Boletín UNAM-DGCS-975
EL FANATISMO NEOLIBERAL PROVOCÓ LA CRISIS AGROPECUARIA EN MÉXICO: JOSÉ LUIS CALVA
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Asegura el investigador del IIEc que México flexibiliza su economía más
allá de los compromisos internacionales
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De 1982 a 2000 se redujo en más del 90 por ciento la inversión pública
en el sector, indicó
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La política monetaria provocó pérdida de rentabilidad, descapitalización
y pobreza en el campo mexicano
Los resultados del programa neoliberal aplicado
al sector agropecuario mexicano desde mediados de los 80 no han sido los
proyectados por sus impulsores, aseguró José Luis Calva Téllez, académico del
Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, quien agregó que
existe fanatismo neoliberal que lleva a nuestro país a flexibilizar su economía
más allá de los compromisos internacionales.
Al participar en el XXI Seminario de Economía
Agrícola del Tercer Mundo, Calva Téllez expuso que el programa neoliberal se
estableció en el ámbito agropecuario en tres vertientes: la reducción de la
intervención estatal en las actividades de promoción; la apertura comercial y
la liberalización del régimen jurídico de tenencia de la tierra.
Como resultado de estas políticas, señaló el
investigador universitario, el Producto Interno Bruto agropecuario del año 2000
fue 13.7 % inferior al de 1981, mientras que la producción de los ocho granos
principales se redujo el año pasado en 28.6 % con respecto a 1981 y la
producción de carnes rojas y leche se redujo, respectivamente, 32 y 11 % en el
mismo lapso.
José Luis Calva enfatizó que junto a una
política de apertura comercial unilateral y abrupta, los gobiernos mexicanos
implementaron una política cambiaria de sobrevaluación del peso para contener
la inflación, lo que derivó en el descenso real en los precios de los productos
agropecuarios, en los que nuestro país, precisó, tiene notorias desventajas
comparativas.
Antes de la firma del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte, añadió, México ya había abierto su economía a grado tal
que, mientras los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), mantenían regulaciones no arancelarias a las importaciones en
un 48.5 % del valor de las mismas, México sólo aplicaba esas medidas hasta un
9.2 % del valor de las mercancías traídas del exterior.
Al mismo tiempo, subrayó, la inversión pública
en fomento rural disminuyó, de 1982 al 2000, en un 95.3, con lo cual se afectó
la expansión de infraestructura y las inversiones necesarias para mantenerla
operativa.
El académico del IIEc sostuvo que la dinámica
mundial estuvo determinada por la tendencia de los países ricos a incrementar
el proteccionismo y la intervención estatal, mientras las naciones pobres
hacían lo contrario.
La suma de estos elementos, aseguró Calva
Téllez, explica el mal desempeño del sector agropecuario mexicano, así como la
caída en la rentabilidad de esa actividad, lo cual derivó en la
descapitalización del campo y el aumento de la pobreza en las zonas rurales del
país.
Luego de la conferencia magistral de José Luis
Calva, tuvo lugar la mesa III del Seminario, en la cual la profesora de la
Facultad de Economía (FE) de la UNAM, Yolanda Trápaga, comentó que el
desenvolvimiento del sector agropecuario en Estados Unidos es un referente necesario
en el desarrollo mundial de esa actividad.
Estados Unidos, comentó la académica, encabeza
una de las dos posiciones enfrentadas en la actualidad en torno al comercio
internacional de productos agrícolas y su postura, dijo, es la más extrema en
favor de la apertura comercial y la eliminación de subsidios al sector.
Como contraparte, continuó, la Unión Europea y
países asiáticos como Japón y Corea se han mostrado más partidarios del
proteccionismo en materia agropecuaria. En esta disyuntiva, precisó, los países
pobres como México se adhieren casi en su totalidad a la posición
norteamericana.
Pero no obstante a sus manifestaciones
públicas, explicó la profesora de la FE, Estados Unidos mantiene una política
interna claramente proteccionista, ya que el sector agrícola representa el 16 %
del PIB de ese país, así como el 17 % del empleo.
La mayoría de las unidades de producción
agrícola norteamericanas, indicó, son granjas familiares, las cuales en 1996
representaban el 98 % del total que tuvo un ingreso promedio ese año de 50 mil
dólares, de los cuales sólo el 12 % se obtuvieron por la actividad
agropecuaria.
En la actualidad, puntualizó Yolanda Trápaga,
ante el desafío que representa la contaminación ocasionada por los enormes
volúmenes de desechos animales, el gobierno norteamericano estudia la
posibilidad de ofrecer nuevos subsidios a los agricultores para que puedan
procesarlos.
Sobre el impacto ambiental de las actividades
agrícolas también habló Cassio Luiselli Fernández, subsecretario de Fomento y
Normatividad Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(SEMARNAT), quien criticó la falta de visión en la materia de las políticas
hacia el sector agropecuario en los últimos años.
Esa omisión, aseveró, tuvo costos ambientales muy
elevados que en la actualidad colocan a México como el cuarto país más
deforestador del mundo, con 600 hectáreas anuales que sufren ese fenómeno.
Luiselli Fernández manifestó además que existe
sobreexplotación en el 15 por ciento de los mantos acuíferos de México, a la
vez que existen enormes dificultades para acceder al agua en numerosas zonas
rurales del país.
Por tal motivo, finalizó, el gobierno federal
en la actualidad intenta hacer convergente el paradigma de la sustentabilidad
con la actividad agrícola para lo cual, expuso, desde la pasada administración
se comenzaron a implementar diversos programas.
Una de las posibilidades, apuntó el también
académico del Colegio de México, es utilizar los recursos del Procampo con el
objetivo de salvaguardar el capital natural, para lo cual se podría premiar a
quienes dejen descansar ciertas tierras y cultiven otras o realicen labores de
restauración de suelos.
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