Boletín UNAM-DGCS-194
Ciudad Universitaria
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Pies
de fotos al final del boletín
DEFENDER
NUESTRAS INSTITUCIONES, LA MEJOR FORMA DE CONMEMORAR LA EXPROPIACIÓN PETROLERA
·
Tiene un profundo significado en la historia de
México: Fabio Barbosa, del IIEc
·
Según Rebeca de Gortari, del IIS, uno de los retos
actuales de Pemex es continuar como pilar del gasto gubernamental
·
El historiador Ricardo Pérez Montfort refirió que una
desapropiación total de la industria petrolera encontrará resistencia en
diversos sectores
La expropiación petrolera tiene
un significado profundo en la historia de México y forma parte de nuestra
identidad nacional. Por ello, la mejor forma de conmemorar su 65 aniversario es
redoblar la defensa de nuestras instituciones, afirmó el investigador Fabio
Barbosa Cano, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc).
Ese hecho, acontecido en 1938
por decreto del presidente Lázaro Cárdenas, representó para la sociedad
mexicana y el gobierno el desafío de rescatar sus recursos naturales y
significó una lucha cotidiana contra los intereses extranjeros afectados, los cuales en la actualidad intentan retomar
el control del petróleo, elemento de primera importancia para el desarrollo
económico del país, aseguró.
Petróleos Mexicanos, en opinión
de Rebeca de Gortari, investigadora y secretaria académica del Instituto de
Investigaciones Sociales, enfrenta hoy el reto no sólo de seguir siendo una
empresa estratégica para el país y de atender las nuevas exigencias del mercado
externo, sino de continuar como el pilar del gasto gubernamental.
Por ello, es necesario analizar a la paraestatal como
sostén del modelo económico que se desea impulsar y redefinir su relación con
el gobierno federal, de modo que sea autónoma y capaz de tomar decisiones
técnicas y administrativas, en relación con cómo y cuándo se debe explorar,
producir o exportar el recurso.
Para Ricardo Pérez Montfort,
historiador y director de la Revista de la Universidad de México, la eventual
desapropiación total de la industria petrolera "afectaría mucho al ámbito
ideológico de ciertos sectores de la sociedad y las herencias de la Revolución
Mexicana, por lo que va a encontrar mucha resistencia".
Aunque ya no gobierna el
Partido Revolucionario Institucional, "en la conciencia popular –sí se
puede hablar de ésta en términos tan amplios- en los sectores medios y, desde
luego, en ciertas áreas de la actividad política en las que el nacionalismo
todavía es una bandera o un principio", ese proceso resultará difícil.
Barbosa Cano se pronunció a
favor de una reforma energética en materia petrolera, pero aquella que
"nos lleve a asegurar la máxima recuperación y aprovechamiento de los
hidrocarburos en nuestros yacimientos, el uso adecuado de las reservas, así
como disponer de instrumentos de fiscalización y administración, lo cual exige
que participen organismos técnicos altamente capacitados. Pemex no es de los
administradores ni del gobierno federal en turno".
Manifestó que la
"batalla" en defensa de los recursos estratégicos del país tiene que
librarse en el "frente" del desarrollo tecnológico. Debe lucharse
porque los ingresos por petróleo tengan el mejor uso posible, no en gasto
corriente, sino en el fortalecimiento del presupuesto para instituciones de
educación superior y de investigación como la propia UNAM, por ejemplo.
A pesar de que en su momento la
expropiación petrolera significó recuperar la soberanía, en la medida en que el
gobierno no tenía control sobre dicha variable -que ha representado en la
historia un impulso para la economía de las naciones-, hoy, debido a la
carencia de recursos financieros, ha sido necesaria la creciente apertura del
sector; para respaldar proyectos con capital extranjero.
Ningún país, continuó Barbosa,
puede pretender vivir de espaldas al proceso de la globalización, pero sí
conviene proteger la autonomía tecnológica y financiera. En ese sentido, el
resguardo de los recursos estratégicos es parte de la defensa de la soberanía y
la seguridad nacionales.
Consideró correcta la
participación del capital privado nacional y extranjero en la industria
petroquímica (fabricación de productos inorgánicos, base de la industria
química, farmacéutica, cosmética, de plásticos, etcétera) sólo si las plantas
se quedan en territorio nacional y parte de las ganancias son reinvertidas en
nuestro país.
