Boletín UNAM-DGCS-0155
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ESTARÍA EN RIESGO
LA DIVERSIDAD DEL MAÍZ EN MÉXICO CON LOS TRANSGÉNICOS
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Ignacio Chapela, de la Universidad de
California en Berkeley, agregó que entre el 30 y el 40% del maíz que importa
nuestro país cada año es de ese tipo
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Elena Alvarez Buylla, del Instituto de
Ecología, dijo que aún hay muchas incógnitas en torno a estos productos
Estaría en riesgo
la diversidad biológica del maíz mexicano de confirmarse la contaminación del
maíz criollo que se siembra en comunidades de Puebla y Oaxaca con productos
transgénicos, aseguró el investigador Ignacio Chapela, de la Universidad de
California en Berkeley.
En conferencia de
prensa, celebrada en el Auditorio del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Elena Alvarez Buylla,
investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, dijo por su parte que se
debe asegurar que si la siembra no brinda algún beneficio para la agricultura
mexicana, además de los efectos ambientales o de salud que pueda causar, no
tiene sentido aceptar su introducción al país.
Advirtió que el
gobierno debe regular no sólo la plantación de maíz transgénico para fines
comerciales, sino evitar que haya
"introgresión" al campo mexicano.
Hace unos meses, los
investigadores Ignacio Chapela y Davis Quest, de la Universidad de California
en Berkeley, reportaron que diversas variedades de maíz criollo de la Sierra
Norte de Oaxaca resultaron contaminados con ADN transgénico.
Al respecto,
Alvarez Buylla sostuvo que en materia de productos transgénicos aún existen
muchas incógnitas porque no han sido ampliamente estudiados, pero hay que tener
una posición muy precautoria. Lo que es claro, apuntó, es que en México la
diversidad de maíz criollo es muy importante porque es centro de origen.
Chapela coincidió
en que las posibles consecuencias ecológicas del maíz transgénico son tantas y
hay tan poca información al respecto, que "vale la pena preguntarse para
qué queremos ese maíz y si queremos tomar ese riesgo".
Explicó que de los
cinco o seis millones de toneladas del grano que se importan al año, sobre todo
de Estados Unidos, entre el 30 y el 40% es maíz transgénico. Además, éste no
viene etiquetado o separado, de manera que es imposible darle seguimiento y
saber cuál será su destino final.
El investigador
recordó que los dos productos que consideran como posibles contaminantes de
maíz criollo, el Bt (modificado con la toxina de la bacteria bacillus
thuringiensis) y el resistente a herbicidas, en lo comercial han sido un
fracaso. Si entraron al país fue porque los europeos no quisieron comprarlo, y
a México llegó como un deshecho comercial subvencionado, agregó.
La industria
biotecnológica en donde se han desarrollado estos productos transgénicos, dijo,
siempre sostuvo que éstos estaban bajo control y que de presentarse un problema
relacionado con la manipulación transgénica se podría mantener bajo control,
que el material genético no sería movido de donde lo habían introducido.
Sin embargo,
indicó, los resultados que se obtuvieron demostraron que el supuesto control
estricto de la liberación de transgénicos al ambiente no existe, sobre todo en
especies como el maíz, cuyos genes se mueven no sólo por las abejas y el
viento, sino también gracias al humano.
Chapela destacó que
en reconocimiento del potencial riesgo para la diversidad del maíz criollo y de
la gran variedad de maíces en Oaxaca y de mesoamérica en general, el gobierno
mexicano había decretado una moratoria de facto para que no se plantara, porque
se suponía que el grano importado sería para consumo, lo cual no tenía un
fundamento legal.
Una de las rutas
principales para el movimiento de material transgénico, apuntó, son los
sistemas de distribución de grano a través de tiendas como Diconsa, las cuales
llegan a los lugares más remotos del país.
Alvarez Buylla
comentó que el mejoramiento tradicional de cultivos implica la mezcla de genes.
Sin embargo, sólo se pueden mezclar los que respeten las barreras reproductivas
establecidas de manera biológica, es decir no se puede cruzar un maíz con una
bacteria.
Empero, la
ingeniería genética sí permite tomar partes del material genético de una
bacteria, un virus o de un animal cualquiera y pasarlo al contenido genético
que dictará la herencia de las características morfológicas y fisiológicas a
través de las generaciones de una planta.
De hecho, las dos
secuencias que encontró el grupo de Chapela en los maíces criollos provienen de
un virus. En uno de los casos es una secuencia utilizada para dirigir la
expresión del gen de interés en cualquier sitio de la planta; en el otro, es la
secuencia de una bacteria, que da resistencia a ciertos insectos que atacan al
maíz.
El problema,
reconoció, es que estas líneas comerciales se generaron en Estados Unidos para
atacar problemas que tienen en ese país, pero ninguna de ellas es útil a la
agricultura mexicana.
A raíz de esos
estudios, añadió, el Instituto Nacional de Ecología solicitó al IE de la UNAM y
al CINVESTAV llevar a cabo algunos estudios de laboratorio, los cuales han
demostrado que sí hay presencia de transgenes en las mazorcas de esa región,
tanto para las secuencias provenientes de virus como de bacterias que se
utilizan en las líneas comerciales transgénicas.
Pie de foto 1
En México debe
regularse la plantación de maíz transgénico para fines comerciales y evitar la
“introgresión” al campo mexicano, afirmó Elena Alvarez Buylla, del Instituto de
Ecología de la UNAM
Pie de foto 2
En conferencia de prensa, realizada en el auditorio
del CEIICH de la UNAM, Ignacio Chapela, de la Universidad de California en
Berkeley, señaló que entre el 30 y 40% del maíz que importa nuestro país cada
año contiene granos transgénicos