Boletín UNAM-DGCS-1214
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LA PATERNIDAD NO DESEADA E INVOLUNTARIA, LIGADA A LA MÁS TERRIBLE MISERIA
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Javier Alatorre Rico, de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló
que la paternidad en adolescentes adquiere importancia no sólo por las
consecuencias que trae para los menores, sino para la sociedad en general
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Puntualizó que el embarazo temprano, de acuerdo con el estrato social,
representa una vía de desarrollo personal
La paternidad no
deseada y no planeada es base de las expresiones más terribles de pobreza,
miseria, explotación y violencia, aseguró Javier Alatorre Rico, catedrático de
la Facultad de Psicología e integrante del Programa Universitario de Estudios
de Género.
En este sentido,
agregó, la paternidad adquiere importancia no sólo por las consecuencias que
implica para los menores, sino para la sociedad en general.
Sin embargo, el
embarazo temprano o en adolescentes no en todos los casos resulta problemático.
No se trata de que no tenga consecuencias, sino que el significado es otro y de
acuerdo con el estrato social del que se trate, incluso, representa una vía de
desarrollo personal.
Al respecto explicó
que para los jóvenes pertenecientes a la clase media, quienes tienen
posibilidad de desarrollo académico y de concluir una carrera profesional, por
ejemplo, un embarazo temprano sí puede ser un problema que les impida continuar
sus estudios.
En contraste, entre
los sectores más empobrecidos la escuela no es una vía de desarrollo personal y
según estudios realizados en el Instituto Nacional de Perinatología, muchos de
los jovencitos de bajos recursos económicos que son papás, lo fueron cuando ya
habían abandonado los estudios.
Dentro de los
estratos con menos recursos y más aún en el ámbito rural, en la adolescencia
como periodo psicosocial –cuando se asiste a la escuela– se experimentan y se
comienzan las relaciones amorosas; durante un periodo muy pequeño.
En el campo y las
zonas marginadas de las ciudades se deja la niñez muy pronto para integrarse al
trabajo, en esos medios los jóvenes rápidamente comienzan a ganar lo mismo que
sus padres. Al terminar la escuela primaria, por ejemplo, pueden contar ya con
una parcela para trabajarla, o en su caso se incorporan al mercado informal de
empleo o desempeñan algún oficio que no requiere de capacitación costosa o de
mucha especialización, como el de chofer.
En ese momento,
sólo les hace falta una mujer para transformarse en hombres. Algunos, al dar el
paso entre ser niños y señores, mejoran su estatus y adquieren ventajas como la
de contar con una familia propia y tener a quien mandar.
Además, en ese
sector de la población, especialmente entre familias donde las madres están a
cargo del hogar, se reproduce el patrón de la pobreza: cuando las niñas, también
con baja escolaridad, le quitan presión económica al grupo familiar al
separarse de él y convertirse, asimismo, en madres adolescentes.
Al estudiar el
embarazo temprano, Alatorre Rico ha encontrado que en 75 por ciento de las parejas, los hombres son en promedio de dos
a cuatro años mayores que las mujeres. Así, hay madres de 16 o 17 años con
compañeros de 19 o 20 años. En estos casos, ellos ejercen mayor control sobre
las mujeres.
Explicó que más
allá del problema del embarazo temprano, está el del embarazo no deseado y el
de la construcción de una familia que se basa en ese hecho, por ello insistió
en promover los diversos métodos de prevención, como los condones y otras
formas de regulación de la fecundidad, para que los jóvenes aprendan a vivir su
sexualidad sin tener consecuencias reproductivas.
En estudios de
paternidad realizados por el catedrático entre adolescentes y adultos, se ha
visto que para los hombres la meta no era tener hijos; no son algo central en
su vida, a diferencia de las mujeres, donde ello se convierte en una forma de
realización.
Para los hombres
antes de casarse y tener hijos lo que importa es conseguir trabajo y tener
novias, pero sobre todo, experiencias sexuales. En promedio, ellos comienzan
más temprano sus relaciones sexuales y conforman más tarde una pareja estable,
a diferencia de las mujeres.
Eso da como
resultado que antes de unirse en matrimonio los hombres han tenido muchas más
parejas sexuales. Lo mismo ocurre después del matrimonio. Según una encuesta
internacional realizada hace algunos años, en México, más de 80 por ciento de
los participantes han tenido alguna relación extramarital y de las mujeres
sólo el 40 por ciento.
La sexualidad en
nuestra cultura siempre se ha vivido con más privilegios y libertades para los
hombres, en tanto que para las mujeres es algo restringido, prohibido y que
debe dejarse para el matrimonio.
Javier Alatorre
mencionó que en sus investigaciones se ha percatado que para muchos hombres
existen dos tipos de mujeres: con las que se puede tener relaciones sexuales y
con las que se puede tener hijos.
La desgracia es
cuando se presenta un embarazo con las de la primera clasificación, ya que los
hombres no se hacen cargo del hijo. Ese hecho tiene enormes consecuencias para
la paternidad.
En Centroamérica
(México comparte el dato), entre 24 y 30 por ciento de los nacimientos se dan
sin el reconocimiento del padre. Son resultado de experiencias sexuales con
mujeres con las que no se quiere tener hijos, pero sí vida sexual.
Ante este panorama,
finalizó, se requiere que las instituciones estén capacitadas para atender a
los jóvenes y adecuar los servicios a sus necesidades. En este sentido han
habido muchos esfuerzos, pero falta la colaboración de instancias de educación,
donde todos contribuyan a esa transformación.
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La paternidad no
deseada y no planeada, es una de las expresiones más terribles de pobreza,
afirmó Javier Alatorre Rico, académico de la UNAM