Boletín UNAM-DGCS-151
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del boletín
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Mario
Gómez, profesor de la Facultad de Medicina, dijo que en su solución deben
intervenir la familia, la sociedad, el gobierno, el ámbito publicitario y el
sector médico
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En
México 90% de la población mayor de 15 años consume alcohol; por cada 10
hombres hay 5 mujeres que abusan de él
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Javier
Urbina, de la Facultad de Psicología, aseguró que sin dejar de ocuparnos de lo
urgente, que es la enfermedad, debemos buscar caminos hacia lo importante: la
salud
En México, el 90% de la población mayor de 15 años consume alcohol y por
cada 10 hombres hay 5 mujeres que lo toman en cantidades excesivas, por lo que
el control del consumo abusivo de alcohol es un problema psicosocial, médico y
legal, afirmó Mario Gómez, profesor de posgrado de la Facultad de Medicina de
la UNAM.
Explicó que “las mujeres tienen efectos más intensos y un deterioro
físico mayor, porque tienen más grasa y la bebida tarda más tiempo en
desaparecer del cuerpo”, aunque la dependencia es más alta entre los varones en
una proporción de diez a una.
Precisó
que hasta el 30% de los individuos que se propasan con el alcohol tienen
problemas psiquiátricos, lo cual debe contemplarse dentro del tratamiento, ya
que en muchas ocasiones las situaciones de ansiedad o las depresiones crónicas
facilitan la dependencia o adicción.
Al
participar en el III Coloquio Internacional sobre Prevención y Tratamiento de
Conductas Adictivas, organizado por la Facultad de Psicología, mencionó que
hasta 20% de los consumidores crónicos llega a tener disfunción laboral y
social y 15% presenta cirrosis. “No se sabe hasta qué punto hay un factor
genético que predisponga a quien consume alcohol para desarrollar la enfermedad”.
Informó
que el abuso de bebidas embriagantes está asociado con las muertes violentas
(homicidios, accidentes y suicidios), cuya frecuencia en México es alta entre
la población entre los 15 y los 44 años. De hecho, se ha encontrado que de 45 a
55% de los suicidas tienen alcohol o drogas en la sangre.
El alcohol, subrayó el especialista, no es un estimulante del sistema
nervioso central, sino un depresivo: desalienta de modo paulatino al cerebro y
comienza por bloquear la región frontal y la corteza, zonas relacionadas con el
control de los impulsos, la capacidad de raciocinio, de planeación y
autocrítica.
Cuando
esas funciones se diluyen comienzan a sobresalir otras, relacionadas con el
sistema límbico: las emociones, los impulsos y las expresiones de agresión o
sensualidad.
El
control del consumo abusivo de alcohol no es un problema exclusivamente legal
ni médico, sino psicosocial, por lo que en su resolución deben intervenir la
familia, la sociedad, el gobierno, el ámbito publicitario y el sector médico en
general, reiteró.
Señaló que el tratamiento para alcohólicos no puede incluir sólo el
manejo farmacológico, el cual en realidad es coadyuvante de una serie de
intervenciones psicológicas y psicosociales.
Las
metas del tratamiento se relacionan con un estilo de vida libre de adicciones
(alcohol, tabaco y otras), donde las actividades de las personas se reorganizan
y se fortalecen otro tipo de funciones, como las laborales.
En
la Unidad de Seminarios “Dr. Ignacio Chávez” aclaró que no es suficiente
consumir una sustancia adictiva para ser considerado adicto; por ejemplo, el
uso de alcohol es socialmente aceptado y tolerado. Sin embargo, los problemas
comienzan cuando se abusa de él, es decir, cuando hay una intención de
intoxicación.
Al
respecto, indicó que existe el consumo habitual; este es el caso de quienes no
se sienten cómodos si no toman una copa antes de comer, pero que no sufren
ningún daño, sino sólo malestar psicológico al no ingerirla.
Un
fenómeno más es el de la tolerancia, donde se presentan problemas de
alteraciones biológicas o fisiológicas. Es decir, la persona requiere dosis
mayores de la droga para sentir los efectos “deseables”, y se genera en ella
malestar físico, emocional y psicológico cuando ya no tiene acceso a la sustancia.
Esto se relaciona con la dependencia, añadió.
Por
su parte Javier Urbina Soria, integrante de la Facultad de Psicología, aseguró
que la promoción es “la gran estrategia para mejorar la salud de los
mexicanos”.
Explicó
que el área más notable de los servicios en este ámbito es y ha sido la
atención de la enfermedad, donde se ha alcanzado un alto grado de
perfeccionamiento, lo mismo en el diagnóstico que en el tratamiento.
Empero,
es la salud la que aporta la esencia y la calidad de vida del nacimiento a la
muerte. Es el medio para que las personas alcancen el goce pleno y armonioso de
sus facultades y debe ser el fin último de los servicios en el sector, públicos
o privados.
Por
ello, “sin dejar de ocuparnos de lo urgente, que es la enfermedad, debemos
buscar caminos hacia lo importante: la salud, como estado de completo bienestar
integral, la cual puede ser promovida”.
El
experto aseveró que esa especialidad está bien establecida en el sector
internacional desde hace algunos años. Ejemplo de ello son la Carta de Ottawa
(1986), así como las declaraciones de Yakarta (1997) y México (ésta última
durante la Quinta Conferencia Mundial de Promoción de la Salud, efectuada en el
año 2000).
En
el caso de México, añadió, dicha actividad ha contribuido a alcanzar grandes
logros nacionales, como el aumento en la esperanza de vida, mayor cobertura de
vacunación y disminución de muerte por infección respiratoria aguda.
La promoción de la salud se enfoca a toda la población, detalló, y entre
sus principios fundamentales se encuentra lograr cambios permanentes en la
forma de vida de las personas, con el fin de que se mantengan sanas.
Por
ello, este fomento tiene que ser oportuno y constante; por ejemplo, la
prevención contra el tabaquismo debe hacerse desde el cuarto y el quinto grado
de educación primaria, porque la intervención en la secundaria resulta tardía
“para nuestra realidad”.
Asimismo, se requiere que las acciones de promoción, como la generación
de materiales específicos o recurrir a un proceso educativo directo, ya sea en
las escuelas, el hogar o en las comunidades, sean probados antes de aplicarlos
de forma masiva, lo cual no ocurre.
El informe de la Organización Mundial de la Salud del año 2000 es
sobresaliente, no por las cifras, sino por su enfoque, en el cual se perciben y
comunican los riesgos en este sector. “Hoy se buscan las “intervenciones
costo-eficientes, o sea, factibles de ser realizadas y basadas en la percepción
y evaluación de los riesgos”. Se trata de un gran paso, finalizó.
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Foto 1
Mario Gómez, profesor de posgrado de la Facultad de
Medicina, informó que hasta 30% de los individuos que se propasan con el
alcohol tienen problemas psiquiátricos, y en muchas ocasiones las situaciones
de ansiedad o las depresiones crónicas facilitan la dependencia o adicción.
Foto 2
Al participar en el III Coloquio Internacional sobre Prevención y Tratamiento de Conductas Adictivas, Javier Urbina Soria, de la Facultad de Psicología, aseguró que la promoción es “la gran estrategia para mejorar la salud de los mexicanos”.