06:00 hrs. Enero 2 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-005

 

 

 

ESTUDIANTES DE DERECHO ENFRENTAN PROBLEMAS DE DEFINICIÓN VOCACIONAL

 

·        Aseguró Ricardo Guibourd, magistrado de la Cámara de Apelaciones de Trabajo de Buenos Aires, Argentina

·        Aún se discute si el derecho es un sistema de normas, un conjunto de situaciones de hecho, una escala de valores o alguna combinación de dos o más de estos elementos

·        Dictó la conferencia Derecho y epistemología en la UNAM

 

Quienes se dedican al estudio del derecho enfrentan un problema serio el cual no encaran los investigadores de otras ciencias: averiguar “exactamente qué es eso que queremos estudiar”, destacó Ricardo Guibourd, magistrado de la Cámara de Apelaciones de Trabajo de Buenos Aires, Argentina.

 

Los astrónomos, por ejemplo, saben que les importan las estrellas y los planetas; los juristas, en cambio, todavía estamos discutiendo si el derecho es un sistema de normas, un conjunto de situaciones de hecho, una escala de valores o alguna combinación de dos o más de estos elementos.

 

Agregó que el problema de los juristas no se agota ahí: según determinan cuál sea el objeto de esta ciencia, el método que hayan de emplear también será distinto: observación, deducción, inducción, suposición, intuición, exégesis bíblica, contemplación mística o compromiso de lucha.

 

De esta forma, precisó, entre todos los problemas que tenemos los juristas, hay uno que aparece antes que los demás y condiciona su planteamiento, lo que es una forma de incidir en su solución: el de la epistemología, el de la teoría de la ciencia con la que hayamos de encarar el estudio del derecho.

 

Pero lo más grave, añadió, es que “en la mayoría de los casos ni siquiera nos damos cuenta de que tenemos ese problema”, afirmó el especialista al dictar la conferencia Derecho y epistemología.

 

“Llevamos a cabo nuestras tareas cotidianas, damos clases, dictamos sentencias y escribimos tratados como si la epistemología fuera una reflexión fuera, lejana, un pasatiempo para juristas ociosos, un barniz cultural para ratas de biblioteca”.

 

La permanencia de esta situación es culpa nuestra, aclaró, de las generaciones recientes, porque no nos atrevemos a formular ciertas preguntas y porque preferimos dar por sentadas ciertas respuestas, aunque sean contradictorias entre sí.

 

 

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