Boletín UNAM-DGCS-188
Ciudad Universitaria
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Pie de fotos al final del boletín
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El documento contiene salvaguardas que bien
podríamos utilizar en nuestro provecho
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Señaló lo anterior Pablo Ruiz Nápoles,
profesor de la Facultad de Economía y Secretario del Consejo Académico del Área
de las Ciencias Sociales de la UNAM
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Participó en la Feria PAPIME-PAPIIT realizada
en la Facultad de Economía de esta casa de estudios
El Tratado de Libre Comercio
con América del Norte (TLCAN) no ha traído los resultados esperados, pero
“tampoco ha sido el villano de la película” dijo Pablo Ruiz Nápoles, profesor
del Posgrado en Economía en la Facultad de Economía (FE).
No ha dejado los beneficios que
se pensaron al principio ni siquiera en los términos en los que el gobierno lo
quería vender originalmente, por lo tanto se concluye que no se han tenido los
resultados esperados, indicó.
El problema con este acuerdo,
aseguró, es de lectura. No han hecho lo propio “ni las autoridades, ni los
involucrados; están discutiendo el tema en el aire”. En realidad, agregó, “no
saben qué medidas se pueden tomar y cuáles no”.
Por lo tanto, para resolver el
problema del campo vinculado al TLCAN -por ejemplo- lo primero que debería
hacerse es analizar este documento a fondo; “ahí podríamos ver que hay
salvaguardas utilizadas muy bien por Estados Unidos y que aquí no se tocan
porque no se conocen”.
El TLCAN señala que hay que
abolir los aranceles, no la política industrial, como ocurrió en nuestro país,
y ésta incluye el fomento, la regulación y la organización de la planta
productiva, añadió el investigador en la mesa redonda Apertura comercial en
América del Norte.
Durante la Feria PAPIME-PAPIIT
realizada en la FE, Ruiz Nápoles precisó que al hacer un estudio sistemático de
los efectos de ese tratado “lo que se ha visto (en nuestro país) ha sido la
desincorporación de cadenas productivas”, especialmente de las ramas
tradicionales mexicanas, lo cual -en realidad- no representa “la debacle que
algunos quieren pintar”, pero tampoco puede decirse “ que no le haya pasado
nada a la economía”.
Entre los cambios observados
mencionó, por ejemplo, que las exportaciones ahora están vinculadas más bien al
sector importador ya que, por lo regular, se adquieren las materias primas en
otros países, sobre todo en ramas de alta tecnología que es la que en este
momento significa más ventas al exterior. En consecuencia, ha habido un ingreso
muy fuerte de divisas.
De hecho, año con año se han
incrementado las importaciones, pero al mismo tiempo se está exportando mucho.
“El resultado, en términos del área de libre comercio, ha sido que México tiene
una balanza comercial favorable, es decir, las exportaciones son más que las
importaciones, a pesar de todo”. De 1995 a 2002 dicho balance ha sido positivo.
En el último año este saldo a favor asciende a más de 32 mil millones de
dólares. Por lo tanto, puede decirse que éste ha sido un efecto positivo del
TLCAN.
Sin embargo, “con el resto del
mundo dicho indicador ha sido mayormente desfavorable en esos mismos años, de
manera que, a nivel mundial, la balanza comercial global de México es
negativa”, aseveró en el Área de Lectura Diego G. López Rosado de la Biblioteca
Enrique González Aparicio.
Cabe señalar que “las ramas
exportadoras más importantes
–comentó– son entre otras la petrolera, la química y la automotriz, que
incluye la de autopartes y la de motores”.
El caso del empleo también es
contradictorio: ha crecido mucho, pero lo no lo suficiente para frenar los
flujos migratorios a Estados Unidos
–que, al contrario, se han incrementado–, ni el desempleo. Sobre este último fenómeno, comentó que las
cifras existentes no son muy confiables. “Se reportan como empleadas personas
que trabajan una o dos horas al mes y no están formalmente registradas; así no
podemos conocer bien a bien la magnitud del problema”.
El porcentaje de generación de
trabajos por exportaciones alcanzó entre 1995 y 1998 más del 10% del empleo
total, que es sin duda una parte importante debida directa e indirectamente a
éstas. Pero el mercado interno sigue proporcionando la mayor parte de las
fuentes laborales; esto es, todavía no se alcanza el punto de que las
exportaciones y las maquiladoras sean mayoritarias como generadoras de empleo.
Asimismo, el investigador
expuso que este tratado ha tenido distintos efectos, no sólo económicos, sino
también políticos y, sobre todo, sociales en los tres países. “No se puede
decir que es la panacea ni el demonio. Ha tenido resultados positivos en unas
áreas y negativos en otras”, aseveró.
Finalmente, Ruiz Nápoles
expresó que este acuerdo internacional no se puede revertir, “y aunque hubiera
la manera de hacerlo no nos convendría; el país y el mundo ya cambiaron, ya son
otros, para bien o para mal estamos en otra situación”. De esta forma,
concluyó: “lo que hay que hacer es leer el tratado y ver qué mecanismos del
mismo podemos usar para armar una política industrial y agropecuaria sensatas
que protejan a nuestros productores, defiendan el empleo, estimulen la
inversión productiva lo más que se pueda y desalienten la inversión
especulativa”.
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FOTO 1
Pablo Ruiz Nápoles, de la Facultad de Economía, señaló que el resultado en términos del área de libre comercio, ha sido que México tiene una balanza comercial favorable, es decir, las exportaciones son más que las importaciones.