandes y pequeñas empresas a través de relaciones
mutuamente ventajosas para ambas, recalcó en la Sala de Videoconferencias Ricardo
Torres Gaitán de la FE.
Uno
de los países ricos donde mejor se desarrollan estas empresas es Estados
Unidos, destacó Sánchez Barajas. En dicho país, los negocios con menos de cien
trabajadores tienen el mérito de crear dos de cada tres nuevos empleos; de
hecho, la Federación Nacional de Negocios Independientes ha señalado que
representan la tercera economía más grande en el mundo.
Los
aspectos que podrían mejorarse en nuestro vecino del norte son la regulación,
pues la burocracia hace difícil la tramitología para constituir y poner en
marcha una pequeña unidad de producción; en ese sentido, los seguros privados
constituyen su problema más grande, pues son muy costosos.
Acerca
de los factores que han estimulado la micro y pequeña empresa en Estados
Unidos, dijo, son el dinámico crecimiento de su economía; la disponibilidad de
recursos monetarios; un sistema legal que no estigmatiza al empresario (“al
cometer una equivocación lo toma como aprendizaje”); el desarrollo empresarial
estrechamente ligado a la cultura estadounidense (“el sueño americano”), y un
mercado laboral relativamente flexible, entendiendo por esto último que permite
contratar y despedir trabajadores más fácilmente que en cualquier otra parte.
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PIE DE FOTO
Genaro Sánchez Barajas, catedrático de la Facultad de Economía de la UNAM, aseguró que para mejorar la competitividad de las empresas, es necesario otorgarles estímulos fiscales y asistencia técnica.