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Boletín UNAM-DGCS-505
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 30 de julio de 2016


Francisco Bautista

   

EN LA UNAM, PRIMER LABORATORIO SOBRE MAGNETISMO EDÁFICO EN EL PAÍS

• Ahí se elaboran diagnósticos de contaminación de suelos, polvos y plantas por metales pesados, señaló Francisco Bautista, responsable del Laboratorio Universitario de Geofísica Ambiental

Con tan solo un lustro de actividad, el Laboratorio Universitario de Geofísica Ambiental (LUGA) de la UNAM, en Morelia, Michoacán, es hoy un referente nacional e internacional en la elaboración de diagnósticos de contaminación de suelos, polvos y plantas por metales pesados en ambientes urbanos, periurbanos y rurales.

Se trata del primer laboratorio sobre magnetismo edáfico en el país, en el que se generan herramientas, técnicas, metodologías y enfoques confiables, rápidos y de bajo costo para la evaluación eficaz de problemas por contaminación.

Francisco Bautista, responsable del LUGA junto con Avto Gogichaishvili, encargado del Laboratorio Interinstitucional de Magnetismo Natural (LIMNA), indicó que en la actualidad incursionan en un nuevo campo de estudio en el país: el magnetismo edáfico, cuyo propósito es analizar suelos, polvos y plantas urbanos.

“Esto nos permite mejorar la clasificación de suelos, hacer estudios de erosión y manejo, por ejemplo. Pero donde centramos nuestros esfuerzos es en el análisis de las propiedades magnéticas de los suelos y su relación con la contaminación ambiental, tema preocupante en nuestro territorio, en particular en la Ciudad de México”, apuntó el especialista.

Con estos análisis se determina la contaminación del medio ambiente que no se ve, pero con la que tenemos contacto a diario. “En esta urbe se habla mucho del ozono y de la contaminación visible, pero no de los metales pesados que se encuentran a ras del suelo, en el polvo urbano y en las plantas, y que son los que afectan la salud de la población”, resaltó.

“La contaminación que se observa en la atmósfera cae al suelo con la lluvia o el viento; eso nos da la sensación de que el ambiente está limpio, pero no es así, pues los contaminantes van al suelo y de esa manera también estamos en contacto con las partículas por medio de la piel o corremos el riesgo de ingerirlas vía aparato respiratorio y digestivo”, alertó.

Al analizar los suelos de 11 metrópolis mexicanas y seis extranjeras, los universitarios estudiaron la contaminación histórica e identifican los lugares que a lo largo del tiempo han sido más alterados. Además, examinan los metales pesados que podrían originar cáncer en la población, por ejemplo, y a partir de esa información elaboran una serie de mapas que indican las zonas de mayor peligro y las tasas de mortalidad por enfermedades relacionadas.

Como parte de su labor, los integrantes del LUGA han estudiado tejido de pulmón de personas fallecidas en accidentes, y “hemos encontrado partículas de plomo, cromo, arsénico y mercurio, lo que nos indica que los contaminantes los tenemos en el cuerpo”, remarcó Bautista.

El 80 por ciento de la Ciudad de México está contaminada por plomo, y prácticamente más del 90 por ciento por vanadio; ambos metales son altamente tóxicos, indicó. Además, la zona norte es la más afectada de la capital.

En el LUGA también se estudian algunas plantas ornamentales con capacidad de atrapar metales pesados (polvos urbanos), en particular la Ficus benjamina, una especie que está por todas partes y tiene la particularidad de secretar una sustancia que le permite atraer ese polvo y acumularlo. “Nosotros analizamos el magnetismo en las hojas y los metales pesados”, apuntó el investigador.

Con los datos reunidos, en breve los expertos tendrán un portal donde la población podrá consultar mapas de la distribución de plomo y otros contaminantes y estar en posición de tomar sus decisiones.

Además, en colaboración con Teresa Ramírez, del Instituto de Geografía, realizan estudios de erosión e identificación de tsunamis antiguos mediante técnicas magnéticas, con resultados para la costa oeste de México.

Bautista informó que estas tareas iniciaron en Morelia, pero se les han sumado investigadores del país y del extranjero interesados en estos temas.

También colaboran la Universidad Autónoma de Baja California, campus Mexicali y Ensenada; la Universidad de Guadalajara, en sus sedes Valles y Guadalajara; la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; la Universidad del Valle de Morelia; el Instituto de Acámbaro y el Instituto Tecnológico de Ciudad Hidalgo.

Asimismo, el Cinvestav Mérida; el Colegio de Postgraduados campus Tabasco; la Universidad Quintana Roo, en Cozumel y Chetumal; y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Además, el Colegio de la Frontera Sur en Campeche y personal del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.

Y del exterior, las universidades de Murcia, España; de la República, en Montevideo, Uruguay; la de Burgos, España; y la Nacional de Colombia.

Mediante proyectos financiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, el LUGA ha logrado adquirir equipo básico para el análisis de las propiedades magnéticas y geoquímicas.

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Al analizar los suelos de 11 metrópolis mexicanas y seis extranjeras, los universitarios estudiaron la contaminación histórica e identifican los lugares que a lo largo del tiempo han sido más alterados.