Boletín UNAM-DGCS-732
Pies de foto al final del boletín
EL SINDICALISMO NO RESPONDE DEMANDAS DE LOS TRABAJADORES
·
Investigadores de la UNAM aseguraron que si no se transforma, el
movimiento obrero corre el riesgo de desaparecer
·
En la actualidad está debilitado, disperso y sin proyecto de lucha o de
país
Debilitado, disperso,
sin proyecto de lucha ni de país, carente de propuestas económicas y políticas
ante el gobierno federal e incapacitado para dar respuesta a las demandas de
los trabajadores y convertirse en una organización moderna y con legitimidad,
el sindicalismo mexicano –el organizado y el independiente– corre el riesgo de
desaparecer.
Académicos de los
institutos de investigaciones Sociales (IIS) y Económicas (IIEc) de la UNAM
puntualizaron que a ello se suma el hecho de que las direcciones sindicales son
estériles y en su afán de mantener el poder se olvidan de la principal causa
para la cual fueron elegidos al frente de sus organizaciones: la defensa de los
derechos del sector obrero.
Francisco Javier
Aguilar García, investigador del IIS, y Alfonso Bouzas Ortiz, especialista del
IIEc, expusieron la necesidad de que el sindicalismo se transforme y elabore
propuestas económicas y políticas para defender las conquistas laborales y
resarcir el deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores.
Aguilar García
hizo un recuento de las condiciones en que se encuentra el sindicalismo en
México:
En la actualidad, el
movimiento obrero nacional está dividido en cuatro principales fuerzas: el
Congreso del Trabajo (CT), la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), el Frente
Sindical Mexicano (FSM) y el sindicalismo blanco o patronal, que nació desde
hace varias décadas en Monterrey y cuya fuerza principal la mantiene en Nuevo
León, Puebla, Yucatán y el estado de México, con un total aproximado de 70 a 80
mil trabajadores.
La UNT tiene sus
orígenes en el "sindicalismo independiente" surgido en los años 80 y
que propició la integración de la Federación de Sindicatos de Empresas de
Bienes y Servicios (Fesebs) con nueve sindicatos, entre los que se encuentran
los telefonistas, pilotos, sobrecargos y trabajadores tranviarios.
Luego de que en 1997
los nueve sindicatos de la Fesebs abandonaron las filas del Congreso del
Trabajo (CT) se conformó la UNT que dice agrupar a cerca de dos millones de
trabajadores, pero en términos reales cuando más rebasa los 150 mil.
La integración de este
grupo obrero tuvo como objetivo ocupar el lugar del CT en las relaciones con el
gobierno federal, es decir, ser la central a la que las autoridades consulten
cada vez que se establecen políticas laborales o durante la reforma de la
legislación del ramo.
Sin embargo, aun
cuando se dice independiente no ha dejado de comportarse dentro del
sindicalismo oficial o tradicional. Sus organizaciones se movilizan cuando se
trata defender su contrato, pero no apoyan al resto de los que forman parte de
la UNT.
El FSM es la
organización independiente más reciente, al crearse en 1998 en defensa del
manejo de los energéticos y de la legislación laboral: el artículo 123
constitucional y la Ley Federal del Trabajo (LFT). Este gremio está formado por
cerca de 70 mil trabajadores.
El Sindicato Mexicano
de Electricistas (SME) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
organizaron el Frente tras el rompimiento con los "independientes" de
la UNT por no aceptar sus formas de lucha que sólo quedan en la declaración, al
igual que el CT.
El
Congreso del Trabajo -dentro del cual se encuentra la Confederación de
Trabajadores de México (CTM)- continúa como el interlocutor del sector obrero
ante el gobierno federal y mantiene la mayoría numérica.
Con
el cambio del modelo económico y la aplicación del neoliberalismo en México, a
principios de los 80, la cúpula obrera perdió fuerza y dejó de ser el medio a
través del cual los trabajadores obtenían mejores remuneraciones.
