Boletín UNAM-DGCS-1213
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México carece de auténtica representación de los intereses del pueblo,
dijo en entrevista el investigador del IIEc, John Saxe-Fernández
El principal
problema de la globalización es la
referencia de poder en que se da, y tiene como ingredientes esenciales las
viejas prácticas coloniales e
imperialistas, por lo que no se trata de algo nuevo o inédito, afirmó
John Saxe-Fernández, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc).
En entrevista, el
investigador universitario comentó que la globalización ocurre en un marco
donde se privilegian las variables políticas con los dados cargados hacia
algunas naciones de manera asimétrica.
Por ello, destacó,
en este fenómeno es determinante
observar cómo se desenvuelve el poder por parte de algunas naciones, así como
las contradicciones propias del
capital.
A la pregunta
acerca del posible adelgazamiento de poder del Estado como consecuencia de la
globalización, el investigador indicó que en ningún momento éste deja de ser un elemento crucial como organizador de los procesos de internacionalización
económica.
El Estado es el que
organiza, planifica y ejecuta programas, “no existe ninguna firma que
opere fuera del marco de regulación del
Estado metropolitano con el apoyo del periférico que también es hegemonizado por ciertas clases”, agregó.
Explicó que sin la presencia de los
instrumentos de Estado, hegemonizados por un sector de la población para
favorecer a una clase, no es posible la
globalización, toda vez que ésta ocurre en el contexto del poder y el
órgano estatal es uno de los actores fundamentales.
Sin embargo, acotó
el investigador, uno de los requisitos fundamentales dentro de una lógica
globalizadora exitosa, es la existencia de un Estado articulado que represente
el interés público mexicano, pero nuestro país adolece de ello.
Se requiere de un
gobierno nacional y lo que tenemos ahora, enfatizó, es uno de clase con grandes
intereses, en relación con otros que están fuera del país, como ocurre en el
caso del petróleo.
Dijo que hay
grandes intereses de clase con Estados Unidos que buscan la privatización de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal
de Electricidad, por ejemplo.
Explicó que la
división de Pemex, en varias empresas, es totalmente contraria a lo que las
grandes firmas internacionales petroleras hacen. “El Banco Mundial (BM) viene
a proponer y aplicar esquemas de financiamiento vía préstamos, los cuales
no son meramente de tipo financiero, sino político; opera en nuestros países como un verdadero partido político
que incide en la correlación de fuerzas
hacia dentro del gobierno mexicano”.
Lo anterior
demuestra que estos movimientos no obedecen a fuerzas abstractas de la
globalización, sino a actores de clase e instituciones específicas.
Más aún, abundó, la
gravedad también radica en la privatización o extranjerización de complejos
económicos territoriales de grandes dimensiones, como los involucrados en la
operación de Ferrocarriles Nacionales, toda vez que colocar ese manejo
territorial en manos de empresas transnacionales es un grave error que se debió
aprender luego de la experiencia con Texas, al ceder parte del territorio.
Sostuvo que dentro del proceso globalizador
en el que se encuentra la nación, es necesario tomar en cuenta las agendas de
Estados Unidos y la de México, porque la primera es expansionista y se centra
en los intereses de corto plazo de sus empresas.
Mientras que en la segunda, si hubiera un
gobierno nacional debería tener como punto fundamental posturas para evitar
riesgos para la soberanía del territorio; adoptar como propia la propuesta
hecha por el juez español Baltazar Garzón, en el sentido de que se debe
impulsar la elaboración y aprobación de
una Convención Internacional sobre Terrorismo y en ese contexto, tratar los
asuntos policiaco-militares con Estados Unidos, mas no fuera de él.
El investigador
advirtió que si no vemos al proceso de la globalización desde una perspectiva
de clase, difícilmente podrá entenderse, ya que el Estado de la Unión
Americana no representa los intereses
de la población estadounidense, sino los de una clase que se favorece por un
activismo extraordinario.
Respecto al papel
del desarrollo tecnológico como una pieza fundamental en el fenómeno de la
globalización, John Saxe aclaró que si bien es cierta su rapidez en cuanto
a mayores flujos y volúmenes de
información, no se debe olvidar que desde 1860 los mercados mundiales estaban
integrados on-line, es decir, el australiano, el londinense, el de Nueva York y
los europeos operaban a 300 mil
kilómetros por segundo, que es la velocidad de la información por los
cables submarinos.
De tal manera que
ya había una integración tecnológica muy importante; ahora lo que existe es un
aumento de la facilidad y una disminución en los costos, concluyó.
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