06:00 hrs. Diciembre 19 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-1214

 

 

 

 

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LA PATERNIDAD NO DESEADA E INVOLUNTARIA, LIGADA A  LA MÁS TERRIBLE MISERIA

 

·        Javier Alatorre Rico, de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló que la paternidad en adolescentes adquiere importancia no sólo por las consecuencias que trae para los menores, sino para la sociedad en general

·        Puntualizó que el embarazo temprano, de acuerdo con el estrato social, representa una vía de desarrollo personal

 

 

La paternidad no deseada y no planeada es base de las expresiones más terribles de pobreza, miseria, explotación y violencia, aseguró Javier Alatorre Rico, catedrático de la Facultad de Psicología e integrante del Programa Universitario de Estudios de Género.

 

En este sentido, agregó, la paternidad adquiere importancia no sólo por las consecuencias que implica para los menores, sino para la sociedad en general.

 

Sin embargo, el embarazo temprano o en adolescentes no en todos los casos resulta problemático. No se trata de que no tenga consecuencias, sino que el significado es otro y de acuerdo con el estrato social del que se trate, incluso, representa una vía de desarrollo personal.

 

Al respecto explicó que para los jóvenes pertenecientes a la clase media, quienes tienen posibilidad de desarrollo académico y de concluir una carrera profesional, por ejemplo, un embarazo temprano sí puede ser un problema que les impida continuar sus estudios.

 

En contraste, entre los sectores más empobrecidos la escuela no es una vía de desarrollo personal y según estudios realizados en el Instituto Nacional de Perinatología, muchos de los jovencitos de bajos recursos económicos que son papás, lo fueron cuando ya habían abandonado los estudios.

 

Dentro de los estratos con menos recursos y más aún en el ámbito rural, en la adolescencia como periodo psicosocial –cuando se asiste a la escuela– se experimentan y se comienzan las relaciones amorosas; durante un periodo muy pequeño.

 

En el campo y las zonas marginadas de las ciudades se deja la niñez muy pronto para integrarse al trabajo, en esos medios los jóvenes rápidamente comienzan a ganar lo mismo que sus padres. Al terminar la escuela primaria, por ejemplo, pueden contar ya con una parcela para trabajarla, o en su caso se incorporan al mercado informal de empleo o desempeñan algún oficio que no requiere de capacitación costosa o de mucha especialización, como el de chofer.

 

En ese momento, sólo les hace falta una mujer para transformarse en hombres. Algunos, al dar el paso entre ser niños y señores, mejoran su estatus y adquieren ventajas como la de contar con una familia propia y tener a quien mandar.

 

Además, en ese sector de la población, especialmente entre familias donde las madres están a cargo del hogar, se reproduce el patrón de la pobreza: cuando las niñas, también con baja escolaridad, le quitan presión económica al grupo familiar al separarse de él y convertirse, asimismo, en madres adolescentes.

 

Al estudiar el embarazo temprano, Alatorre Rico ha encontrado que en  75 por ciento de las parejas, los hombres son en promedio de dos a cuatro años mayores que las mujeres. Así, hay madres de 16 o 17 años con compañeros de 19 o 20 años. En estos casos, ellos ejercen mayor control sobre las mujeres.


Explicó que más allá del problema del embarazo temprano, está el del embarazo no deseado y el de la construcción de una familia que se basa en ese hecho, por ello insistió en promover los diversos métodos de prevención, como los condones y otras formas de regulación de la fecundidad, para que los jóvenes aprendan a vivir su sexualidad sin tener consecuencias reproductivas.

 

En estudios de paternidad realizados por el catedrático entre adolescentes y adultos, se ha visto que para los hombres la meta no era tener hijos; no son algo central en su vida, a diferencia de las mujeres, donde ello se convierte en una forma de realización.

 

Para los hombres antes de casarse y tener hijos lo que importa es conseguir trabajo y tener novias, pero sobre todo, experiencias sexuales. En promedio, ellos comienzan más temprano sus relaciones sexuales y conforman más tarde una pareja estable, a diferencia de las mujeres.

 

Eso da como resultado que antes de unirse en matrimonio los hombres han tenido muchas más parejas sexuales. Lo mismo ocurre después del matrimonio. Según una encuesta internacional realizada hace algunos años, en México, más de 80 por ciento de los participantes han tenido alguna relación extramarital y de las mujeres sólo  el  40 por ciento.

 

La sexualidad en nuestra cultura siempre se ha vivido con más privilegios y libertades para los hombres, en tanto que para las mujeres es algo restringido, prohibido y que debe dejarse para el matrimonio.

 

Javier Alatorre mencionó que en sus investigaciones se ha percatado que para muchos hombres existen dos tipos de mujeres: con las que se puede tener relaciones sexuales y con las que se puede tener hijos.

La desgracia es cuando se presenta un embarazo con las de la primera clasificación, ya que los hombres no se hacen cargo del hijo. Ese hecho tiene enormes consecuencias para la paternidad.


 

En Centroamérica (México comparte el dato), entre 24 y 30 por ciento de los nacimientos se dan sin el reconocimiento del padre. Son resultado de experiencias sexuales con mujeres con las que no se quiere tener hijos, pero sí vida sexual.

 

Ante este panorama, finalizó, se requiere que las instituciones estén capacitadas para atender a los jóvenes y adecuar los servicios a sus necesidades. En este sentido han habido muchos esfuerzos, pero falta la colaboración de instancias de educación, donde todos contribuyan a esa transformación.

 

 

 

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La paternidad no deseada y no planeada, es una de las expresiones más terribles de pobreza, afirmó Javier Alatorre Rico, académico de la UNAM