Hasta
el año 2000, el Congreso y la CTM apoyaron al PRI y se encargaron de las
principales negociaciones salariales -como la del mínimo- y de obtener mejores
prestaciones. Aunque sus distintos dirigentes afirman que aglutina a cerca de
11 millones de trabajadores, la realidad es que son alrededor de un millón 100
mil, según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS).
El
investigador del IIS subrayó que con los años el modelo económico asignó al
sindicalismo un papel de mayor subordinación y el salario mínimo lo impuso como
parte del programa económico.
En
materia política, el movimiento obrero perdió importantes cotos de poder. De
más de 60 diputados, 30 senadores y cientos de presidentes municipales que
tenía en 1984, la representación sindical se redujo en forma notable en el
Congreso de la Unión y los órganos de poder a cinco diputados, ocho senadores y
cerca de 200 alcaldes en todo el país.
Su debilitamiento,
remarcó, se debe a que las direcciones sindicales no tienen un programa de
lucha ni de país; se mantienen siempre en espera de lo que decida el Ejecutivo
federal en materia de salarios y prestaciones, pero no hacen propuestas ni las
defienden; hay una total dispersión debido a los intereses de grupo, lo que les
impide concertar acciones conjuntas, y en realidad es poco el número de
sindicalizados si se toma en cuenta la Población Económicamente Activa (PEA).
Explicó que dentro de la PEA hay 40 millones de mexicanos, de los
cuales entre 24 y 25 millones están ocupados. Pero, el Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) reporta 11 millones y el Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) dos millones. En
total, 15 millones con seguridad social. En tanto, las Afores registran de 15 a
16 millones de afiliados. El resto, dijo, son trabajadores informales, sin
contrato o desempleados.
De
los sindicalizados de los apartados "A" y "B" el reporte es
de entre cuatro y cinco millones de trabajadores, esto significa que sólo el
10% están agremiados a alguna organización de esta índole. Esto es, de los casi
98 millones de mexicanos únicamente entre 13 y 16 millones tienen empleo fijo,
seguro y con contrato.
El
doctor en Ciencia Política resaltó que el sindicalismo es objeto de la
contradicción gubernamental porque al tiempo que trata de disminuirlo para
prescindir de él, lo llama para firmar cualquier decisión que tome como si
fuera un acuerdo con la clase trabajadora. El problema es que las direcciones
obreras nunca presentaron ninguna propuesta de política económica.
Contrario a lo que se
esperaba, planteó, Vicente Fox no dio preferencia a los sindicatos patronales.
Desde agosto del 2000 comenzó a dialogar con todo el movimiento obrero y a
mantener alianzas. Su objetivo era lograr uniones para apoyar su proyecto
económico y político.
Hoy,
refirió, el sindicalismo tiene mayores posibilidades de hacer propuestas para
dejar de ser subordinado, pero para ello debe aprovechar la oportunidad que
tiene. También, aprender a sortear las contradicciones del gobierno porque
mientras dice que hay un cambio mantiene las viejas tradiciones corporativas.
De
la cláusula de exclusión, recién dictaminada por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (SCJN), aseguró que es una muestra del afán gubernamental por
disminuir el poder sindical y resquebrajar aún más la unidad obrera.
En 1996, la Corte
resolvió que podían crearse dos o más organizaciones laborales en una
institución gubernamental, con lo que le quitó el monopolio a la (FSTSE).
Ahora, en el 2001,
resuelve eliminar la cláusula de exclusión con lo que las direcciones
sindicales ya no podrán expulsar a los trabajadores por no asumir sus
políticas.
El problema, es que
esta política laboral no existe por sí misma sino que es sugerida por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) para que haya supuesta
libertad sindical. Así, cuando se dé la reforma a la LFT y al artículo 123
constitucional el movimiento obrero en general estará por completo debilitado y
no podrá oponerse a ninguna acción profunda en contra de los trabajadores.
Se trata, de mostrar
la "fachada de la democracia" ante los organismos internacionales
para que acepten que en México se toman decisiones por consenso.
Contrario al señalamiento
de Francisco Javier Aguilar, el investigador del IIEc, Alfonso Bouzas Ortiz,
sostuvo que la resolución de la SCJN de eliminar la cláusula de exclusión
legitima, reivindica y propicia una auténtica libertad y democracia sindical.
