Boletín UNAM-DGCS-0999
Ciudad Universitaria
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DISMINUYEN LOS
CATÓLICOS, PERO NO LOS GUADALUPANOS: PATRICK JOHANSSON
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Según datos del último Censo, de 1990 a 2000
hubo un descenso del 91 al 87% en la población católica mexicana
·
Las motivaciones del culto a la Virgen Morena
obedecen a vivencias cotidianas de la gente, aseguró Jesús Segura, de la
Facultad de Psicología
·
De acuerdo con cifras de la delegación
Gustavo A. Madero, este año se espera que del 8 al 12 de diciembre acudan a la
Basílica alrededor de 3.5 millones de personas
Hace más de 470 años comenzó a gestarse en México el culto guadalupano,
el cual actualmente se profesa con mayor devoción en diciembre de cada año, en
especial el 12 –Día de la Vírgen de Guadalupe-, fecha en la que millones de
mexicanos acuden a la Basílica de Guadalupe a “dar gracias” o a “pagar mandas”
a la Virgen del Tepeyac.
En opinión de Patrick Johansson, del Instituto de Investigaciones
Históricas (IIH) de la UNAM, a pesar de que en los últimos años mexicanos han cambiado
de religión por la influencia de sectas no católicas, la mayoría conserva
todavía su fervor por la Virgen de Guadalupe.
Según datos del último Censo Nacional de Población, de 1990 a 2000 hubo
un descenso en el número de católicos al pasar de 91% al 87% del total de
habitantes del país y, aun así, casi todos se manifiestan guadalupanos.
La religión, sostuvo el historiador, es una necesidad vital del hombre,
porque mientras éste no sepa con exactitud de dónde viene y por qué está aquí,
existirán las doctrinas; además consideró que el culto a la virgen “no se debe
erradicar porque es un motor de la espiritualidad mexicana”.
Una prueba de ello es que cada año llegan a la Basílica cerca de 2 mil
peregrinaciones de todos los estados de la República Mexicana; entre las más
importantes en cuanto a número de participantes se encuentran las del Estado de
México, Puebla y Querétaro.
De manera individual, en pequeños grupos familiares, así como con
vecinos, amigos y/o compañeros de trabajo, los mexicanos arriban por la Calzada
de Guadalupe a rezar, “pagar una manda”, depositar ofrendas de flores, los
“milagritos” -para solicitar o agradecer “la ayuda en un caso extremo”- dejar alguna limosna o para encender
veladoras en el santuario.
Este año -de acuerdo con cifras de la delegación Gustavo A. Madero- se
espera que del 8 al 12 de este mes acudan a la Basílica de Guadalupe alrededor
de 3.5 millones de personas, de las cuales un millón y medio llegarían la noche
del día 11.
Además, las autoridades de la Ciudad de México establecen un
dispositivo de vigilancia, sanidad, y servicios médicos en el cual participan
alrededor de 12 mil personas y tiene un costo superior a los 7 millones de
pesos.
Johansson explicó que, durante muchos años, se ha tratado de
mexicanizar totalmente a la virgen de Guadalupe, sin tomar en cuenta los
procesos históricos que esto implica, dado que tiene influencia mundial, especialmente en América Latina.
De hecho, uno de los “pecados” del cristianismo es querer historizar
sus acontecimientos; sin embargo, no se debe confundir la religión con la
historia. Ambas pueden coexistir, pero cada una en su dimensión, indicó.
El investigador señaló que en el tiempo en que se empezó a evangelizar
a los primeros indígenas, éstos no se convertían, sólo lo hacían en apariencia.
Por ejemplo, en las haciendas, cuando se llamaba a los indígenas a misa, los
caciques hacían poner un ídolo abajo del altar para atraer a los nativos y así
engañar a los sacerdotes en cuanto a que se habían cambiado a su religión.
