Boletín UNAM-DGCS-0116
Ciudad
Universitaria
![]() |
![]() |
Pies de fotos al final del boletín
LA EXPLOTACIÓN LABORAL INFANTIL EXISTE, PERO NO SE RECONOCE
·
A los niños se les presiona y se les exige más esfuerzo del
que pueden realizar
·
Requieren mayor protección en educación, salud y mejores condiciones
laborales: Beatriz González Carrillo, de la ENTS
No debe satanizarse el trabajo infantil, pero
se ha convertido en una explotación consideró Beatriz González Carrillo,
profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
A lo largo de la historia del ser humano,
añadió, los menores han realizado ciertas labores de ayuda para sus padres,
pero ahora se ha convertido en una fuerza laboral que se vende y no existen las
condiciones adecuadas para realizarlo. A los niños se les presiona, se les pide
mayor esfuerzo del que pueden realizar y se les exige apoyar el trabajo de un
adulto.
El trabajo socializador es importante para
los niños, en los países desarrollados se impulsa a que trabajen una o dos
horas para que comiencen a hacerse responsables ante algo o para algo.
En las naciones subdesarrolladas, afirmó, el
trabajo del niño es un tema poco estudiado, y lo difícil de su concepción y su
aceptación nos ha dado datos irreales y pocos estudios, porque como la gente
sabe que es prohibido que se emplee a un menor no lo reconoce.
En México, prosiguió, es
importante el número de niños que trabajan -sobre todo en las grandes ciudades
como el Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara–, y crece día a día por la
situación económica del país; sin embargo, hablar de una cifra es poco
realista, porque este fenómeno no se puede cuantificar tan fácilmente.
Indicó que el Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática maneja el dato de alrededor de un millón
200 mil menores laborando en todo el país, pero no se incluyen a todos los que
laboran con sus propios padres o en la vía pública; además, generalmente
quienes emplean a niños no solicitan mayores datos ni los registran
oficialmente.
Es muy importante evidenciar esta situación
con el propósito de ayudarlos y protegerlos mediante programas orientados a la
educación, la salud –muchos se emplean en trabajos riesgosos donde es frecuente
sufrir lesiones que no son atendidas- y el área laboral, a fin de establecer
una transición del niño trabajador al adulto trabajador, sin que tenga que
mermar la personalidad del niño, que es lo que sucede en dichos casos.
La educación debe considerarse como un
instrumento que permita sacar al niño del trabajo y lo prepare para un
posterior ingreso al mercado laboral en mejores condiciones.
Erradicar el trabajo infantil o prohibirlo
totalmente quizá no es posible, por cuestiones de carácter social y económico,
pero se pueden cumplir las normas vigentes en la Constitución y en los tratados
que ha firmado nuestro país con la Organización Internacional de Trabajo, para
lograr la protección de los menores. Los “cerillos”, por ejemplo, trabajan más
de seis horas, y esto se supone que la ley no lo permite.
En nuestro país, señaló, las principales
áreas en las que participan los menores son: el campo, la construcción,
negocios familiares, en el transporte (como cobradores) y oficios como la
carpintería y herrería.
El trabajo infantil, recalcó, se entiende
como el esfuerzo que realizan los niños en actividades que son importantes para
el desarrollo social o familiar. Surge porque la familia ya no es capaz de
resolver todas las necesidades que imperan en su seno.
En un principio, recordó, el que proveía
totalmente los recursos económicos a la familia era el varón; al no ser
suficientes, la mujer se incorporó al sector productivo y por el mismo motivo
se sumaron los niños.
-o0o-
PIE DE FOTO
De
ser considerada una actividad de sociabilización, el trabajo infantil es hoy
una forma de explotación, consideró la profesora de la Escuela Nacional de
Trabajo Social de la UNAM, Beatriz González Carrillo