Boletín UNAM-DGCS-834
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Única
en su tipo en Latinoamérica, la Mesa Vibradora del Instituto de Ingeniería (II)
de la UNAM permite reproducir movimientos sísmicos para analizar y evaluar el
comportamiento de estructuras diversas, como equipos industriales y construcciones destinadas a la vivienda.
En conferencia de prensa, el director del II, Francisco José Sánchez
Sesma, y el investigador Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, jefe del
Laboratorio de la Mesa Vibradora, explicaron las características y aplicaciones
de este equipo que, afirmaron, constituye un orgullo para la Universidad
Nacional y se encuentra al nivel de los utilizados en países como Estados
Unidos y Japón.
Alcocer Martínez de Castro explicó que la mesa, cuyo costo es de
aproximadamente cuatro millones de dólares, está equipada con ocho gatos
hidráulicos, instalados cuatro de ellos en posición vertical y los cuatro
restantes de forma horizontal, los cuales permiten reproducir movimientos tanto
verticales y horizontales como simultáneos.
Sobre estos mecanismos está colocada la plancha de aluminio en la cual
se instalan los modelos para experimentación. La Mesa Vibradora, indicó,
soporta un total de 20 toneladas de peso.
Este mecanismo, añadió, opera mediante bombas y cuenta con un
sofisticado sistema digital de control. El software que utilizan los equipos
informáticos para la captura de datos fue elaborado por el propio Instituto de
Ingeniería de la UNAM.
Uno de los usos más frecuentes de la Mesa Vibradora, continuó el
investigador universitario, es la evaluación de los equipos empleados en las
subestaciones eléctricas, que deben observar ciertos requisitos en cuanto a su
comportamiento ante los movimientos sísmicos para evitar su ruptura.
En este rubro, dijo, la Universidad Nacional ha colaborado con varias
empresas para la realización de estos estudios y está en pláticas con la
entidad que se encargará de instalar la red de gas natural en el Valle de
México para experimentos similares sobre válvulas que cortarán el suministro de
ese combustible en caso de temblor.
En la actualidad, continuó, se desarrolla un proyecto con el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para medir la respuesta de
construcciones destinadas a vivienda. Para ello, especificó, se utilizarán
modelos a escala de edificaciones de uno, tres y cinco pisos, sobre los cuales
se colocarán sensores que detectarán los efectos de un sismo simulado sobre los
diferentes puntos de la construcción.
Para este proyecto, agregó, se utilizarán prototipos que serán
sometidos a movimientos similares a los que tienen por epicentro las costas de
Guerrero.
El responsable de la Mesa Vibradora expresó que en la capital mexicana
existe aproximadamente una docena de edificios en los cuales se han colocado
sensores para medir su comportamiento sísmico. Ello permite tener mayor
información para elaborar las normas y reglamentos de construcción y para tomar
medidas preventivas ante posibles problemas surgidos durante movimientos de
baja intensidad.
Alcocer Martínez de Castro expuso que cada cuerpo tiene una frecuencia
de resonancia y cuando son sometidos a vibraciones cuya intensidad es igual a
esa frecuencia e4s cuando sufren daños en sus estructuras.
El académico del II sostuvo que con posterioridad a los sismos de 1985
en la ciudad de México, el Instituto de Ingeniería participó activamente en la
revisión del reglamento aplicable a las construcciones en el Distrito Federal.
Gracias a este proceso, aseguró, en la actualidad existen normas
técnicas cuya observancia permite garantizar un comportamiento más
satisfactorio de los edificios capitalinos y que obligan a las constructoras a
utilizar materiales de mejor calidad.
Mencionó, por ejemplo, que las construcciones destinadas a albergar un
gran número de personas, como escuelas, hospitales y estadios deportivos,
requieren un concreto más resistente.
Alcocer Martínez de Castro manifestó que las construcciones
sismorresistentes son aquellas que ante los temblores de elevada intensidad
sólo sufren daños reparables, pero no se colapsan. En el Distrito Federal,
finalizó, las escuelas cumplen con estas características gracias a los intensos
trabajos de rehabilitación que se hicieron después de 1985.
A este respecto, Francisco José Sánchez Sesma aseguró que en la
actualidad las fallas que pudieran registrarse en un temblor de características
similares al de 1985 serán menores, gracias a que después de ese episodio se
tomó mayor conciencia de la peligrosidad de estos fenómenos y en la actualidad
la ciudad de México es de las mejor instrumentadas en el mundo.
El funcionario comentó que existen cerca de 200 estaciones de registro
para entender el comportamiento de los edificios ante un temblor, así como
acelerógrafos de campo libre y de pozo para evaluar los efectos de un
movimiento telúrico.
Esta red acelerométrica en el Vale de México, así como la que tiene
instalada el II entre las costas de Guerrero y el Distrito Federal, constituyen
un esfuerzo de instrumentación muy importante, los cuales hacen de la
ingeniería sísmica mexicana una disciplina de primera magnitud en el mundo.
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