Boletín UNAM-DGCS-0916
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LA SITUACIÓN MUNDIAL OBLIGA A MÉXICO A HACER AJUSTES EN SU POLÍTICA EXTERIOR: BLANCA TORRES
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La catedrática del Colmex señaló que se
necesita de la pericia política y diplomática que en el pasado le permitió al
país mantener sin costos excesivos algunos márgenes de acción
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Dijo que la aceptación de la
internacionalización es componente medular de la reestructuración de la
política exterior de México
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Participó en el Simposio “Europa y América
Latina después de la Guerra Fría”, organizado por la FFyL de la UNAM
Los acontecimientos del 11 de septiembre
de 2001 sugieren la emergencia en el mundo de un “momento unipolar”, con una
gran potencia -Estados Unidos- al frente de las naciones. Ello exige de México
ajustes en su política exterior que ponen a prueba tanto al gobierno como a
toda la clase política mexicana, aseguró Blanca Torres.
La ex directora del Centro de Estudios
Internacionales de El Colegio de México (Colmex) señaló que “se necesita de la
pericia política y diplomática que en el pasado nos permitió mantener sin
costos excesivos algunos márgenes de acción, lo cual es difícil para un país de
tamaño intermedio como el nuestro y con sus condiciones geopolíticas”.
Al participar en el Simposio “Europa y
América Latina después de la Guerra Fría”, organizado por la Facultad de
Filosofía y Letras, en el marco de la Cátedra Guillermo y Alejandro de
Humboldt, mencionó que en el terreno de la internacionalización de la política
mexicana, el primer gobierno de la alternancia ha diseñado un cambio profundo.
Durante la conferencia “México en un
mundo unipolar”, la catedrática del Colmex dijo que la aceptación de la
internacionalización es componente medular de la reestructuración de la
política exterior de nuestro país.
Para la especialista, las dos grandes
líneas de la política exterior de nuestro país -amenazadas después del 11 de
septiembre de 2001- son la construcción de la relación de alcance estratégico
con Estados Unidos y una activa participación de México en la conformación de
un nuevo orden internacional.
La primera, explicó, es la continuación
lógica de la visión de apertura a la influencia de Estados Unidos y de los
lazos estrechos que nos unen, así como el reconocimiento, sin ambages, de que
se trata de la relación más importante para el vecino del norte.
El objetivo de crear una comunidad
económica a semejanza de la europea se ha vuelto de largo plazo; en el corto,
se demanda una negociación sobre los migrantes mexicanos en EU, la cual implica
un avance hacia la integración. El gobierno insistía en que ‘la triada’ se
tenía que dar junta: liberalización de capitales, de bienes y servicios, pero
también de personas.
La segunda línea es alejarse de la “vieja
política”. Los gobiernos anteriores pretendían sentar las bases para buscar
equilibrios en la diversificación económica. En tanto, ahora se habla de
establecer un “bilateralismo multilateral”, esto es, que la relación de México
se establezca en organizaciones multilaterales con muchos estados, pero
básicamente con Estados Unidos.
Sin embargo, a partir del 11 de
septiembre, las prioridades mexicanas de la agenda bilateral con EU pasaron a
segundo plano; aunque se ha avanzado en la suspensión de la certificación para
la lucha antinarcóticos, por ejemplo, puntualizó Torres.
La catedrática del Colmex recalcó que se
presentan nuevos retos para México, porque las prioridades de seguridad
amenazan a las económicas. Hasta ahora ha habido una “resignación” en el
sentido de asumir que las fronteras inteligentes (cooperación en materia de
inteligencia para impedir la operación terrorista en ambos países) son
indispensables. Empero, falta discutir la colaboración militar entre las
naciones, así como sus alcances.
A partir de los actos terroristas de
septiembre del 2001, se plantearon
nuevos e importantes retos para nuestro país: ¿cómo avanzar en la
integración económica de América del Norte?, ¿a qué ritmos y tiempos? La
discusión se ha dejado de lado, pero hay que llevarla a cabo porque hoy, como
nunca, México está abierto al mundo.
Por otro lado, Blanca Torres recordó que
la caída del muro de Berlín tuvo una repercusión inmediata en la política
exterior y en las relaciones internacionales de México.
En marzo de 1990, meses después de ese
suceso ocurrido en 1989, una filtración de The New York Times nos hizo saber a
los mexicanos que el gobierno mexicano solicitaba al estadounidense el inicio
de negociaciones para llegar al Tratado de Libre Comercio (TLC).
En aquel entonces el Estado mexicano
intentaba ajustarse a estímulos importantes provenientes del exterior: la
internacionalización o liberalización de las economías, así como la
institucionalización de asuntos económicos y otros temas de la agenda mundial,
por ejemplo, derechos humanos y medio ambiente.
La decisión de negociar un TLC implicó
cambios profundos en la política exterior mexicana: un giro abierto hacia
Estados Unidos; una amplia cooperación formal, institucionalizada, mediante
tratados, y el predominio de los temas económicos en la agenda de la política
internacional.
El derribo del muro provocó el temor de
los gobernantes mexicanos en el sentido
de que los capitales con posibilidad de ser atraídos a nuestro país se fueran a
Europa del Este, para evitar migraciones masivas a la parte occidental del
viejo continente. El gobierno de entonces decidió dejar de ver la vecindad con
Estados Unidos como una amenaza y resolvió convertirla en oportunidad.
Luego, durante el gobierno anterior, la
política exterior fue de bajo perfil, la actividad gubernamental mexicana en el
mundo siguió concentrada en lo económico; fue la continuidad de la
institucionalización de los lazos económicos iniciados por el anterior régimen.
Sin embargo, debido a que la
concentración del comercio con EU aumentaba la vulnerabilidad del país, el
componente central de la política exterior
fue la firma de un TLC con la Unión Europea, no sólo económico, sino
político y de cooperación, concluyó Torres.
Por su parte, Helmut Altrichter, de la Universidad
Erlangen-Nürenberg, Alemania, aseveró que cuando en 1989 se derrumbó ese
símbolo en Alemania, oriente y occidente parecieron convertirse en meros puntos
cardinales.
Decir que el final de la Guerra Fría es
el término de un proceso hacia la victoria sobre el comunismo es una
simplificación, opinó el académico alemán. En realidad, la caída del muro
modificó de manera fundamental y profunda al planeta, superó la división, abrió
la puerta a una nueva sociedad de la información civil y, de manera decisiva, trajo
consigo nuevas oportunidades y riesgos para Alemania, Europa y otras regiones.
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Foto 1
Blanca Torres, ex
directora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México,
destacó en la UNAM que los acontecimientos del 11 de septiembre exigen de
nuestro país ajustes en su política exterior que ponen a prueba tanto a su
gobierno como a toda la clase política.
Foto 2
Helmut Altrichter, de la Universidad Erlangen-Nürenberg, Alemania, indicó en la Universidad Nacional Autónoma de México que ver la caída del muro de Berlín como la derrota del comunismo es simplificar demasiado las cosas.