Como parte de esta acción evangelizadora, dijo, los españoles empezaron
a mezclar conceptos abstractos presentes en ambas culturas, como el temor y la
muerte, para confundir a los indígenas y
realizar con mayor facilidad la conversión.
Al
buscar explicaciones sobre el culto a la también llamada “Emperatriz de
América”, el padre Xavier Escalada -jesuita contemporáneo de origen español, y
autor de los libros María de Guadalupe
y Guadalupe, arte y esplendor- llegó
a la conclusión de que la guadalupana era una virgen española de la Sierra de
Guadalupe, “la cual no fue tan importante en la península ibérica, por lo menos
antes de que hubiese una en México”, escribió el sacerdote.
A pesar de que aún no se sabe con exactitud cómo se gestó esta
devoción, agregó el historiador, hay testimonios de que a mediados del siglo
XVI ya existía el fervor por la diosa Cihuacoatl en el Tepeyacac.
De
hecho, desde ese entonces, apuntó, llegaban las peregrinaciones al cerro del
Tepeyac de todas partes de Mesoamérica, con el fin de agradecer a la madre de
dioses todas sus bondades.
En realidad -precisó el también lingüista Johansson- fue en el siglo
XVII cuando, entre los documentos del escritor y científico mexicano don Carlos
de Sigüenza y Góngora, se encontró el texto Nicanmopoa,
nombre que significa “Aquí se narra”, donde se hace un relato de las
apariciones de la virgen en 1531.
Es un manuscrito muy interesante, escrito en náhuatl, donde se “cuelan”
ideas cristianas dentro de un molde formal indígena. “Esta era una práctica que
tenían los frailes, quienes -si consideraban un texto muy peligroso- tomaban el
molde y lo adaptaban, con el fin de que los evangelistas supieran de las
idolatrías y cultos de los indígenas”.
En este caso, explicó, el texto fue recuperado casi en su totalidad,
pero cambiaron el nombre de la Cihuacoatl por el de Tonantzin en Santa Iglesia,
términos que -en general- significan “madre de los dioses”.
Sin embargo, en ese momento no se atrevieron a sustituir el nombre de
esta deidad por el de Virgen de Guadalupe, por lo cual hicieron interpolaciones
a fin de recuperar la fuerza religiosa del texto indígena para favorecer con
ello la evangelización.
En el Nicanmopoa, afirmó, se cambiaron algunas ideas, pero se
conservó un cuerpo expresivo formal y un ritmo indígena, aunque con un
trasfondo muy cristiano.
Todavía no se sabe quién fue el autor, pero lo más seguro es que haya
sido un gran nahuatlaca, un ayudante de Fray Bernardino de Sahagún, quien
elaboró un texto perfecto en términos expresivos, gramaticales y gráficos,
subrayó el investigador universitario.
Tampoco se conoce con exactitud cuándo fue elaborado, aunque es muy
probable que la copia publicada en 1649 fuera sacada de otro texto más antiguo,
abundó.
Lo que sí es muy importante, y por eso el culto echó raíces en nuestro
país, es que el mito guadalupano, entendido como una integración de los anhelos
de los hombres dentro de una celebración, es una continuación de la adoración a
Cihuacoatl, la madre de los dioses para los indígenas. “Ahí tenemos un
paralelismo con la Virgen de Guadalupe, la madre de Dios” para los católicos.
Estas son dos maneras de relacionarse con los dioses; se trata de un
sincretismo en donde no hay ruptura sino continuidad, porque la guadalupana
desplazó poco a poco a Cihuacoatl.
El mecanismo de acción mitológica es el mismo, pues sólo se cambió el
nombre, la imagen y el concepto de maternidad: mientras la Virgen de Guadalupe
es europea en su concepto estético y encarna a la bondad, la Coatlicue es un
monolito con forma de calavera y garras que representa la fertilidad y la
tierra.
En
términos antropológicos, el Nicanmopoa
no sólo es un texto en el que se narran las apariciones de La Guadalupana; su
contenido refleja un anhelo por situar religiosamente a la virgen en el entorno
natural de los indígenas, concluyó Patrick Johansson.
Para Jesús Segura Hidalgo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, la
religiosidad en el pueblo mexicano no tiene nada que ver con el catolicismo,
porque en realidad pocas personas siguen los dogmas de esta religión.
En México, consideró el psicólogo social, ser católico está más
relacionado con la celebración de fiestas como las de los santos patrones de
los pueblos, las de XV años y las bodas o bautizos.
Sin embargo, esto no sucede con los creyentes guadalupanos, porque el
personaje con más influencia en este país es la Virgen de Guadalupe; es ella
quien tiene mayor número de devotos, sostuvo.
Si se le apareció a Juan Diego o no, si los datos de Fray Juan de
Zumárraga no son confiables o Fray Bernardino de Sahagún nunca mencionó este
acontecimiento, a la gente no le importa porque, a pesar de todo y más en
épocas de crisis, su fe en La Guadalupana sigue intacta, enfatizó.
El especialista en psicología transcultural afirmó que las motivaciones
de la veneración a la Virgen de Guadalupe obedecen a vivencias cotidianas de la
gente.
Este culto, indicó, se practica más en las clases medias y bajas del país;
es decir, entre los menos favorecidos, como son los sectores populares,
campesinos e indígenas.
En este sentido la geografía también está muy relacionada con el
fenómeno, porque si bien para venerar a la virgen acude gente de todo el país,
la mayoría de ésta proviene de los estados del centro y el sureste de la
República Mexicana, así como de Centroamérica.
Por ello, sus súplicas están enfocadas en aspectos como pedir por
conservar la buena salud, por recuperarla o para que el hijo nazca bien; solicitar
protección personal o de los bienes, buenas cosechas o la resolución de
problemas personales y familiares. También hay quienes a través de sus
peticiones buscan la armonía, tener mejores ingresos económicos o ayuda para
dejar vicios.
En el culto a la Virgen Morena, aseguró, las motivaciones no son
mágicas porque la gente no visita la Basílica para pedir cosas ideales, sino
cuestiones presentes en su vida cotidiana.
En esencia, a las personas sólo les interesa que la virgen les resuelva
sus problemas a cambio de ofrecerle un sacrificio, el cual se manifiesta a
través de actos de fe como promesas o “mandas”, las cuales entre más
accidentadas, dolorosas y difíciles sean, se consideran más efectivas.
Por ello, señaló, es común ver personas que llegan a la Basílica de
rodillas, cargando objetos pesados o después de haber recorrido largas
distancias a pie o en bicicleta.
Este fenómeno también se presenta de manera colectiva, ya sea mediante
individuos que acompañan a quienes hacen las “mandas” o en las llamadas
peregrinaciones, es decir, grupos organizados por oficios o afinidades, cuya
motivación es dar gracias por el año que termina y pedir ayuda para el que
comienza, destacó Segura Hidalgo.
Para todos ellos, subrayó, la meta es ver a la virgen, más no oír misa,
porque esta celebración requiere de mayor conocimiento y práctica de la
religión, lo cual en algunas comunidades de México todavía es muy limitado.
Las personas prefieren platicar directamente con la Virgen de
Guadalupe, no así participar en la liturgia en honor a ella; porque, para sus
devotos, la primera es una mejor manera de convivir con lo sagrado, concluyó.
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Foto 1
La mayoría de los mexicanos conserva todavía su fervor
por la Virgen de Guadalupe.
Foto 2
El culto a la Virgen de Guadalupe no se debe
erradicar, porque es un motor de la espiritualidad mexicana.
Foto 3
Durante años se ha tratado de mexicanizar totalmente a
la Virgen de Guadalupe sin tomar en cuenta los procesos históricos que esto
implica.
Foto 4
Patrick Johansson, del Instituto de Investigaciones
Históricas de la UNAM, destacó que hace 400 años comenzó a gestarse en México
el culto guadalupano.