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Boletín UNAM-DGCS-541
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 15 de agosto de 2016


Manuel Peimbert

   

LAS ONDAS GRAVITACIONALES, FUNDAMENTALES PARA ENTENDER MEJOR LA EVOLUCIÓN ESTELAR

• También proporcionan información valiosa sobre los hoyos negros y los fenómenos más energéticos del Universo, afirmó Manuel Peimbert, del Instituto de Astronomía de la UNAM

Las ondas gravitacionales son deformaciones del espacio-tiempo que viajan a la velocidad de la luz, producidas por eventos astrofísicos violentos.

Por ejemplo, si dos estrellas de neutrones (objetos con la masa del Sol y del tamaño de la Ciudad de México) o un par de hoyos negros colisionan, incluso al darse una supernova (explosión estelar de gran magnitud), ocurre una perturbación de la gravedad y acontece dicho fenómeno.

Para ahondar en el tema, Manuel Peimbert Sierra, investigador emérito del Instituto de Astronomía de la UNAM, impartió la conferencia La detección de las ondas gravitaciones, en El Colegio Nacional, y señaló que estudiar este asunto resulta fundamental porque proporciona información de la evolución estelar, los agujeros negros y algunos de los procesos más energéticos en el Universo.

Por su parte, Miguel Alcubierre, director del Instituto de Ciencias Nucleares, ofreció la charla ¿Qué son las ondas gravitacionales?, y explicó que este fenómeno causó controversia, pues a principios del siglo XX los científicos no creían en su existencia, y no fue hasta la década de los 50 que se comprobó.

“Albert Einstein desarrolló una teoría de la gravedad donde proponía que ésta no sólo es una fuerza o acción a distancia, sino una especie de campo de energía. Es una manifestación de la curvatura del espacio y del tiempo”, refirió.

En su plática Púlsares binarios: evidencia indirecta de las ondas gravitacionales, Luis F. Rodríguez Jorge, investigador emérito del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica, recordó que en 1916 se predijo este fenómeno, en 1974 se descubrieron los pulsares binarios que lo generan y en 2015 fueron detectados.

Durante estos años se desarrolló la radioastronomía, que sirvió para estudiar las ondas de radio. En 1967, en Inglaterra, una joven llamada Jocelyn Bell, quien realizaba sus estudios sobre el Sol, descubrió que hay pulsos radares que viajan por el espacio, es decir, la energía no llega de manera continua, sino como impulsos separados más o menos por la misma distancia.

“Eso dio pie a una discusión sobre qué son estos objetos y qué pasa con ellos”, añadió Rodríguez Jorge.

En su oportunidad, Gabriela González, de la Universidad Estatal de Luisiana, expuso que el proyecto Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory (LIGO) —en el cual participa— midió las deformaciones en el espacio-tiempo cerca de la Tierra.

“Se logró a través de un láser que mide longitudes entre espejos y viaja en sistemas de vacío. Lo detectado fue una variación de esas distancias —como predecía Einstein— consistente con una onda gravitacional”, planteó la investigadora.

Esto se registró por primera vez y de manera directa el 14 de septiembre de 2015. Tuvo una duración de 0.2 segundos, concluyó González.

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Manuel Peimbert Sierra, investigador emérito del Instituto de Astronomía de la UNAM.