Boletín UNAM-DGCS-283
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final del boletín
LA
LUCHA CONTRA LA EXCLUSIÓN SOCIAL, PRIMER PASO DE LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS
·
El concepto tiene que ver con el derecho de
los sujetos a los bienes y servicios que la sociedad pueda ofrecerles
·
Los cuatro grupos más vulnerables a la
exclusión social son los niños, las mujeres, los ancianos y los discapacitados,
destacó Carlos Arriaga
·
El director de la Escuela Nacional de
Trabajo Social opuso a la exclusión el establecimiento de modelos de
integración social
La lucha contra toda forma de
exclusión social debe ser el primer paso de una sociedad que quiere ser
realmente democrática y desea el cambio, manifestó Carlos Arriaga, director de
la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM. Por ello, es
importante retomar ese aspecto muy seriamente.
Dicho concepto pone de relieve
las desventajas de acceso a bienes y servicios básicos que tienen determinados
sectores de la población, como -sobre todo- educación, salud y empleo. Esto
porque, normalmente, al hablar de prosperidad nos referimos a criterios
estrictamente económicos, subrayó el funcionario.
Explicó que hay dos niveles de exclusión
social: la coyuntural, de la que forman parte grupos que tenían acceso al
empleo y hoy no lo tienen, así como la referida a aquellos sectores que nacen excluidos y nunca tendrán ciertos
satisfactores.
Aclaró que la discriminación social es
una forma de expresión de la exclusión, aunque esta última es mucho más amplia.
En México, algunos estudios
señalan que 33 de cada cien jóvenes entre los 23 y 28 años de edad no han
tenido acceso a la educación, ni lo tendrán en los próximos 10 años; por lo
tanto, tampoco conseguirán un empleo adecuado.
El Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática, agregó, habla de más de 500 mil empleos perdidos en el 2002. Existe,
entonces, una gran masa de población que antes tenía ciertos recursos
económicos para tratar de satisfacer sus necesidades y que hoy ya no puede
hacerlo.
Además, en la actualidad las
personas desempleadas tardan mucho más tiempo en encontrar trabajo. “Antes
pasaban dos o tres meses, ahora pueden pasar años”, añadió.
Respecto al número de pobres
en nuestro país, existen varias cifras, expuso Arriaga. Según el especialista
Julio Boltvinik es de 70 a 75 millones; estudios realizados por el actual
gobierno señalan que es de alrededor de 45 millones. El dato depende del método
de medición que se utilice.
Lo paradójico –abundó- es que
México es una de las naciones que tiene proporcionalmente mayor número de
pobres y ricos en el mundo. Esto significa que hay una desigualdad tremenda en
la distribución de la riqueza y el ingreso.
Cabe agregar que los cuatro
grupos más vulnerables a la exclusión social son los niños, las mujeres, los
ancianos y los discapacitados. A escala mundial, de acuerdo con el Fondo de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), hay 875
millones de personas analfabetas en el mundo, de las cuales el 63.7% son
féminas. Asimismo, 110 millones de infantes, entre los 6 y los 12 años, no
tienen acceso a la escuela.
Destacó también que
generalmente no se distingue todo lo que la exclusión social trae aparejado,
como la pérdida de la identidad, donde el sujeto ya no se siente ligado a nada,
no tiene parámetros en los cuales reconocerse; se crean entonces sujetos
individualizados, sin arraigo.
Por eso, dijo, “creemos que
éste debe ser un fenómeno estudiado con mucho detenimiento, al cual tendría que
dársele mayor importancia de la que hasta el momento se le otorga”, y que para
solucionarlo se tienen que “establecer modelos de integración social”.
Dichos modelos, explicó, se
enfocan a lograr que individuos excluidos se integren a una vida de bienestar,
con todos los derechos que ello implica, lo cual implica replantear éstos
últimos. En Europa se trabaja en la realización de políticas que los
contemplen; en México pudiéramos hacer lo propio.
Recursos –enfatizó– sí los
hay, el problema es que se canalizan más al pago de la deuda y mucho menos a
los aspectos no productivos de manera inmediata, como son la educación y la
salud, cuando no hay mejor inversión que no sea en esos dos rubros.
La parte central de ese tipo
de modelos es poner al sujeto en el centro de las decisiones; contemplan
también los aspectos sociales del contexto de los individuos y proponen diseños
de interacción acordes con la realidad.
“Obviamente, para que todo
esto se lleve a cabo debe haber una voluntad del gobierno de querer hacer las
cosas de manera diferente”, sentenció.
Desgraciadamente –resaltó el
universitario- en nuestro país “no se cumple lo plasmado constitucionalmente.
Pero lo más grave es que los sujetos están acostumbrándose a perder el derecho
de tener derechos; no pelean por ellos, no defienden los que tienen y han
conquistado durante muchos años”.
En este sentido, advirtió, es
necesario buscar formas de participación ciudadana. Si esas demandas no son
atendidas a tiempo pueden derivar en crisis de explosiones sociales fuertes.
Los excluidos “pueden cobrar conciencia y generar situaciones difíciles”.
Al respecto, Carlos Arriaga planteó que “en el caso de los partidos
políticos, éstos deberían asumir una postura, un proyecto de país –y por lo
tanto de gobierno– donde lo social esté por encima de los criterios económicos,
donde se dé plena validez a este tipo de derechos, el cual garantice que ningún
niño se quede sin escuela ni ningún joven sin empleo, o que ningún anciano
vivirá desprotegido, abandonado”.
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PIES DE FOTO
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La lucha contra
toda forma de exclusión social debe ser uno de los primeros pasos a seguir por
parte de las sociedades que quieren ser realmente democráticas y desean el
cambio, afirmó Carlos Arriaga, director de la Escuela Nacional de Trabajo
Social de la UNAM.
FOTO 2
Hay dos niveles de exclusión social: la coyuntural, es decir, de la que forman parte grupos que tenían acceso, por ejemplo, al empleo y hoy no lo tienen, y la referida a aquellos sectores que nacen excluidos y nunca tendrán acceso a ciertos satisfactores, dijo Carlos Arriaga, director de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM