Boletín UNAM-DGCS-1187
PIES DE FOTO AL FINAL DEL BOLETÍN
DIVERSIDAD Y DIFERENCIAS CULTURALES, DIFICULTAN LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS
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Sergio Sarmiento Silva, académico del Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM; dijo que también se deben tomar en cuenta las formas de
ver el mundo
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Es fundamental determinar hasta dónde los Estados y grupos políticos y
de presión abren canales a la sociedad para garantizar sus derechos elementales
La diversidad, las diferencias culturales y las
distintas formas de ver el universo, son las principales dificultades que se
deben enfrentar en el ámbito mundial para defender los derechos humanos,
advirtió el académico del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la
UNAM, Sergio Sarmiento Silva.
A ello, puntualizó, se suma el problema de
determinar hasta dónde los Estados nacionales y los grupos políticos y de
presión abren los canales efectivos a la sociedad civil, a fin de que se
garantice la vigencia de sus más elementales derechos colectivos e individuales.
El investigador resaltó la necesidad de que los
derechos humanos sean universales y se consideren todas las expresiones
culturales. Hasta ahora, dijo, quienes en los pactos internacionales abogan por
estos principios, abren canales para incorporar otras visiones culturales, es
decir, el gran reto de este siglo será convivir en la diversidad.
Ningún país, explicó, es único y homogéneo;
siempre hay diversidades culturales y regionales, además de que las migraciones
de los últimos años hacen que cada Estado nación sea heterogéneo.
A principios de este siglo, subrayó, “los
Estados nacionales están preocupados, porque los acuerdos internacionales
tengan vigencia. Desconozco si eso se traduce en efectividad”.
Tampoco se trata, dijo, de juzgar a todos con
la misma regla, porque “nos vamos a convertir en guardianes de las culturas”
-uno de los problemas vigentes-. Indicó que ya existe un guardián mundial, que
decide, castiga y determina la forma de hacerlo.
El especialista en derechos humanos destacó que
en las últimas dos décadas el tema cobró gran vitalidad; se discute en foros
nacionales e internacionales, y cada vez más los Estados nacionales son
cautelosos en sus acciones, “debido a que tienen encima miradas que los vigilan
sobre el respeto y la vigencia de estos derechos”.
En algunos Estados nacionales, comentó, se
crearon ombudsman e instituciones encargadas de la observancia de los derechos
humanos; en mayor o menor medida, son precavidos ante esta problemática.
En cuanto a los pactos internacionales,
Sarmiento Silva señaló que, por lo menos en el discurso, tratan de convencer a
la sociedad mundial de su preocupación por la defensa de los derechos humanos.
“Que esto se traduzca en hechos reales, hay una gran diferencia”.
Por ejemplo, apuntó, en la cumbre contra la
discriminación realizada hace unos meses en Sudáfrica, les resultó difícil
elaborar una resolución de condena al racismo, por ser una práctica violatoria
o atentatoria de los derechos humanos de algunos países donde existe este
fenómeno en forma velada.
La misma situación se presenta con el derecho
de las mujeres a la equidad. A pesar de que en la Conferencia de Beijin se
apuntaba a ser efectiva esta declaración, todavía hay muchas resistencias de
los Estados nacionales.
Las resistencias de los países, explicó, se
originan por los grupos de poder y presión vinculados con la violación de los
derechos humanos. Durante las dos décadas pasadas, en América Latina los
militares eran relacionados con desapariciones forzosas y nuevas democracias
A esto se añaden los grupos de poder y los
insertos en las burocracias, los cuales tampoco están dispuestos a abrir todos
los espacios políticos para que la sociedad se desarrolle plenamente.
Sin embargo, recalcó, en términos generales los
gobiernos aceptan convenios que los obligan a observar las condenas o las
recomendaciones de organismos internacionales. Hoy es interesante que las
cumplan, porque en el pasado no lo hacían por falta de obligatoriedad.
México y los países con dificultades
económicas, acotó, se ven obligados a atender recomendaciones porque les
interesa estar bien y no ser condenados por países poderosos. Así, pueden tener
mejores relaciones con los centros financieros.
Al referirse al Medio Oriente, Sarmiento
comentó que representan otra cultura. “Decir que no hay respeto o vigencia de
los derechos humanos es valorarlos en términos de las costumbres de Occidente,
lo que no es correcto”.
Incluso en México, argumentó, las culturas
indígenas son diferentes a las del resto del país. Y ejemplificó: en unas zonas
la mujer no necesariamente tiene la posibilidad de elegir a su pareja. Desde
pequeña es entregada a alguien y a veces ni siquiera se conocen los novios.
“Nosotros diríamos que el derecho más elemental es que ella elija,
pero es nuestra concepción, cultura y posición. Para ellos es parte de su
cultura”.
Por eso, es fundamental determinar la
concepción y marco cultural desde el cual se evalúan los derechos humanos, de
manera que las costumbres indígenas o del Medio Oriente no pueden ser
criticables aunque estemos en desacuerdo. “Lo más que se puede hacer es sumarse
a las voces de quienes, desde adentro de esa cultura, promueven nuevas formas o
la vigencia de derechos humanos con perspectivas novedosas.
Al hablar del caso específico de México, el
investigador del IIS planteó que la presencia de comisiones nacional y
estatales de derechos humanos es un paso importante, aunque insuficiente.
Consideró fundamental la proliferación de
organismos no gubernamentales de derechos humanos, porque hablan de un sector
de la sociedad civil preocupada por la defensa y la vigencia de los derechos
humanos.
Si no existieran los organismos de defensa de
los derechos humanos de la sociedad civil, finalizó, muchas situaciones
hubieran quedado oscuras y no resueltas. Hay mucho por avanzar, pero se dan
pasos desde la sociedad civil”.
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PIE DE FOTO
Sergio Sarmiento Silva, académico del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM, dijo que la diversidad, las diferencias
culturales y las distintas formas de ver el universo, dificultan la defensa de
los derechos humanos.