Boletín UNAM-DGCS-715
AUSENCIA DE POLÍTICA DE ESTADO, CAUSA
PRINCIPAL DE LA VIOLENCIA EN LAS ZONAS RURALES
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Sergio Sarmiento Silva, académico del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, señaló que este fenómeno es
parte de la vida cotidiana de las comunidades
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El gran obstáculo, agregó, es el desinterés
de la sociedad para reconocer a los indígenas como grupos diferentes
En
México, la violencia en las zonas rurales es “dramática”, forma parte de la
vida cotidiana y de los elementos culturales por la falta de una política de
Estado que atienda los fenómenos de rezago social, aseguró el académico del
Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Sergio Sarmiento Silva.
El gran obstáculo, advirtió, es el desinterés de la sociedad por
reconocer a los indígenas como grupos diferentes, con proyectos diversos, e
históricamente distintos.
En entrevista, el investigador precisó que en las comunidades rurales
son comunes las actividades ilícitas como el narcotráfico, los
ajusticiamientos, castigos por parte de grupos paramilitares y las acciones que
conllevan los usos y costumbres de cada región como venganzas, peleas a muerte,
violaciones y abusos.
Esta
situación se vive sobre todo en regiones como la Montaña de Guerrero; la Sierra
Sur y la Mixteca de Oaxaca; los Chimalapas, en Chiapas, y la Selva, en
Michoacán. En las zonas rurales, afirmó, la justicia no funciona ni las
instancias de procuración y administración de ella. La gente convive con la
violencia en forma normal.
Sin embargo, el especialista subrayó que más que el número de actos o
muertes violentas lo fundamental es la incapacidad de estas instancias por
controlar la problemática que puede solucionarse mediante la aplicación de la
ley, sin pasar por encima de las normas y valores culturales de las
comunidades, las cuales se deben respetar por ser legítimas.
Expuso que existen cuatro elementos fundamentales que propician la
violencia en estos perímetros: el primero, surge a raíz de la aparición del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuando el gobierno consideró a la
región de la montaña potencialmente generadora de fenómenos guerrilleros, por
lo que envió gran cantidad de militares.
El segundo, detalló, lo genera la indefinición jurídica en la tenencia
de la tierra, lo que provoca problemas intra e interfamiliares. Por un terreno,
los parientes son capaces de matarse.
Un tercer rubro considerado por Sarmiento Silva es el causado por los
conflictos intercomunitarios, pues las familias crean problemas durante los
traspasos de los derechos agrarios a sus sucesores. Un ejemplo es el rechazo de
los parientes a que una herencia tenga como destinataria una mujer. Para ellos,
siempre debe ser el hombre.
El cuarto y más importante elemento, advirtió, es la proliferación del
narcotráfico y el aumento de extensiones de tierra para el cultivo de drogas.
Aunque
en el pasado los indígenas sembraban los enervantes con fines terapéuticos, con
el tiempo y ante la necesidad de alimento introdujeron drogas que, para los 80,
llegaron hasta la amapola, muy rentable. En la zona, informó el especialista,
un kilogramo de goma vale entre 15 mi y 20 mil pesos y, en otra región, 30 mil
ó 40 mil pesos.
Debido a la posibilidad de obtener dinero es con mayor facilidad,
recalcó, los traficantes de drogas convencieron a comunidades enteras de
sembrar y cuidar los cultivos. Les entregan las semillas y los fertilizantes,
mientras que los nativos dan el agua y las mangueras para regarla.
Como pago, añadió, les entregan dinero y armas de grueso calibre con
las que han derribado hasta helicópteros. Nadie denuncia ni dice nada, guardan
total silencio a pesar de tratarse de un cultivo de alto riesgo.
Por lo anterior, agregó Sarmiento se elevan los índices de violencia,
pues existen grupos de ajusticiamiento que torturan y asesinan a los delatores.
Se cometen impunes asesinatos por venganza, sin que los pobladores los
denuncien a pesar de haber presenciado el homicidio.
Un factor que influye en forma notable es la ubicación de estos
poblados en zonas aisladas, agrestes, de difícil acceso y muy pobres, en
términos de los cultivos que producen.
El especialista en asuntos indígenas hizo hincapié en que la sociedad
civil no tiene la fuerza suficiente para revertir esta situación, lo que
provoca un grave proceso de descomposición.
A esto se suma, anotó, la falta de política social de Estado para
establecer una estrategia participativa en la región, una adecuada procuración
de justicia y la erradicación de policías judiciales y militares, quienes en
muchos casos se coluden con los narcotraficantes.
Y remató: los pobladores de las comunidades rurales también tienen que
enfrentar la violencia intrafamiliar, en la que las violaciones, incestos y
arbitrariedades se cometen sin recato y con la aceptación generalizada.
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