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15:00 hrs. Febrero 22 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-176

 

APLICAR EL HORARIO DE VERANO DE 1996 Y HACER MÁS ESTUDIOS, PROPUESTA DE ESPECIALISTAS DE LA UNAM

 

 

·        Se debe adelantar y centrarse al solsticio de verano para su mejor aplicación

·        Permite el ahorro de energía en beneficio del país

 

 

Especialistas del Centro de Investigación de Energía (CIE) de la UNAM se pronunciaron por realizar estudios a fondo sobre el horario de verano y, en tanto, consideraron conveniente aplicar el horario de 1996, cuya duración es de siete meses, debido a que se podría obtener un mayor ahorro de energía en beneficio del país.

 

Propusieron, asimismo, adelantar el horario de verano y centrarlo al solsticio, es decir, la mitad de meses antes de este fenómeno y la otra cantidad después, lo que permitiría su mejor establecimiento.

 

Este cambio, puntualizaron, trae como consecuencia sacrificios en lo individual por el bien general de México.  De manera que es más conveniente la existencia de tres husos horarios: Este, Oeste y Centro.

 

Sin embargo, señalaron que a pesar de que el decreto de 2001 del presidente Vicente Fox mantiene un horario de verano de cinco meses con menor ahorro de energía, tiene como ventaja la disminución de los efectos negativos para la sociedad.

 

La capacidad instalada en México, dijeron, es de 36 mil megawatts y con el horario de verano se tendría un ahorro de mil megawatts, equivalente en términos monetarios a mil millones de dólares.

 

En conferencia de prensa, el director del CIE, Manuel Martínez Fernández, precisó que la propuesta de los investigadores de esa dependencia universitaria de mantener el horario de verano de 1996 es la más realista con la información que se tiene actualmente, sin ser la mejor solución.

 

Por ello, abundó, es necesario hacer más investigaciones de calidad con patrones estacionales y sectoriales de consumo de electricidad y combustibles, así como de los efectos sociales negativos.

 

Acompañado por el secretario académico del CIE, José Antonio del Río, y los investigadores Jorge Islas, Fabio Manzini y Claudio Estrada, el titular del Centro explicó las diferencias de los cambios del horario de verano de acuerdo al huso horario geográfico del país.

 

Comentó que en 1948 se registraron dos husos horarios oficiales: Oeste con 120 grados y el resto del país con 90 grados. Es decir, se ganaba una hora de insolación en la tarde y amanecía 60 minutos después. Con este cambio se desplazo una hora en verano sin mencionarlo.

 

El horario de verano de 1996 tuvo como cambio fundamental el aumento a  tres husos horarios: Baja California con 105 grados, cuando en invierno era de 120 grados; Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Nayarit, 90 grados, mientras en invierno fue de 105; Sonora se mantuvo con 105 grados en ambos periodos, y el resto del país con 75 en verano y 90 en invierno.

 

Con este movimiento, se gana una hora adicional de sol en la tarde, pero amanece dos horas después al huso geográfico.

 

En la propuesta de Fox se manejan cuatro zonas: Baja California con 120 grados en invierno y 105 en verano; Sonora se mantiene en ambas etapas; Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Nayarit, con 105 grados en invierto y 90 en verano, y el resto del territorio nacional con 90 grados y 75, respectivamente.

 

Esta modificación, agregó, reduce el tiempo adicional de insolación en la tarde y el lapso en que amanece después del correspondiente al huso geográfico.

 

Si se quiere una duración de la luz de 12 horas, resaltó el director del CIE, se necesita un periodo de siete meses para el horario de verano. Esto es, amanecería una hora más tarde y aumentarían 60 minutos de insolación en la tarde, con el consiguiente ahorro de energía y los efectos negativos para ciertas actividades humanas.

 

El ahorro de energía, indicó, dependería del equipo y sistema del tiempo de operación, además del posible cambio en eficiencia. Sin embargo y a pesar de que hay información preliminar, no existen suficientes datos de calidad para realizar un diagnóstico apropiado.

 

En cuanto a los efectos del horario de verano de 1996, Manuel Martínez informó que el ahorro de energía adicional es del 0.7 por ciento al oficial de 1948, con un total equivalente al 1.9 por ciento de la Generación Bruta de Electricidad (GBE).

 

El problema, dijo, es que se incrementan más los efectos negativos en las mañanas, en particular en marzo y octubre en la zona centro.

 

Mientras los efectos del Decreto de 2001 de Fox, son un ahorro de energía menor al del horario de verano, con un total equivalente al 1.7 por ciento de la GBE, y la reducción de los efectos negativos en las mañanas para marzo y octubre en la zona centro, aunque continúan en términos generales.

 

Destacó que la duración de la insolación depende del día, el año y la latitud, en tanto los efectos negativos de la zona geográfica, siendo la centro la más afectada.

 

Los resultados son: se desconoce la metodología precisa para optimizar la relación ahorro energía y efectos negativos; éstos son más serios en la zona centro, y el horario de verano debe estar centrado en el solsticio de verano, lo que significa que se debe adelantar.

 

De la consulta que se realizará a los capitalinos sobre la conveniencia o no de aplicar el horario de verano, los investigadores opinaron que falta información adecuada para responder con conocimiento de causa, porque físicamente la población no obtiene ninguna ventaja, dado que los energéticos se elevan de precio con la inflación.

 

 

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