De ese modo se mejora la
balanza comercial y se evitan importaciones, además de que se fortalece el
empleo. "Con estas condicionantes, no deberíamos cerrarnos a la
contribución de los recursos externos en el desarrollo de nuestra
industria", expresó.
Ninguna nación, añadió, puede
llegar a la absoluta autonomía financiera y tecnológica, además se debe
recordar que, a través de la historia, hemos tenido en México participación de
capital privado en muchas áreas de la industria petrolera. "Con
transparencia, limitado a un programa de desarrollo del sector y de la
industria, sí es conveniente la participación del capital extranjero".
Después de la expropiación,
abundó, Pemex atendió al mercado interno en el contexto de una economía
proteccionista. Luego, con nuestras debilidades financieras y tecnológicas,
quedamos insertos en un nuevo orden petrolero mundial donde nos convertimos en
exportadores de crudo e importadores de gasolina.
En el peor momento de la compra
de gasolina, uno de cada cuatro litros provenía del exterior. En la actualidad
esa tendencia, aunque menor, continúa junto con la importación del gas natural,
que es mucho más seria.
Mencionó que en el presente se
producen aproximadamente 3.2 millones de barriles de petróleo al día. Es un
volumen importante y muestra de ello es que desde que comenzó la explotación
del recurso en nuestro país (1901) y hasta el momento de la expropiación se
produjeron alrededor de mil 500 millones, cifra que hoy se alcanza en un año.
El problema, añadió, es que más
de la mitad de esa materia prima se vende al exterior (Estados Unidos,
principalmente), sin ningún proceso de elaboración, o sea, sin valor agregado.
Esta situación debe ser una preocupación que se sume a la defensa cotidiana de
la industria petrolera nacional.
Barbosa aseguró que, con base
en estudios de exploración y reservas de crudo, es posible establecer que
México tiene un potencial tan importante que seguirá participando en el mercado
mundial de petróleo por alrededor de cinco décadas más. Se estima que para el
2006 la producción alcance niveles de 4 millones de barriles diarios, y para el
2010 de 4.2 millones.
Reconoció que un porcentaje de
los campos petroleros ha entrado en fase de declinación de su producción, lo
cual no significa que se deban apresurar las reformas legislativas que permitan
la apertura del sector, sino implica que se formen organismos técnicos, los
cuales vigilen las operaciones y establezcan si la explotación actual es
racional o no.
De los 300 campos que existen
en el territorio nacional (incluyendo los de gas), tan sólo en 30 se aplican
sistemas de inyección de agua para lograr un mejor barrido –y por lo tanto
aprovechamiento- de los hidrocarburos. Ese y otros retos, como el mantenimiento
de los pozos, forman parte de la necesaria reforma en el sector energético.
Según Rebeca de Gortari, ha
habido una serie de intentos para que Pemex se transforme o funcione como una
empresa privada. "No se trata de su venta a los intereses privados, sino
de modificar su funcionamiento". Así sucedió cuando se descentralizó en
cuatro grandes organismos: Refinación; Exploración y Producción; Gas y
Petroquímica Básica, y Petroquímica.
Desde que el nacionalismo
económico (originado con la expropiación de 1938 y que estuvo vigente hasta la
década de los 80) se abandonó, no ha sido claro para los gobiernos -incluido el
actual- qué tipo de empresa debe ser Petróleos Mexicanos.
En la actualidad funciona de
manera contradictoria, porque es una empresa pública que aspira a comportarse
como privada, pero sin la autonomía para la toma de decisiones y el uso de sus
recursos, al grado que el Ejecutivo interviene en la designación del Consejo de
Administración, así como en la supervisión de sus políticas, y la secretaría de
Hacienda controla sus ingresos y egresos.
De tal modo que prácticamente la totalidad de los
ingresos de Pemex va al gasto público y poco le queda para financiar su propio
desarrollo y procesos, como los de exploración y explotación del recurso.
Por ello, para que una reforma
energética en materia de petróleo sea viable, es necesario asegurar primero que
Pemex responda a los imperativos de una verdadera empresa; es decir, que
garantice la recuperación, aprovechamiento y administración racional de los
recursos, y que sus políticas sean establecidas por organismos técnicos.
De Gortari reseñó que la
nacionalización de la industria petrolera (cuya gestación puede observarse
mediante tres vertientes: su papel para el desarrollo económico del país, las
relaciones entre éste e Inglaterra y Estados Unidos, así como entre el gobierno
mexicano y el movimiento obrero) se puede ver como un proceso que culminó en
1938, pero que se fue preparando desde finales de la década de 1920.
