Boletín UNAM-DGCS-957
LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA, DESAFÍO PENDIENTE EN EL DISTRITO FEDERAL
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Jordi Borja,
catedrático de la Universidad de Barcelona, España, ofreció la conferencia El
fenómeno metropolitano en el siglo XXI
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Actualmente existe un proceso
desregularizado donde el papel del Estado se reduce, aseguró el urbanista
español
En la ciudad de México no se
ha conseguido crear una estructura
política que responda al fenómeno metropolitano con competencias
efectivas y gobiernos electos auténticamente representativos, por lo que el
desafío pendiente es el planteamiento democrático y la participación ciudadana,
opinó Jordi Borja Sebastián, catedrático
de la Universidad de Barcelona, España.
Al participar en el Diplomado
a distancia El fenómeno metropolitano: enfoques, desafíos y soluciones en la
Casa de las Humanidades de la UNAM, el experto internacional en
planificación estrategia y desarrollo
local comentó que el tema metropolitano es confuso en cuanto a las funciones
que deben ser ejercidas, ya que varían en cada lugar y con el tiempo.
Y es que, dijo, para muchos
los temas típicos metropolitanos son el transporte, ciertas cuestiones de
servicios como agua y saneamiento, pero las políticas de vivienda, por ejemplo,
son olvidadas, así como la seguridad ciudadana y la promoción económica.
Jordi Borja, en la conferencia
El fenómeno metropolitano en el siglo XXI, destacó que en la ciudad
metropolitana se tiene una tercera dimensión que no hay quien la delimite: la
ciudad de la revolución informática, donde las tecnologías facilitan la
relación entre individuos y a las que se deben sumar las estrategias de
desarrollo.
Por lo general hay una ciudad
central, un entorno metropolitano y una región metropolitana, que no se pretende
entren en una relación de subordinación sino de complementariedad. “Una de las
características de las ciudades
metropolitanas es la segregación social y funcional; la desigualdad social es
más obvia en las ciudades centrales”, agregó.
El catedrático español apuntó
que la planeación de escala metropolitana está dirigida para corregir los
grandes desequilibrios y ver a futuro, pero en la actualidad hay un proceso
desregularizado donde el papel del Estado se reduce y aparecen realidades
políticas supraestatales.
“El tipo de desarrollo urbano
que se da en el proceso de globalización es muy fragmentador y difuso del
territorio, es decir, el desarrollo
urbano definido por una economía de mercado en un periodo de auge de política neoliberal da lugar a que el
desarrollo metropolitano se caracterice
por la dispersión, fragmentación y
privatización, se pierde gran parte de la calidad de la ciudad como espacio
público”.
Esta dinámica, explicó, no
impide que emerjan los llamados espacios urbanos regionales y que haya dinámicas
de sentido contrario, como el espacio urbano regional que se caracteriza
por las sinergias económicas.
Destacó que la ciudad
metropolitana hoy tiende a ser una ciudad de ciudades, donde los flujos y los
lugares coinciden, pero que ello no es suficiente para que el territorio
funcione.
Para que en verdad funcione
una ciudad, señaló, es necesario que esté conectada tanto en su interior como
hacia el exterior; que cuente con instituciones y políticas representativas,
con planes y proyectos claros que brinden certidumbre a los ciudadanos y
políticas públicas de promoción, es decir, campañas de autoestima que responda
a una realidad.
De igual manera, debe contar
con una calidad de oferta urbana, como son espacios públicos; empresas locales
globalizadas y empresas internacionales con sede en ella; la cualificación del
capital humano y social, toda vez que la calidad de los recursos humanos será
el elemento clave en el futuro; cierto nivel de cohesión social; heterogeneidad de poblaciones, que implica destruir los
ghettos y la socialización de los accesos a las nuevas tecnologías.
Por otra parte, dijo que para
gobernar adecuadamente las ciudades metropolitanas existen ciertas condiciones:
mantener el rol motor y promotor de la ciudad central; estructuras político
administrativas que puedan resolver ciertos problemas como ubicación de
vivienda, promoción económica, seguridad o urbanización básica, así como
establecer contratos-programa como pueden ser campañas de promoción turística
conjunta entre entidades federativas.
Jordi Borja subrayó que la
región urbana no tiene una solución política unívoca, sino que debe tener en cuenta cohesionar el territorio, reducir
las desigualdades, proyectos de futuro con apoyo social. Esto es que la política metropolitana debe encaminarse a entender lo que ocurre, a
dialogar entre los distintos agentes bajo ciertos valores frente a las
dinámicas de la economía de mercado y las
políticas neoliberales que fragmentan el territorio.
En estos momentos, argumentó
el urbanista, podemos pensar que 25 por
ciento de la población en el mundo es rural, otro 25 por ciento vive en
ciudades y 50 por ciento vive en áreas
suburbanas sin calidad de ciudad, por tanto se debe dialogar entre los
distintos agentes públicos, culturales, económicos y sociales para saber qué
hacer con este territorio y definir los objetivos que serán la base para la
construcción de una ciudad.
Y por último, acotó, el
territorio es también una forma, estética y arquitectónica, por tanto, a la hora
de decir qué se quiere por ciudad se debe pensar no sólo en infraestructura
sino en qué forma debe tener todo.
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PIES DE FOTO
En la ciudad de
México no existe una estructura política que responda al fenómeno metropolitano
con gobiernos electos auténticamente representativos, aseguró Jordi Borja, de
la Universidad de Barcelona, en la Casa de las Humanidades de la UNAM.
Las políticas de
vivienda y la promoción económica son temas metropolitanos olvidados, dijo el
catedrático español Jordi Borja. Lo acompaña Manuel Perló, director del
Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad.