06:00 hrs. Enero 1 de 2002


Boletín UNAM-DGCS-003

 

 

 

 

 

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RIESGOS POR EL USO DEL FLÚOR EN NIÑOS DE HASTA 30 MESES DE EDAD

 

·        Juan Carlos Cuauhtémoc Hernández señaló que si bien el flúor es el medio más eficaz para combatir la caries dental, el consumo excesivo en edades tempranas puede ocasionar fluorosis dental

·         Por su alta prevalencia, este padecimiento ya es considerado como un problema de salud pública

 

El consumo excesivo de flúor mientras los dientes están en desarrollo puede ocasionar hipomineralización de la superficie del esmalte dental (fluorosis dental) por la excesiva ingesta de fluoruros, aunque hay que recordar que el fluoruro es el medio más eficaz para combatir la caries dental.

 

Afirmó lo anterior, Juan Carlos Cuauhtémoc Hernández Guerrero, jefe del Laboratorio de Inmunología de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Odontología de la UNAM, quien apuntó que la dieta representa la mayor fuente de consumo de flúor, ya sea de forma inadvertida o intencional.

 

Explicó que como medida de prevención contra la caries dental hace un tiempo se propuso adicionar el fluoruro en agua potable, leche y sal de mesa, productos de amplio consumo que pueden contener masivamente el elemento. Destacó que aun cuando en el país se instituyó un programa de fluoración de la sal, no existe un monitoreo real.

 

Hernández Guerrero destacó que son más los riesgos que representa el uso del flúor que sus beneficios en los menores de hasta 30 meses de vida. El compuesto, dijo, tiene mayor efecto cuando las células formativas del esmalte se encuentran en estado de secreción.

 

Se ha calculado que en el caso de los incisivos o los dientes centrales, este periodo ocurre dentro de los 21 a 30 meses de edad en las niñas y de 15 a 25 meses de edad en los niños.

 

Aseveró que a pesar de no contar con estadísticas que muestren los altos índices de fluorosis dental en diversos estados de la República, incluso en el Distrito Federal, este padecimiento es considerado ya como un problema de salud pública, causado, principalmente, por el exceso de fluoruros ocultos.

 

Puntualizó que los fluoruros ocultos son todos aquellos no reportados en la literatura, como los contenidos en bebidas carbonatadas (refrescos), jugos, néctares y aguas embotelladas, en los cuales la concentración de flúor no está controlada, en especial en los refrescos.

 

Indicó que México está considerado como el segundo consumidor de refrescos en el mundo; aunado a ello –dijo– estudios recientes acerca de alimentación indican que la ingesta de agua entre los niños se ha sustituido por el consumo de jugos y néctares preparados con agua fluorada, lo que representa una fuente significativa de flúor en niños y un factor de riesgo para la aparición de fluorosis dental en este grupo poblacional.

 

Indicó que la altura de la ciudad de México (dos mil 400 metros sobre el nivel del mar) también influye en la prevalencia de este padecimiento, ya que “a mayor altitud nuestra sangre se vuelve más espesa. Ello implica una mayor retención de flúor en el organismo, por lo que también es un elemento de riesgo para el desarrollo de fluorosis dental”.

 

El especialista universitario destacó que prevenir este padecimiento entre la población infantil implica analizar, primero, la cantidad de flúor que requiere y evitar el exceso de éste. “Pero más allá de la fluorosis dental, dijo, los seres humanos podemos también padecer esa afección en los huesos que se llama fluorosis esquelética”.


Apuntó que la fluorosis dental se manifiesta en los dientes como zonas moteadas y una falta de formación, mientras que en los huesos ocasiona descalcificación.

 

Informó que como miembro del Comité Nacional de Investigación en Salud y del Subcomité de Investigación, ambos de la Secretaría de Salud, durante los dos últimos años ha colaborado para establecer la  norma oficial para el uso restringido de los fluoruros. De lo que se trata, explicó, es de evitar el uso indiscriminado de estos elementos.

 

Por otra parte, señaló que en el laboratorio a su cargo y en colaboración con su equipo de trabajo integrado por Alejandro Galicia, María Dolores Jiménez, Damaris Aguilar y Bernardo Fontana, del Instituto de Química, se realizó un estudio de las pastas de dientes y productos de limpieza personal, detectando que no existe un organismo o consejo de normatización, además de que en estudios de laboratorio ya se ha reportado fluorosis dental ocasionada por las pastas, señaló.

 

“El propósito principal de los dentífricos es utilizarlos de forma tópica, es decir por encima, pero el niño antes de los seis años no tiene la capacidad de escupir y se la tragan, por tanto en lugar de ser de tipo tópico se vuelve de tipo sistémico”.

 

Comentó que el cirujano dentista no sabe detectar la fluorosis dental y la diagnóstica como hipoplasias de otro tipo (medicamentosa o por trauma) y por no contar con la capacidad para hacer el diagnóstico exacto dejan pasar el problema.

 

Para ello, dijo, el odontólogo requiere de cierto entrenamiento. “Hay que recordar que la fluorisis dental se presenta en capas y en forma bilateral. Es decir, si le da a un incisivo el otro incisivo lo tiene; si lo tiene un premolar, el premolar del otro extremo también”.

 

El investigador recomendó restringir el uso de los floruros en sales y en dentífricos. Pero, ante todo, “educar al cirujano dentista, para no aplicar flúor al niño sin antes percatarse si lo requiere o no”.

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Juan Carlos Cuauhtémoc Hernández, de la División de Posgrado de la Facultad de Odontología de la UNAM, apuntó que en refrescos, jugos, néctares y aguas embotelladas, productos mayormente consumidos por niños, la concentración de flúor no está controlada