Desde el inicio del gobierno de
Lázaro Cárdenas quedó expresada en el Plan Sexenal la voluntad de continuar
recibiendo a los capitales extranjeros, pero con nuevas reglas. El plan era
cambiar la relación con las compañías inglesas y estadounidenses, recuperando
la soberanía del Estado sobre los recursos, además de que pagaran más impuestos.
A eso se añadió el descontento
de los trabajadores petroleros, quienes, ya con la Ley Federal del Trabajo
establecida (1931) exigían mejores condiciones laborales y sueldos.
Pérez Montfort explicó que los
problemas por el petróleo en México iniciaron con su explotación misma, durante el gobierno de Porfirio Díaz, no
sólo entre el Estado concesionario y las compañías, sino por la tenencia de la
tierra donde se realizaba, la organización de los trabajadores, etcétera.
En 1911, Francisco I. Madero
puso el primer freno a las ya ricas compañías al decretar un impuesto sobre la
producción petrolera. Más tarde, en 1917, la Constitución en su artículo 27
estableció que la tierra y los recursos naturales eran propiedad de la Nación.
La expropiación del viernes 18
de marzo de 1938, dada a conocer al pueblo a las 10 de la noche a través de
todas las estaciones de radio del país, fue resultado de un proceso muy largo,
que entró en crisis periódicamente, como ocurrió con la huelga del Sindicato
Único de Trabajadores Petroleros -formado en diciembre de 1935- estallada el 28
de mayo de 1937.
Luego, la Junta federal de
Conciliación y Arbitraje emitió un fallo a favor de los trabajadores, por medio
del cual las compañías extranjeras (entre ellas El Águila, Huasteca Petroleum y
Sinclair Pierce Oil Company) deberían pagar 26 millones de pesos de salarios
caídos de la huelga de mayo. Las empresas se ampararon, pero la Suprema Corte
de Justicia les negó ese recurso legal el 3 de marzo de 1938.
Vino después la expropiación y
la única compañía petrolera mexicana, Petromex, fue absorbiendo paulatinamente
las concesiones. El 7 de junio de 1938 se publicó el decreto de creación de
Petróleos Mexicanos que inició sus actividades el 20 de julio.
Se trató de una decisión que
requirió de mucha habilidad política de Cárdenas y su equipo, en especial de
Francisco J. Mújica (encargado de redactar el decreto), por el momento
internacional que se vivía: los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial.
Además, el hecho se convirtió
en un modelo para otros países latinoamericanos de donde también se extraía la
materia prima sin beneficios para su población, y por ello fue una medida
peligrosa para los intereses de los capitales extranjeros. En ese sentido
"tuvo una trascendencia enorme", agregó el historiador.
Esta reivindicación, esta
defensa de la soberanía, se plantea como un mito de unidad que permite asociar a
los mexicanos (incluida la Iglesia) alrededor de un postulado, a pesar de que
luego de la nacionalización vino una crisis que afectó a la mayoría de la
población, mencionó Pérez Montfort.
En México se vivió una fiesta de solidaridad y el
pueblo acudió al llamado del gobierno para contribuir al Fondo de Cooperación
Nacional, al cual se canalizaron las iniciativas públicas y privadas para
reunir fondos y pagar las indemnizaciones a las compañías expropiadas. Asimismo, se formaron los primeros técnicos
mexicanos que se encargaron de la industria y el petróleo se convirtió en el
primer generador de ingresos para el gobierno federal, tal y como ocurre hasta
ahora.
---000---
PIES DE FOTO (LAS MISMAS DEL BOLETÍN 184)
Foto 1
Fabio Barbosa Cano, del Instituto de Investigaciones Económicas,
dijo que la expropiación petrolera de 1938 significó una lucha que se repitió
día con día en contra de los intereses extranjeros afectados.
Foto 2
La investigadora y secretaria académica del Instituto de
Investigaciones Sociales, Rebeca de Gortari, aseguró que es necesario analizar
a Pemex como sostén del modelo económico que se desea impulsar, así como
redefinir su relación con el gobierno federal.
Foto 3
Ricardo Pérez Montfort, director de la revista Universidad de México, señaló que la expropiación petrolera se planteó como un mito de unidad que permitió asociar a los mexicanos alrededor de un postulado, a pesar de que luego de la nacionalización vino una crisis que afectó a la mayoría de la población.