Boletin: UNAM-2000/596
Lugar: Ciudad Universitaria
Fecha: Lunes, 25 de Septiembre de 2000
NO ES VIRTUAL EL PROYECTO
EDUCATIVO Y CULTURAL DE LA UNAM, SUBRAYA EL RECTOR
La UNAM no es un instituto político
sino una institución académica que tiene sus reglas y valores; si éstos se
pierden o se trastocan, se acaba, advirtió el rector Juan Ramón de la Fuente,
durante la ceremonia de investidura de profesores e investigadores eméritos y
de reconocimiento a integrantes salientes de la Junta de Gobierno y del
Patronato Universitario.
De la Fuente dijo que los
valores académicos de la Universidad, junto con el derecho a autogobernarse y
administrar responsablemente sus recursos patrimoniales, conforman los
elementos esenciales de la autonomía universitaria.
Si se olvidan sus valores
académicos, aseveró, podrá surgir otra institución en su lugar; pero una
universidad dogmática, populista o partidista, en la que los fundamentos
académicos se subordinen a los intereses políticos, a las coyunturas económicas
o a las doctrinas en boga, carecerá de los principios fundamentales de la
libertad de cátedra y de investigación.
En la ceremonia, realizada en
el anfiteatro “Simón Bolívar” del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el rector
De la Fuente señaló que el desarrollo tecnológico, producto de la globalización
y la llamada revolución informativa, constituye un instrumento formidable para
transmitir conocimientos y permitir la comunicación instantánea entre las
comunidades académicas y la sociedad en general. Pero esta tecnología, precisó,
no es más que un complemento del proceso educativo.
Es un error, destacó,
considerar a la tecnología -que es atractiva para los mercados, pues reduce
costos- como un sustituto de la educación y pretender satisfacer las demandas
de enseñanza superior en los próximos años a través de una “universidad
virtual”.
Sin embargo, aseguró que el
proyecto educativo y cultural de la Universidad Nacional no es virtual.
“Seguiremos –dijo- haciendo uso de las tecnologías más avanzadas y
desarrollándolas para enriquecer la vida académica de nuestros alumnos y de
nuestros maestros; de nuestros investigadores, nuestros técnicos y nuestros
artistas, pero no renunciaremos a nuestros principios ni claudicaremos a
nuestras convicciones”.
Educar, sostuvo De la Fuente,
es mucho más que proporcionar información y transmitir contenidos
epistemológicos. “Es formar personalidades, propiciar el desarrollo de los
sujetos éticos que habrán de asimilar y digerir todo un orden cultural y moral
en el que los conocimientos adquiridos tengan pertinencia y sentido”, afirmó.
Educar, agregó, es forjar
seres humanos libres, sensibles, autónomos, críticos y creativos, aptos para el
ejercicio consciente de la democracia y para enriquecer la tradición cultural
en la que están inmersos.
Las tareas de ese componente
humano que son los verdaderos maestros de todos los tiempos en las
universidades y aquéllos que conforman el claustro de profesores eméritos de la
UNAM, no pueden ser asumidas por la tecnología, manifestó el rector.
Una visión simplista de este
fenómeno, añadió, puede llevar a cometer errores garrafales, “a desnaturalizar
la educación y confundirla con la eficacia de la tecnología didáctica, que si
bien en sí misma es positiva, es también insuficiente para una verdadera labor
educativa”.
Juan Ramón de la Fuente apuntó
ante los nuevos eméritos y los miembros salientes de la Junta de Gobierno y del
Patronato Universitario, que los retos de la Universidad Nacional en los
próximos años son enormes, pues por un lado debe mantenerse a la vanguardia de
la tecnología educativa y,al mismo tiempo, fortalecer y defender sus principios
filosóficos y los aspectos éticos que rigen su vida y definen su misión: la
búsqueda de la verdad, el respeto a la pluralidad y las formas rigurosas de
aproximarse al conocimiento.
Habrá de persuadir,
puntualizó, a la sociedad de su vigencia como modelo educativo, de su
pertinencia y su valor insustituible, no sólo para transmitir sino para generar
conocimientos, proteger y difundir nuestra cultura y preservar nuestra
identidad como nación.
La UNAM, concluyó, continuará
siendo una Universidad orgullosamente pública, legítimamente nacional e
irrevocablemente autónoma, porque con esas características seguirá
contribuyendo al desarrollo de México.
Al hablar a nombre de los 13
profesores e investigadores eméritos que recibieron la investidura, Juliana
González Valenzuela subrayó que la Universidad Nacional ha propiciado y
fomentado la investigación, docencia y difusión de todas sus tareas
sustantivas, en todas sus dependencias. Por razón de su función social,
resaltó, la máxima casa de estudios es “una inevitable caja de resonancia” de
la realidad social del país, que refleja los conflictos y los avatares de la
población.
La paradoja radica en que
siendo una institución tan fuerte, se vuelve vulnerable y físicamente
indefensa, resaltó la galardonada al referirse al oscuro paréntesis que se ha
vivido y que aún no acaba de cerrarse, en el que predominaron la intolerancia y
la sinrazón.
No obstante, afirmó, “nada
puede hacernos claudicar”, la única opción que tenemos los universitarios es
empeñarnos en la firme defensa de la UNAM mostrando su rostro más propio y
luminoso, aquél que expresa su verdadera identidad: la de la enseñanza, la de
investigación y la difusión.
González Valenzuela destacó
que más allá de las sombras, se impuso en el fondo el interés de continuar con
las actividades sustantivas, por lo que no existe ningún riesgo que provoque a
los universitarios a renunciar a ello. Dijo que se deben seguir haciendo
aportaciones con responsabilidad y mantener la lucha, la pluralidad y la no
violencia.
“Debemos empeñarnos en la
defensa de la Universidad Nacional más allá de las crisis y en el contexto del
papel que juega en la educación superior del país, tanto en materia científica
como tecnológica, cultural y social”, exhortó la profesora emérita.
En la ceremonia, De la Fuente
invistió como profesores eméritos a Federico Ibarra Groth, de la Escuela
Nacional de Música; Juan Benito Artigas Hernández y Horacio Durán Navarro, de la
Facultad de Arquitectura; Neftalí Rodríguez Cuevas, Estela Sánchez Quintanar y
Juliana González Valenzuela, de las facultades de Ingeniería, Química y
Filosofía y Letras, respectivamente.
Fueron investidos, además, los
investigadores Jaime Litvak King y Alfredo López Austin, del Instituto de
Investigaciones Antropológicas; Silvia Torres Castilleja, del Instituto de
Astronomía; Ignacio Alvarez Torres, del Centro de Ciencias Físicas, y Jorge
Alberto Manrique Castañeda, del Instituto de Investigaciones Estéticas.
En homenaje póstumo se
galardonó a Jacobo Gómez Lara y Virgilio Beltrán López, investigadores de los
institutos de Química y Ciencias Nucleares, respectivamente.
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