15:30 hrs. Enero 16 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-0047

 

Javier de Jesús Aguilar

 

 

Pies de fotos al final del boletín 

 

LAS EMPRESAS REFRESQUERAS OBTENDRÁN GRANDES GANANCIAS AÚN CON LA UTILIZACIÓN DE AZÚCAR

 

·        Se debe “desdramatizar” este asunto, pues no se trata de un conflicto de fondo: académicos de la Facultad de Economía de la UNAM

·        México necesita preocuparse menos por los asuntos externos y buscar mercados para colocar el endulzante nacional

·        Debemos apoyar a los productores de caña para fortalecer la economía nacional

 

La inconformidad por el impuesto a los refrescos que utilizan en su elaboración la alta fructuosa no es un conflicto de fondo. Debe “desdramatizarse” porque los productores de bebidas gaseosas no dejarán un negocio que les aporta grandes ganancias, afirmaron académicos de la Facultad de Economía de la UNAM.

 

Advirtieron que México necesita invertir más para apoyar a los productores internos y preocuparse menos por los asuntos externos, así como buscar mercados para colocar el azúcar nacional.

 

En conferencia de prensa, realizada en la Sala Octaviano Campos Salas de la FE, el catedrático Javier de Jesús Aguilar aseguró que es un “chantaje” la presión de los importadores de maíz, almidones y alta fructuosa,  porque junto con el trigo  y la leche descremada en polvo, durante años gozaron de la exención del pago del arancel previsto en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN).


En tanto que el  catedrático Carlos Quevedo Procel destacó la necesidad de defender a México, pero no a través del proteccionismo a la industria de importación ni con trabas, sino mediante nichos de mercado para la exportación del azúcar, porque se tienen 500 mil toneladas excedentes del dulce que deben venderse.

 

Entonces, dijo, nunca se preocuparon de que esta medida disminuyera los empleos en el campo, de manera que “no estamos de acuerdo en que estos señores presionen al gobierno, el cual ha cedido para que no se pague el arancel respectivo”.

 

Además de ser una situación incongruente con los gobiernos que se dicen preocupados por eliminar el déficit de las finanzas públicas, los importadores de maíz, trigo y leche descremada en polvo, tienen que pagar el impuesto que se establece en el TLCAN.

 

Subrayó que en términos absolutos utilizar alta fructuosa en la elaboración de refrescos reduce los costos de producción se reducen a una cuarta parte en comparación con los del azúcar.

 

Explicó que una tonelada  de alta fructuosa vale 250 dólares, mientras una de azúcar 500, además de que la primera tiene el poder endulzante de casi el doble.

 

Agregó que se producen alrededor de  cinco millones de toneladas de azúcar, de los cuales el 55% se utiliza en las más de 200 plantas embotelladoras de refrescos en México.

 

Informó el especialista, se producen 600 mil hectáreas de caña de azúcar en 60 ingenios, ubicados en 15 estados de la República y se generan 385 mil empleos. Guerrero, Oaxaca y Chiapas, son las entidades que aportan la mayor cantidad de mano de obra dedicada a labores pesadas.

 

Al señalar que México es uno de los más importantes consumidores de refresco en el mundo, dijo que se ingieren 100 millones de botellas de refresco de 333 mililitros diarios, es decir, una por persona. Esto muestra que es uno de los negocios más fructíferos en el país, por lo que no dejarán de invertir.


 

Estados Unidos, apuntó, consume nueve millones de toneladas de azúcar cerca de 12 millones de edulcorante derivados del almidón del maíz.

 

Tanto el país del norte como la Unión Europea establecieron un precio mínimo de garantía para el periodo 1996-2001 arriba de 18 centavos de dólar por libra para el azúcar morena y más de 22.9 centavos de dólar para el refinado de remolacha. En el primero, hay un elemento de distorsión al libre encuentro de la oferta y la demanda.

 

Añadió que el programa azucarero en Estados Unidos significa 472 dólares por acre, lo que representa más de 11 mil 300 pesos mexicanos por hectárea.

 

El gobierno estadounidense, abundó, sólo le acepta a México una cuota de 25 mil toneladas de azúcar, comparada con los dos millones de toneladas que requiere muestra que es un TLCAN de mucha injusticia para los mismos acuerdos.

 

Por su parte, el también académico de la FE, José Antonio Romero Sánchez, puntualizó que si se cobrara el arancel a las importaciones de alta fructuosa, el gobierno debería percibir cerca de 28 millones de dólares.

 

Por ello, coincidió en que mientras los productores norteamericanos realizan un “chantaje” al gobierno mexicano,  éste ha mostrado falta de interés a pesar de que la medida sometió al campo mexicano a una crisis sistemática cada vez más alarmante.

 

Prueba de esto, argumentó, es que además de los más de 350 mil empleos directos generados en la producción de caña de azúcar, de manera indirecta se crean 650 mil, traducido a nivel familiar son 2.5 millones de habitantes que se benefician.

 

Este es un sector que debió ser protegido por el gobierno, lo que demuestra su falta de voluntad, de visión económica, ante una situación que se traduce en problema social.


 

A su vez, el catedrático Carlos Quevedo Procel indicó que otro inconveniente es que México tienen deficiencias en la localización de mercados, pues los 15 países que conforman la Unión Europea (UE) son grandes consumidores de azúcar, al igual que Estados Unidos, y no llega a ninguno de ellos.

 

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 1

 

Carlos Quevedo Procel, académico de la Facultad de Economía de la UNAM, dijo que México necesita defenderse mediante nichos de mercado para la exportación del azúcar

 

 

FOTO 2

 

Javier de Jesús Aguilar, catedrático de la Facultad de Economía de la UNAM, señaló que es un “chantaje” la presión de los importadores del maíz y alta fructuosa porque durante años gozaron de la exención del pago del arancel previsto en el TLCAN

 

 

FOTO 3

 

José Antonio Romero Sánchez, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, habló en conferencia de prensa sobre la alta fructuosa y las consecuencias del impuesto especial a este edulcorante utilizado en la elaboración de refrescos