También se demuestra
que la denuncia sobre la antidemocracia sindical en México es tan basta e
internacionalmente planteada que por fin se dan los cambios, los cuales
repercutirán en forma positiva en los trabajadores.
Destacó que tanto en
México como en el mundo, el sindicalismo sufre una importante crisis derivada
de la falta de capacidad para encausar y dar respuesta a las demandas actuales
de los trabajadores.
Una importante
debilidad del sindicalismo mexicano, dijo, es su falta de capacidad para
modernizarse y ser propositivos, de legitimarse como parte del proceso para
salir de la crisis económica que vive el país.
Advirtió que si las
organizaciones sindicales no muestran aptitudes para remontarla dejarán de ser
instancias colectivas de representación, lo que significa que habrán otras con
características diferentes.
Su crisis de
legitimidad, señaló Bouzas, tiene elementos adicionales como el proceso
corporativo mediante el cual surgen. Este factor propicia que durante décadas
las organizaciones gremiales estén profundamente vinculadas al aparato de
poder.
El doctor en derecho
laboral planteó que el cambio de gobierno pone en crisis este esquema
corporativo, situación que permite creer que en el movimiento obrero se
restablecerán los términos del juego político sindical.
Del sindicalismo
independiente, comentó, el panorama es similar al del oficial, debido a que es
incapaz de convertirse en verdadera vanguardia.
El gran problema de la
esterilidad de las direcciones obreras como de la inamovilidad de sus agrupaciones
está relacionado con el esquema corporativo. Hoy, los sindicatos han dejado de
pertenecer a los trabajadores para ser propiedad de las dirigencias.
Todas las cúpulas
sindicales, independientemente del color con el que se ostenten, estableció
Bouzas Ortiz, cometen los mismos errores: la reelección y el continuismo, así
como el establecimiento de esquemas mediante los cuales cualquiera decide,
menos los trabajadores.
Estos diversos
factores, pueden llevar al movimiento obrero organizado e independiente "a
una muerte grave", aunque si las dirigencias se concientizan se podrían
recomponer y abrir a una nueva etapa. Sólo algunos sindicatos empiezan a
construir alternativas en materia de reconversión económica: telefonistas,
electricistas y pilotos, entre otros.
En el caso del CT
deberá recomponerse y refundarse, además de realizar un pacto democrático, no
corporativo, -en el que queden fuera la iniciativa privada y los funcionarios
del gobierno-, para crear una central única, donde se incluyan todas las organizaciones
sindicales, consideró.
Después del proceso de
democratización política es el momento oportuno para la sindical, opinó, aunque
esta transformación afectará intereses con la consiguiente resistencia de los
afectados que por lo regular son las dirigencias. Pero, "será inevitable
el cambio".
El investigador del
IIEc precisó que estos cambios no pueden ser verticales ni desde la STyPS. Uno
de los grandes errores que en la actualidad se comenten en la definición de la
política laboral, es suponer que las estrategias de las organizaciones
sindicales las adoptará el gobierno.
Sin embargo, mientras
no haya un convencimiento generalizado de que en el país no hay democracia
sindical no se trabajará por ella, por tanto, no habrá un sindicalismo alternativo
en el cual se pueda confiar.
Sobre la nueva cultura
laboral, fuertemente impulsada por el ahora secretario del Trabajo y Previsión
Social, Carlos Abascal, anotó que retomarla es un capricho porque fue un
esquema que ejercitó el gobierno anterior durante año y medio y no tiene
ninguna perspectiva.
Agregó que Abascal
supone que la puede revitalizar como su política laboral. Pero, "en
realidad ni es política laboral ni es nueva y menos, cultura del trabajo".
-oOo-
FOTO 1
Francisco Javier
Aguilar García, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM,
manifestó la necesidad de que el sindicalismo se transforme para lograr una
defensa real de los trabajadores
FOTO 2
El sindicalismo
actual está debilitado, disperso, sin un proyecto de lucha y de país, sostuvo
Francisco Javier Aguilar García, del Instituto de Investigaciones Sociales de
la UNAM