Boletín UNAM-DGCS-204
Palacio de Minería
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El rector de la UNAM aseguró que no se puede
gobernar desde la intolerancia y que no existe cambio perdurable si no es a
través de la ley
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José Woldenberg, Andrés Manuel López Obrador
y Manuel Camacho Solís apoyaron la postura pacifista del gobierno federal y
demandaron mantener la unidad y cohesión internas
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Olga Sánchez Cordero, ministra de la SCJN,
dijo que en la actualidad el pensamiento de Juárez deviene de sus obras, su
afán y su actuar
El rector de la UNAM, Juan
Ramón de la Fuente, afirmó que ante el conflicto contra Irak, México debe
mantener y asumir con firmeza, prudencia e inteligencia las consecuencias de su
posición pacifista, porque no tiene justificación para modificarla.
Aseguró que “no se puede
gobernar desde la intolerancia, que la moralidad política es fundamental para
tener y mantener credibilidad ante la sociedad y que no existe cambio
perdurable si no es a través de la ley”.
Al recordar la importante
labor de Benito Juárez, a dos días de su natalicio, parafraseó su posición del
27 de abril de 1866 frente al gobierno de nuestro vecino país del norte,
“renglones verdaderos en nuestros días”: al gobierno americano, como amigo, no
se le debe cansar con lo que es sólo de nuestro interés y, como a los
poderosos, se le debe tratar con tal delicadez, que no debemos hacer que
indique algo de humillación de nuestra causa.
Acompañado por el consejero
presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg; el jefe del
gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, y la ministra de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Olga Sánchez Cordero, el rector
participó en la primera mesa del Coloquio “Actualidad de Juárez. Encuentro
conmemorativo”.
Los participantes apoyaron la
postura pacifista gubernamental, al subrayar que es momento de mantener la
unidad y cohesión interna. Al tiempo, hicieron una visión retrospectiva de la
vida política de Benito Juárez y resaltaron el papel ideológico que marcó en
rubros como la educación, el laicismo, el derecho y la religión.
En el Salón de Actos del
Palacio de Minería, Juan Ramón de la Fuente señaló que no hay mexicano
preocupado por la dignidad del hombre, por el respeto al suelo donde vive y por
el servicio público que no retorne con fecunda periodicidad al legado
ideológico del presidente Juárez.
El pensamiento del Benemérito
de las Américas, resaltó, sigue vigente en el México contemporáneo, porque a
los grandes estadistas no se les mide sólo por lo que realizan, sino por lo que
vislumbran del futuro y sueñan para sus pueblos.
Rememoró al Juárez reformador,
visionario, demócrata y educador. Mencionó que supo que el pueblo es la única
fuente legítima del poder y de la autoridad, pues el poder tiene el límite que
le imponen las leyes, las cuales no deben perseguir otro fin que el de la
justicia.
Pero, Juárez también postuló
que la instrucción es la base de la prosperidad de un pueblo y, en
consecuencia, estableció primero el Ministerio de Justicia e Instrucción
Pública.
Además, dedicó los mejores
años de su vida a crear y transformar instituciones públicas, a incrementar la
conciencia ciudadana y fortalecer el ejercicio de los derechos cívicos.
A su vez, el consejero
presidente del IFE, José Woldenberg, habló sobre la defensa que Benito Juárez
hizo del laicismo en la vida pública para lograr la convivencia social
tolerante, racional y civilizada.
Destacó que la revisión de los
postulados del liberalismo mexicano de la Reforma, con relación al laicismo,
remite a la reivindicación de la convivencia pacífica entre las naciones y las
culturas.
Juárez y su generación,
abundó, vivieron la experiencia de un México que se vio invadido por una
potencia extranjera arropada en las pretensiones de un imperialismo intolerante.
Ante el terrorismo
fundamentalista, que pretende subordinar el poder político a la fe, las
dictaduras que buscan negar la diversidad política, étnica y cultural de sus
sociedades que llegan incluso al exterminio físico y, aún en Occidente, un poder
estatal hace la guerra amparándose en el nombre de Dios y la verdad, como
ocurría en otras épocas oscuras de la humanidad, los mexicanos formados en la
tradición de la legalidad internacional, el multilateralismo y el anhelo de la
paz, condenamos al régimen dictatorial de Hussein y la agresión contra Irak.
Ambas, subrayó, pasan por
encima del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y quebrantan la voluntad
expresa de millones de ciudadanos del mundo.
El consejero presidente del
IFE precisó que hoy en día pocos se negarían a refrendar la libertad de
creencias y culto, una de las garantías individuales de la Constitución. Para
garantizarla, sostuvo, debe preservarse el carácter laico del Estado y del
complejo de instituciones educativas y culturales de todo tipo en la que se
desenvuelve la vida pública.
El laicismo, dijo, es la
primera condición de convivencia de cohesión social de un país diverso y plural
como es México.
El jefe de gobierno del
Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, manifestó que la política debe
huir de las exageraciones y en ella los temperamentos medios participan de
todos los inconvenientes de los extremos, sin ninguna de sus ventajas.
Para transformar la realidad
del México contemporáneo, puntualizó, se requiere un juarismo en lo político y
un cardenismo en lo social. Una síntesis armónica de lo mejor de nuestra
experiencia histórica, ceñida y adaptada a las circunstancias actuales del
país.
En cualquier propuesta para
transformar la realidad del México de hoy, indicó, se debe tener presente la
rica experiencia política de la Reforma y de la República Restaurada.
Consideró necesario tomar en
cuenta que en circunstancias adversas, manteniendo principios, se pudo cambiar
en lo estructural y gobernar con apego a las reglas escritas de la
Constitución, con transparencia, honestidad y defensa de la soberanía nacional.
En su exposición, el moderador
de la mesa, Manuel Camacho Solís, recalcó que la preocupación actual es que el
país pueda entrar en una zona de peligro sin tener brújula.
Cuando existen dudas, planteó,
es necesario pensar; cuando hay inferioridad de fuerzas, se requiere poner en
alto los principios y saber esperar, y cuando cambian las condiciones y se abre
la posibilidad de la victoria debe pensarse en la paz.
Hizo hincapié en que Juárez no
se pudo dar el lujo de la soberbia “que ciega a los poderosos”. Intuía y
aprendió que, hasta en la victoria, cuando había derrotado a todos sus enemigos
y restaurado la República, la virtud y la fortuna le aconsejaban aprovechar el
momento para hacer la paz.
El Benemérito de las Américas,
sostuvo, aprendió que la fortuna no es perpetua y que lo que hoy parece
ignorarse por completo es que “es más fácil hacer la guerra que hacer la paz”.
La ministra de la SCJN, Olga
Sánchez Cordero, recordó la presencia de Juárez en esa institución, donde fue
presidente. Expresó que la actualidad en su pensamiento no deviene sólo de sus
ideas, discursos o palabras sino de sus obras, su afán y su actuar.
Juárez, agregó, no sólo supo
resistir todo tipo de presiones y tener la virtud de tomar decisiones con esa
decisión de estadista, pero además, tuvo la habilidad de encontrar y cooperar
con las personas compartiendo ideales y valores, inteligencia y patriotismo que
supieron como responder a las necesidades, cuya solución urge a la patria.
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