Boletín UNAM-DGCS-0215
Ciudad Universitaria
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LA CIUDAD DE MÉXICO, LA MEJOR INSTRUMENTADA EN EL MUNDO DESDE EL PUNTO DE VISTA SISMOLÓGICO
· El
equipo recibe la señal un minuto antes de que el sismo llegue al DF: Jorge
Flores Valdés, director del CCF
·
En los suelos arcillosos se amplifica la onda
sísmica y se prolonga el movimiento telúrico
La ciudad de México
es la mejor instrumentada desde el punto de vista sismológico a escala mundial,
aseguró Jorge Flores Valdés, director del Centro de Ciencias Físicas de la
UNAM.
Las ondas sísmicas,
explicó, viajan por la superficie de la
Tierra a 5 kilómetros por segundo, en tanto que las señales electromagnéticas o
de radio lo hacen a 300 mil kilómetros por segundo, de ahí que gracias a los
instrumentos de medición podemos saber un minuto antes que un sismo registrado
en las costas de Guerrero llegará al DF.
La respuesta
sísmica de la zona está determinada por los diferentes tipos de suelo de la
cuenca: roca (basalto o piedra); sedimentos (menos duros) y arcillas (mezcla
con agua debido a la existencia del antiguo lago), que es menos resiste ante un
sismo.
El ex director del Instituto de
Física recordó que fue a partir del terremoto del 19 de septiembre de 1985 -se
contaba sólo con tres acelerógrafos-, cuando se incrementó la instrumentación
que hoy alcanza más de cien aparatos.
Dijo que en
edificios del centro de la ciudad, como los palacios de Bellas Artes y Minería,
se registran hundimientos severos debido a que al sacar el agua del subsuelo se
contrae el volumen de las arcillas.
En 1985 esa misma
área registró 485 edificios destruidos o con daños tales que fue necesario
derrumbarlos, fenómeno que no se presentó en otras zonas, como el sur de la
ciudad.
Al observar un mapa
de daños del terremoto de 8.1 grados en escala de Richter, cuyo epifoco se
localizó en las costas de Michoacán, se nota que en la ciudad los daños
estuvieron concentrados y que afuera del área, en las Lomas de Chapultepec,
Anzures, Coyoacán, o Ciudad Universitaria, por ejemplo, no hubo daños.
En la conferencia Sismos,
su ciencia y sus peligros, aclaró que en el área con mayores daños, la
distribución de los edificios que se cayeron tampoco fue uniforme. “Eso indica
que no hay el mismo peligro sísmico en las zonas de la ciudad”. Además, la
mayoría de los edificios derrumbados tenían entre seis y diez pisos de alto.
Los sismos que
afectan a la ciudad de México ocurren siempre en la costa del Pacífico. Ello se
debe a que la superficie del planeta tiene placas tectónicas que se mueven y se
“enciman”. Nuestro país se ubica sobre la placa de Norteamérica, y otras dos
están debajo de ésta: la de Cocos y la del Pacífico.
Después del sismo
de 1985, han habido terremotos grandes como el del 25 de abril de 1989,
localizado cerca del pueblo de San Marcos, Guerrero, con una magnitud de 6.9
grados Richter.
Por ello,
agregó, se vio la necesidad de saber y
protegernos más. En tal sentido, se impuso un Reglamento de Construcción más
estricto. Los científicos participaron de manera activa y se instalaron
estaciones sismológicas en el Valle.
Jorge Flores
mencionó que instituciones como la UNAM, mediante sus institutos de Ingeniería
y Geofísica, así como la Fundación Barros Sierra y el Cenapred, colocaron
instrumentos para medir la intensidad del movimiento del terreno.
Los acelerógrafos
grafican el movimiento del suelo: desplazamiento, aceleración y velocidad. Un
terremoto es registrado en tres direcciones: arriba-abajo, norte-sur y
este-oeste.
Los registros de un
terreno rocoso a otro sedimentario no cambian mucho en la parte vertical, pero
en la este-oeste se nota un aumento de la aceleración y el terremoto dura más,
es decir, se amplifica la onda y se prolonga el sismo.
Peor aún, cuando
llega a los lagos el fenómeno se incrementa más, y un sismo que en el lugar de
origen tuvo una duración aproximada de un minuto, se prolonga a cuatro. “Eso es
lo que mata: las ondas se excitan en el lago y rebotan donde encuentran roca,
se vuelven a juntar e interfieren unas con otras”.
El también ex
director del Museo de las Ciencias Universum, afirmó que las ondas registradas
en el tiempo tienen una característica fatal: son periódicas, iguales y tienen
una diferencia de dos segundos.
Esta frecuencia predominante hace
que los edificios la sigan y entren en resonancia, hasta que responden cada vez
más fuerte y se colapsan.
De ahí la
importancia de entender la respuesta sísmica, con la finalidad de construir
edificios de forma tal, que no absorban la energía de los terremotos y no
sufran daños, sin importar el material del que estén hechos.
Reiteró que el
subsuelo de la ciudad tiene una estructura geológica similar a la de otras
urbes como la de San Francisco, California. Prueba de ello es que los daños
siempre ocurren en las mismas zonas de la metrópoli, concluyó.
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Foto 1
A escala mundial,
la ciudad de México es la mejor instrumentada desde el punto de vista
sismológico, aseguró Jorge Flores Valdés, director del Centro de Ciencias
Físicas de la UNAM