6:00 hrs. Octubre 1 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-957

 

 

 

LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA, DESAFÍO PENDIENTE EN EL DISTRITO FEDERAL

 

·        Jordi Borja, catedrático de la Universidad de Barcelona, España, ofreció la conferencia El fenómeno metropolitano en el siglo XXI

·        Actualmente existe un proceso desregularizado donde el papel del Estado se reduce, aseguró el urbanista español

 

En la ciudad de México no se ha conseguido crear una estructura  política que responda al fenómeno metropolitano con competencias efectivas y gobiernos electos auténticamente representativos, por lo que el desafío pendiente es el planteamiento democrático y la participación ciudadana, opinó Jordi Borja Sebastián, catedrático  de la Universidad de Barcelona, España.

 

Al participar en el Diplomado a distancia El fenómeno metropolitano: enfoques, desafíos y soluciones en la Casa de las Humanidades de la UNAM, el experto internacional en planificación  estrategia y desarrollo local comentó que el tema metropolitano es confuso en cuanto a las funciones que deben ser ejercidas, ya que varían en cada lugar y con el tiempo.

 

Y es que, dijo, para muchos los temas típicos metropolitanos son el transporte, ciertas cuestiones de servicios como agua y saneamiento, pero las políticas de vivienda, por ejemplo, son olvidadas, así como la seguridad ciudadana y la promoción económica.

 

Jordi Borja, en la conferencia El fenómeno metropolitano en el siglo XXI, destacó que en la ciudad metropolitana se tiene una tercera dimensión que no hay quien la delimite: la ciudad de la revolución informática, donde las tecnologías facilitan la relación entre individuos y a las que se deben sumar las estrategias de desarrollo.

 

Por lo general hay una ciudad central, un entorno metropolitano y una región metropolitana, que no se pretende entren en una relación de subordinación sino de complementariedad. “Una de las características  de las ciudades metropolitanas es la segregación social y funcional;  la desigualdad  social es más obvia en las ciudades centrales”, agregó.

 

El catedrático español apuntó que la planeación de escala metropolitana está dirigida para corregir los grandes desequilibrios y ver a futuro, pero en la actualidad hay un proceso desregularizado donde el papel del Estado se reduce y aparecen realidades políticas supraestatales.

 

“El tipo de desarrollo urbano que se da en el proceso de globalización es muy fragmentador y difuso del territorio, es decir, el desarrollo  urbano definido por una economía de mercado  en un periodo de auge de política neoliberal da lugar a que el desarrollo metropolitano  se caracterice por la dispersión, fragmentación  y privatización, se pierde gran parte de la calidad de la ciudad como espacio público”.

 

Esta dinámica, explicó, no impide que emerjan los llamados espacios urbanos  regionales y que haya dinámicas  de sentido contrario, como el espacio urbano regional que se caracteriza por las sinergias económicas.

 

Destacó que la ciudad metropolitana hoy tiende a ser una ciudad de ciudades, donde los flujos y los lugares coinciden, pero que ello no es suficiente para que el territorio funcione.

 

Para que en verdad funcione una ciudad, señaló, es necesario que esté conectada tanto en su interior como hacia el exterior; que cuente con instituciones y políticas representativas, con planes y proyectos claros que brinden certidumbre a los ciudadanos y políticas públicas de promoción, es decir, campañas de autoestima que responda a una realidad.

 

De igual manera, debe contar con una calidad de oferta urbana, como son espacios públicos; empresas locales globalizadas y empresas internacionales con sede en ella; la cualificación del capital humano y social, toda vez que la calidad de los recursos humanos será el elemento clave en el futuro; cierto nivel de cohesión social; heterogeneidad  de poblaciones, que implica destruir los ghettos y la socialización de los accesos a las nuevas tecnologías.

 

Por otra parte, dijo que para gobernar adecuadamente las ciudades metropolitanas existen ciertas condiciones: mantener el rol motor y promotor de la ciudad central; estructuras político administrativas que puedan resolver ciertos problemas como ubicación de vivienda, promoción económica, seguridad o urbanización básica, así como establecer contratos-programa como pueden ser campañas de promoción turística conjunta entre entidades federativas.

 

Jordi Borja subrayó que la región urbana no tiene una solución política unívoca,  sino que debe tener en cuenta cohesionar el territorio, reducir las desigualdades, proyectos de futuro con apoyo social. Esto es que  la política metropolitana  debe encaminarse a entender lo que ocurre, a dialogar entre los distintos agentes bajo ciertos valores frente a las dinámicas de la  economía de mercado y las políticas neoliberales que fragmentan el territorio.

 

En estos momentos, argumentó el urbanista, podemos pensar que  25 por ciento de la población en el mundo es rural, otro 25 por ciento vive en ciudades y  50 por ciento vive en áreas suburbanas sin calidad de ciudad, por tanto se debe dialogar entre los distintos agentes públicos, culturales, económicos y sociales para saber qué hacer con este territorio y definir los objetivos que serán la base para la construcción de una ciudad.

 

Y por último, acotó, el territorio es también una forma, estética y arquitectónica, por tanto, a la hora de decir qué se quiere por ciudad se debe pensar no sólo en infraestructura sino en qué forma debe tener todo.

 

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PIES DE FOTO

 

En la ciudad de México no existe una estructura política que responda al fenómeno metropolitano con gobiernos electos auténticamente representativos, aseguró Jordi Borja, de la Universidad de Barcelona, en la Casa de las Humanidades de la UNAM.

 

Las políticas de vivienda y la promoción económica son temas metropolitanos olvidados, dijo el catedrático español Jordi Borja. Lo acompaña Manuel Perló, director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad.