Boletín UNAM-DGCS-0168
Ciudad Universitaria
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EL HOMBRE ES SEMEJANTE AL CHIMPANCÉ 98.55%
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Según la información genética, los humanos, como especie, somos
exactamente iguales dijo Ramón Vidaltamayo Ramírez, investigador del
Departamento de Biofísica del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM
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La diferencia del ADN entre un individuo y otro es de menos de 0.02%
Los seres humanos,
como especie, somos exactamente iguales: todas y cada una de las etnias tienen
el mismo acervo genético, indicó Ramón Vidaltamayo Ramírez, investigador del
Departamento de Biofísica del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.
La primera
conclusión importante a que se ha llegado en el proyecto del genoma humano es
que la diferencia del ADN entre un individuo y otro es de menos del 0.02%;
entre una persona y un chimpancé, es cercana al 1.5%; es decir, que para fines
prácticos es semejante en 98.55% a nivel genómico. A los ratones nos parecemos
un 80%, señaló.
Las razas blanca y
negra, afirmó, existen porque estamos enfrentados a distintos medios ambientes,
de ahí que nuestros genes se comporten de distinta manera si estamos en calor o
en el frío, o comemos cosas diferentes.
No siempre la
carga hereditaria lo dice todo sobre nosotros, no hay un destino marcado en nuestros
genes; cómo nos desarrollemos y el medio ambiente son factores determinantes,
acotó
Podemos tener
padres muy altos y ser bajos de estatura, tal vez porque no hicimos el
suficiente ejercicio o estuvimos enfermos en algún momento de nuestra vida, por
ejemplo, porque todos y cada uno de nosotros tenemos los mismos componentes
genéticos, pero cómo y qué tanto se expresan es lo que determina nuestra
individualidad, aseveró Vidaltamayo Ramírez, al dictar la conferencia Avances en el estudio del genoma humano.
En el Auditorio José J. Rojo de la Facultad de
Odontología, añadió que el Proyecto del Genoma Humano ha sido importante
también porque haría aportaciones importantes a la industria farmacéutica.
Además, conociendo todas las proteínas de un ser humano, subrayó, podríamos
encontrar fármacos para cada persona, “y si somos capaces de controlar la
actividad de aquéllas, es probable afectar las funciones de las células, lo que
ayudaría a subsanar errores o evitar actividades exageradas”.
Estas investigaciones,
indicó, también conllevan un impacto en la agricultura y, por lo tanto, en la
alimentación del ser humano, pues permite transformar, con la idea de mejorar,
la producción de maíz, por ejemplo; asimismo, en la ciencia forense serviría
para la identificación de cadáveres, o para establecer relaciones de
paternidad; igualmente, se aprovecharían en procesos industriales y, sobre
todo, en generar nuevas estrategias de diagnóstico de enfermedades.
Próximamente,
dijo, la medicina molecular será una realidad de todos los días, es decir, se
podrán corregir defectos inherentes a nuestros genes introduciendo los
correctos. “Todavía esto suena a ciencia ficción, pero no estamos tan lejos.
Hay gente que calcula que las primeras terapias génicas útiles y específicas se
empezarán a utilizar en ocho o 10 años”.
Por lo anterior,
aclaró, es importante abrir la discusión acerca de la regulación de estos
avances, antes de que empiecen a aparecer individuos transgénicos”.
Sin embargo,
explicó que la información genética originaría conflictos porque nos indicaría
si vamos a desarrollar una enfermedad, de ahí que podrían evitarse las causas,
pero también provocarse, según fuera el interés.
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Los seres humanos, como especie, somos exactamente iguales: todas y cada
una de las etnias tienen el mismo acervo genético, consideró Ramón Vidaltamayo
Ramírez, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.