06:00 hrs. Marzo 9 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0215

Ciudad Universitaria

 

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LA CIUDAD DE MÉXICO, LA MEJOR INSTRUMENTADA EN EL MUNDO DESDE EL PUNTO DE VISTA SISMOLÓGICO

 

·       El equipo recibe la señal un minuto antes de que el sismo llegue al DF: Jorge Flores Valdés, director del CCF

·        En los suelos arcillosos se amplifica la onda sísmica y se prolonga el movimiento telúrico

 

La ciudad de México es la mejor instrumentada desde el punto de vista sismológico a escala mundial, aseguró Jorge Flores Valdés, director del Centro de Ciencias Físicas de la UNAM.

 

Las ondas sísmicas, explicó,  viajan por la superficie de la Tierra a 5 kilómetros por segundo, en tanto que las señales electromagnéticas o de radio lo hacen a 300 mil kilómetros por segundo, de ahí que gracias a los instrumentos de medición podemos saber un minuto antes que un sismo registrado en las costas de Guerrero llegará al DF.

 

La respuesta sísmica de la zona está determinada por los diferentes tipos de suelo de la cuenca: roca (basalto o piedra); sedimentos (menos duros) y arcillas (mezcla con agua debido a la existencia del antiguo lago), que es menos resiste ante un sismo.

 

El ex director del Instituto de Física recordó que fue a partir del terremoto del 19 de septiembre de 1985 -se contaba sólo con tres acelerógrafos-, cuando se incrementó la instrumentación que hoy alcanza más de cien aparatos.

Dijo que en edificios del centro de la ciudad, como los palacios de Bellas Artes y Minería, se registran hundimientos severos debido a que al sacar el agua del subsuelo se contrae el volumen de las arcillas.

 

En 1985 esa misma área registró 485 edificios destruidos o con daños tales que fue necesario derrumbarlos, fenómeno que no se presentó en otras zonas, como el sur de la ciudad.

 

Al observar un mapa de daños del terremoto de 8.1 grados en escala de Richter, cuyo epifoco se localizó en las costas de Michoacán, se nota que en la ciudad los daños estuvieron concentrados y que afuera del área, en las Lomas de Chapultepec, Anzures, Coyoacán, o Ciudad Universitaria, por ejemplo, no hubo daños.

 

En la conferencia Sismos, su ciencia y sus peligros, aclaró que en el área con mayores daños, la distribución de los edificios que se cayeron tampoco fue uniforme. “Eso indica que no hay el mismo peligro sísmico en las zonas de la ciudad”. Además, la mayoría de los edificios derrumbados tenían entre seis y diez pisos de alto.

 

Los sismos que afectan a la ciudad de México ocurren siempre en la costa del Pacífico. Ello se debe a que la superficie del planeta tiene placas tectónicas que se mueven y se “enciman”. Nuestro país se ubica sobre la placa de Norteamérica, y otras dos están debajo de ésta: la de Cocos y la del Pacífico.

 

Después del sismo de 1985, han habido terremotos grandes como el del 25 de abril de 1989, localizado cerca del pueblo de San Marcos, Guerrero, con una magnitud de 6.9 grados Richter.

 

Por ello, agregó,  se vio la necesidad de saber y protegernos más. En tal sentido, se impuso un Reglamento de Construcción más estricto. Los científicos participaron de manera activa y se instalaron estaciones sismológicas en el Valle.

 

Jorge Flores mencionó que instituciones como la UNAM, mediante sus institutos de Ingeniería y Geofísica, así como la Fundación Barros Sierra y el Cenapred, colocaron instrumentos para medir la intensidad del movimiento del terreno.

Los acelerógrafos grafican el movimiento del suelo: desplazamiento, aceleración y velocidad. Un terremoto es registrado en tres direcciones: arriba-abajo, norte-sur y este-oeste.

 

Los registros de un terreno rocoso a otro sedimentario no cambian mucho en la parte vertical, pero en la este-oeste se nota un aumento de la aceleración y el terremoto dura más, es decir, se amplifica la onda y se prolonga el sismo.

 

Peor aún, cuando llega a los lagos el fenómeno se incrementa más, y un sismo que en el lugar de origen tuvo una duración aproximada de un minuto, se prolonga a cuatro. “Eso es lo que mata: las ondas se excitan en el lago y rebotan donde encuentran roca, se vuelven a juntar e interfieren unas con otras”.

 

El también ex director del Museo de las Ciencias Universum, afirmó que las ondas registradas en el tiempo tienen una característica fatal: son periódicas, iguales y tienen una diferencia de dos segundos.

 

Esta frecuencia predominante hace que los edificios la sigan y entren en resonancia, hasta que responden cada vez más fuerte y se colapsan.

 

De ahí la importancia de entender la respuesta sísmica, con la finalidad de construir edificios de forma tal, que no absorban la energía de los terremotos y no sufran daños, sin importar el material del que estén hechos.

 

Reiteró que el subsuelo de la ciudad tiene una estructura geológica similar a la de otras urbes como la de San Francisco, California. Prueba de ello es que los daños siempre ocurren en las mismas zonas de la metrópoli, concluyó.

 

 

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A escala mundial, la ciudad de México es la mejor instrumentada desde el punto de vista sismológico, aseguró Jorge Flores Valdés, director del Centro de Ciencias Físicas de la UNAM