Boletín UNAM-DGCS-165
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Jorge Carpizo, exrector de la UNAM, expuso
que la libertad de expresión no es sinónimo de difamación y calumnia
·
El académico Jorge Islas dijo que una ley sobre
medios de comunicación no es suficiente, también se debe trabajar en los
ámbitos jurídico, ético y social
·
México vive una situación preocupante de
atraso en cuanto a instituciones y mecanismos legales para que los medios
cumplan con su responsabilidad pública: Trejo Delarbre
· Para el periodista Julián Andrade Jardí la ética y la decencia tienen que ser los estandartes del nuevo periodismo, lo cual no se logrará con el ahogo de las empresas editoriales
Si México quiere ser una
verdadera democracia, es indispensable contar con una nueva Ley Federal de
Radio y Televisión o actualizar la vigente, coincidieron en señalar los
juristas y periodistas participantes en el coloquio Ética en los medios de
comunicación y Estado de derecho, organizado por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
Jorge Carpizo McGregor,
investigador de ese instituto, aseguró que la libertad de expresión es un
derecho fundamental que siempre debemos defender, el cual no es sinónimo de
difamación y calumnia; no es el derecho a desdibujar, mentir, alterar, maquillar la realidad o a confundir a la
audiencia ni es el avasallamiento de las otras garantías individuales,
sustitución de los tribunales o el derecho a crear nuevas inquisiciones.
Esta libertad no puede ser la lanza para
quebrar el Estado de derecho y, en consecuencia, para el ejercicio del
libertinaje y de un poder absoluto o casi absoluto, fuera de todo contexto
legal. Ella tiene que ser armonizada y compatibilizada con las demás garantías
individuales.
“En un Estado de derecho nadie está por
encima de la ley, nadie es irresponsable de sus actos y todo individuo tiene la
facultad de defenderse jurídicamente”, aseveró.
Por ello, planteó que los
medios de comunicación tienen que estar subordinados sólo a la ley, para lo
cual la legislación debe asegurar la libertad de expresión, así como el derecho
a la información y que, al mismo tiempo, los compatibilice con otras garantías
del individuo.
“La existencia de una
legislación que precise los derechos, facultades, obligaciones y
responsabilidades de los medios de comunicación es indispensable en un Estado
de derecho y en una verdadera democracia”.
El exrector de esta casa de
estudios dijo que otra forma de asegurar en México la libertad de expresión es
al otorgar plenos derechos laborales a todos los trabajadores de los medios.
En el aula de seminarios
Guillermo Floris Margadan del IIJ, Carpizo McGregor manifestó que los códigos
de ética son necesarios y es importante que existan, pero son insuficientes; lo
indispensable es tener buenas legislaciones.
Resaltó que en México la
mayoría de los medios de comunicación son honestos, pero algunos no. Por ello,
las asociaciones que aglutinan a los medios, aquellas que están
convencidas de que la información es un
bien social y no una simple mercancía, deben luchar por exhibir a los que no
actúan con ética y honestidad.
Como sociedad “tenemos un
papel muy importante: ser audiencia de los medios que tienen una idea ética y
honesta de la información”.
Calificó de imprescindible
para nuestro país tener una nueva Ley Federal de Radio y Televisión, con
énfasis especial en la creación de un órgano constitucional autónomo –en el
cual participe la sociedad- que regule aspectos como concesiones y respeto a las
normas jurídicas, para que no sea ésta una ley que tenga una espada de Damocles
sobre los medios electrónicos.
Así, abundó, la democracia
mexicana no será plena hasta que aseguremos a todos los medios de comunicación
su libertad -y los electrónicos no la tendrán mientras no exista este organismo
autónomo- pero también que precisemos sus obligaciones y sus responsabilidades,
apuntó.
En ese sentido, Jorge Islas,
catedrático de la Facultad de Derecho, dijo que una ley en materia de medios de
comunicación no es suficiente, también “debemos trabajar en los ámbitos
jurídico, ético y social, así como tener una nueva cultura con relación a los
medios”.
Al referir la necesidad de una
nueva autorregulación ética en éstos, opinó que los mal llamados “códigos de
ética” son cartas de principios o declarativas, pero no generan un solo
procedimiento con instancias que le permitan a un individuo pensar que puede
tener derecho a la réplica o a la protección de su intimidad.
Afirmó que en caso de que los
legisladores decidieran aprobar una reforma de ley en la materia se debe
reglamentar el derecho de réplica, fundamental para que las personas gocemos de
la posibilidad de defensa inmediata frente al medio y que éste se vea obligado
a respetar y resarcir los agravios.
El analista Raúl Trejo
Delarbre comentó que los medios pueden ser guardianes de la democracia y
vigilantes del poder público; en este caso, “la preocupación que surge es: si
los medios vigilarán a otros poderes, quién estará a cargo de supervisar a
éstos”.
Anotó que México vive una situación preocupante de atraso en cuanto a
instituciones y mecanismos legales para que los medios cumplan con la
responsabilidad pública que debieran tener.
Expuso asimismo que, si bien
los medios han prescindido de antiguas ataduras así como accedido a una inédita
y amplia libertad, han experimentado de inmediato nuevas presiones,
limitaciones y sujeciones.
Una de ellas, agregó es la
permanencia de una legislación arcaica, contradictoria, ineficaz y
potencialmente arbitraria, la cual es “de un atraso notorio, vergonzoso y hasta
amenazador”.
Por último, el periodista
Julián Andrade Jardí sostuvo que la ética y la decencia tienen que ser los
estandartes del nuevo periodismo, lo cual no se logrará con el ahogo de las
empresas editoriales. “Quienes pierden son los periodistas, que ven el
deterioro de su nivel de vida, viven en la zozobra, el desconcierto, sin
derechos y al arbitrio de la voluntad de intereses ajenos a la información”.
La ética, además, es una
elección personal que no puede ser impuesta a los otros; “no deja de doler, sin
embargo, ver la poca importancia que se le da en algunos ámbitos”.
Apuntó que la ética de este
oficio consiste en la capacidad de vernos en los zapatos de los otros, en saber
que trabajamos con verdades provisionales que pueden afectar la vida de
ciudadanos que tienen sueños, familia e historia.
Los peligros a la libertad de
expresión anidan, sobre todo, en la ausencia de derechos para los periodistas,
en la falta de una ley que proteja el secreto profesional, en la vigencia de
sanciones penales por el delito de injurias y en la ausencia de la cláusula de
conciencia, consideró Andrade Jardí.
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Foto 1
Jorge Carpizo, ex rector de la UNAM,
consideró que la libertad de expresión no es un derecho a desdibujar, mentir,
alterar o maquillar la realidad, a confundir a la audiencia, ni el
avasallamiento de las otras garantías individuales, sustitución de los
tribunales o el derecho a crear nuevas inquisiciones.
Foto 3
El analista Raúl Trejo Delarbre
reconoció que si bien los medios han prescindido de antiguas ataduras, accedido
a una inédita y amplia libertad, de inmediato han experimentado nuevas
presiones, limitaciones y sujeciones.
Foto 4
Los peligros a la libertad de expresión
anidan, sobre todo, en la ausencia de derechos para los periodistas, en la
falta de una ley que proteja el secreto profesional, en la vigencia de
sanciones penales por el delito de injurias y en la ausencia de la cláusula de
conciencia, opinó el periodista Julián Andrade Jardí. A su lado el ex rector
Jorge Carpizo