Boletín UNAM-DGCS-678
Pies de foto al final
del boletín
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Aseguró el académico de la Universidad
Complutense que el concepto democrático neoliberal reduce este sistema a la
competencia electoral
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El neoliberalismo no está dispuesto a
permitir el acceso al poder a quienes ofrecen visiones alternativas de la
política y la sociedad
La
democracia supone situaciones de crisis y conflicto, así como la posibilidad de
que nuevos actores con proyectos políticos alternativos accedan al poder afirmó
Marcos Roitman Rosenbaum, académico de la Universidad Complutense de Madrid.
Al
dictar la conferencia “La lucha democrática en América Latina”, en el Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CIICH) de la
UNAM, indicó que la alternancia de personajes no garantiza por sí misma la
vigencia de un sistema democrático.
Roitman
Rosenbaum sostuvo que luego de los episodios autoritarios que la región sufrió
durante la década de los 70, los cuales tuvieron por objetivo la
despolitización de la sociedad, cambió la visión del gobernante democrático
como un estadista para ser concebido como un mero funcionario gerencial.
Acompañado
por el director del CIICH, Daniel Cazés Menache, Marcos Roitman explicó que
esta es la visión de la política que impulsa la doctrina neoliberal, luego de
percatarse que sólo podría progresar si se asumía como proyecto supuestamente
democrático.
Las
premisas del concepto neoliberal de la democracia reducen a ésta a un conjunto
de “reglas de juego” que regulan un procedimiento electoral en el cual sólo se
tiene en cuenta el aspecto cuantitativo, indicó el sociólogo y politólogo.
Desde
esta perspectiva, precisó, la democracia se limita a posibilitar la alternancia
de actores políticos dentro de una misma estructura sin permitir, no obstante,
el acceso al poder de proyectos alternativos de gobierno.
Por
tal motivo no se puede pretender que quienes siempre han carecido de voluntad
política auténticamente democrática asuman semejante posición, ya que no están
dispuestos a tolerar alternativas a su proyecto político, puntualizó.
Roitman
Rosenbaum señaló que hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX la lucha por
la democracia en Latinoamérica persiguió que los sectores marginados de la
población accedieran a la calidad de ciudadanos, como lo hizo la revolución
mexicana de 1910 con respecto a los campesinos.
Posteriormente,
continuó, la revolución cubana sumó, a esa ciudadanía política, la económica,
social y cultural. En reacción a ello, agregó, la lucha antidemocrática en la
región asumió la forma de combate al comunismo.
A
esta perspectiva respondieron iniciativas como la Alianza para el Progreso en
la década de los 60, que impulsaron reformas en todo el continente con el único
propósito de mantener vigente el mismo orden sociopolítico y económico,
precisó.
En
tal contexto, dijo, el triunfo de la unidad Popular que llevó a Salvador
Allende al poder en Chile significó un hecho inesperado que puso a prueba a las
clases políticas que debían demostrar su vocación democrática y que, por el
contrario, reaccionaron con la deslegitimación del gobierno elegido y lo
depusieron violentamente.
En
la actualidad, expuso Marcos Roitman, el concepto predominante de democracia
dificulta la articulación de los movimientos sociales que han sido los
verdaderos impulsores de esta forma de gobierno en la región.
Acontecimientos
como la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) suponen
una respuesta a la idea democrática impuesta por los neoliberales en respuesta
a 10 años de las políticas que responden a esta doctrina.
La
lucha por la ciudadanía política de los indígenas así como por un Estado
democrático multiétnico es la tendencia del combate por la democracia en
América Latina y, en el caso del EZLN, es la primera revolución social del
siglo XXI.
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