6:00 hrs. Diciembre 9 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-1187

 

 

PIES DE FOTO AL FINAL DEL BOLETÍN

DIVERSIDAD Y DIFERENCIAS CULTURALES, DIFICULTAN LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

 

·        Sergio Sarmiento Silva, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; dijo que también se deben tomar en cuenta las formas de ver el mundo

·        Es fundamental determinar hasta dónde los Estados y grupos políticos y de presión abren canales a la sociedad para garantizar sus derechos elementales

 

La diversidad, las diferencias culturales y las distintas formas de ver el universo, son las principales dificultades que se deben enfrentar en el ámbito mundial para defender los derechos humanos, advirtió el académico del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, Sergio Sarmiento Silva.

 

A ello, puntualizó, se suma el problema de determinar hasta dónde los Estados nacionales y los grupos políticos y de presión abren los canales efectivos a la sociedad civil, a fin de que se garantice la vigencia de sus más elementales derechos colectivos e individuales.

 

El investigador resaltó la necesidad de que los derechos humanos sean universales y se consideren todas las expresiones culturales. Hasta ahora, dijo, quienes en los pactos internacionales abogan por estos principios, abren canales para incorporar otras visiones culturales, es decir, el gran reto de este siglo será convivir en la diversidad.

 

Ningún país, explicó, es único y homogéneo; siempre hay diversidades culturales y regionales, además de que las migraciones de los últimos años hacen que cada Estado nación sea heterogéneo.

 

A principios de este siglo, subrayó, “los Estados nacionales están preocupados, porque los acuerdos internacionales tengan vigencia. Desconozco si eso se traduce en efectividad”.

 

Tampoco se trata, dijo, de juzgar a todos con la misma regla, porque “nos vamos a convertir en guardianes de las culturas” -uno de los problemas vigentes-. Indicó que ya existe un guardián mundial, que decide, castiga y determina la forma de hacerlo.

 

El especialista en derechos humanos destacó que en las últimas dos décadas el tema cobró gran vitalidad; se discute en foros nacionales e internacionales, y cada vez más los Estados nacionales son cautelosos en sus acciones, “debido a que tienen encima miradas que los vigilan sobre el respeto y la vigencia de estos derechos”.

 

En algunos Estados nacionales, comentó, se crearon ombudsman e instituciones encargadas de la observancia de los derechos humanos; en mayor o menor medida, son precavidos ante esta problemática.

 

En cuanto a los pactos internacionales, Sarmiento Silva señaló que, por lo menos en el discurso, tratan de convencer a la sociedad mundial de su preocupación por la defensa de los derechos humanos. “Que esto se traduzca en hechos reales, hay una gran diferencia”.

 

Por ejemplo, apuntó, en la cumbre contra la discriminación realizada hace unos meses en Sudáfrica, les resultó difícil elaborar una resolución de condena al racismo, por ser una práctica violatoria o atentatoria de los derechos humanos de algunos países donde existe este fenómeno en forma velada.

 

La misma situación se presenta con el derecho de las mujeres a la equidad. A pesar de que en la Conferencia de Beijin se apuntaba a ser efectiva esta declaración, todavía hay muchas resistencias de los Estados nacionales.


Las resistencias de los países, explicó, se originan por los grupos de poder y presión vinculados con la violación de los derechos humanos. Durante las dos décadas pasadas, en América Latina los militares eran relacionados con desapariciones forzosas y nuevas democracias

 

A esto se añaden los grupos de poder y los insertos en las burocracias, los cuales tampoco están dispuestos a abrir todos los espacios políticos para que la sociedad se desarrolle plenamente.

 

Sin embargo, recalcó, en términos generales los gobiernos aceptan convenios que los obligan a observar las condenas o las recomendaciones de organismos internacionales. Hoy es interesante que las cumplan, porque en el pasado no lo hacían por falta de obligatoriedad.

 

México y los países con dificultades económicas, acotó, se ven obligados a atender recomendaciones porque les interesa estar bien y no ser condenados por países poderosos. Así, pueden tener mejores relaciones con los centros financieros.

 

Al referirse al Medio Oriente, Sarmiento comentó que representan otra cultura. “Decir que no hay respeto o vigencia de los derechos humanos es valorarlos en términos de las costumbres de Occidente, lo que no es correcto”.

 

Incluso en México, argumentó, las culturas indígenas son diferentes a las del resto del país. Y ejemplificó: en unas zonas la mujer no necesariamente tiene la posibilidad de elegir a su pareja. Desde pequeña es entregada a alguien y a veces ni siquiera se conocen los novios.

 

 “Nosotros diríamos que el derecho más elemental es que ella elija, pero es nuestra concepción, cultura y posición. Para ellos es parte de su cultura”.

 

Por eso, es fundamental determinar la concepción y marco cultural desde el cual se evalúan los derechos humanos, de manera que las costumbres indígenas o del Medio Oriente no pueden ser criticables aunque estemos en desacuerdo. “Lo más que se puede hacer es sumarse a las voces de quienes, desde adentro de esa cultura, promueven nuevas formas o la vigencia de derechos humanos con perspectivas novedosas.

 

Al hablar del caso específico de México, el investigador del IIS planteó que la presencia de comisiones nacional y estatales de derechos humanos es un paso importante, aunque insuficiente.

 

Consideró fundamental la proliferación de organismos no gubernamentales de derechos humanos, porque hablan de un sector de la sociedad civil preocupada por la defensa y la vigencia de los derechos humanos.

 

Si no existieran los organismos de defensa de los derechos humanos de la sociedad civil, finalizó, muchas situaciones hubieran quedado oscuras y no resueltas. Hay mucho por avanzar, pero se dan pasos desde la sociedad civil”.

 

 

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PIE DE FOTO

 

Sergio Sarmiento Silva, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, dijo que la diversidad, las diferencias culturales y las distintas formas de ver el universo, dificultan la defensa de los derechos humanos.