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Boletín UNAM-DGCS-360
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 26 de mayo de 2016


Ana Rosa Moreno Sánchez

   

POR CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA PODRÍA AUMENTAR LA MORTALIDAD EN LA CIUDAD DE MÉXICO: ACADÉMICA DE LA UNAM

• Ana Rosa Moreno Sánchez, de la Facultad de Medicina, señaló que la mayoría de muertes ocurre en adultos mayores que ya tienen un padecimiento previo que se les complica
• Las poblaciones más vulnerables son niños, las personas de la tercera edad e individuos con enfermedades respiratorias crónicas, así como quienes trabajan en la calle y en la construcción

Cada 10 microgramos por metro cúbico de partículas respirables PM10 (de 10 micras) por encima de la norma establecida por la Organización Mundial de la Salud, que es de 20 microgramos por metro cúbico, aumentan cuatro por ciento la mortalidad general. En la Ciudad de México el promedio anual es de 50 y en los días de contingencia 60, es decir, tres veces más. Esta cifra podría afectar el número de fallecimientos en la megalópolis, explicó Ana Rosa Moreno Sánchez.

La académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM señaló que la mayor parte de estas muertes ocurre en adultos mayores que ya tienen un padecimiento previo que se les complica, como enfermedades pulmonares, cardiacas y, en menor proporción, cerebrovasculares.

Hay evidencia convincente de una asociación entre la contaminación del aire y la isquemia cardiaca e infarto, arritmia ventricular, exacerbación de insuficiencia cardiaca y ataque fulminante, así como con daño significativo a las pequeñas vías respiratorias de los pulmones; incluso, se ha asociado a epilepsia, abundó la experta.

Asimismo, se cree que la exposición a la contaminación ambiental (partículas PM2.5 y PM10, y dióxido de nitrógeno) aumenta significativamente el parto prematuro, bajo peso al nacer, mortalidad infantil, síndrome de muerte temprana y efectos en la salud de grupos vulnerables, como asmáticos.

Riesgo de cáncer

En octubre de 2013 la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer de la OMS clasificó a la contaminación atmosférica como carcinógeno humano, pues existe suficiente evidencia científica de que la exposición puede causar cáncer de pulmón. “Ya no hay duda: las personas que vivimos en zonas contaminadas tenemos más riesgo de padecer esa enfermedad a largo plazo”, dijo.

Según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública para dos contaminantes criterio (PM10 y ozono), las reducciones de sus niveles impediría cientos de muertes y hospitalizaciones.

Además, a la exposición crónica de contaminantes hay que sumar la aguda, es decir, la que se registra en los días de contingencia, que puede causar tos, dolor de pecho, irritación de garganta y ojos, dolor de cabeza, mareo, náuseas y cansancio.

En ambos casos las poblaciones más vulnerables son los niños, las personas de la tercera edad e individuos con enfermedades respiratorias crónicas como enfisema o asma, junto con quienes trabajan en la calle –policías, comerciantes y taxistas, entre otros– y en la construcción, porque todo el día respiran el aire contaminado, están expuestos al calor y a una mala alimentación; aunque la población en general también se puede ver afectada, aclaró.

En el caso de los ancianos hay que sumar otro riesgo importante: el golpe de calor. La deshidratación en ellos es muy rápida y puede tener consecuencias fatales, resaltó Ana Rosa Moreno.

La especialista, quien formó parte del equipo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, señaló la importancia de reconocer la existencia del problema. “Cuando nacemos, crecemos y tenemos años viviendo en un lugar, no sentimos los riesgos ni les damos importancia. No nos damos cuenta de cómo los cambios ambientales pueden afectar nuestra salud”.

A últimas fechas, la población de la zona metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) ha puesto atención en el tema, pero porque los autos dejan de circular. Se olvida que, por ejemplo, el material particulado menor a 10 micras se queda en las vías respiratoria superiores; que el menor a 2.5 micras tiene pase directo hasta los alvéolos y que las partículas de menos de una micra llegan con facilidad hasta la sangre y viajan a diferentes órganos, como el cerebro y el hígado, explicó.

Moreno Sánchez destacó que normalmente respiramos 150 mililitros de aire; con ejercicio normal se duplica esa cantidad; en bicicleta se cuadruplica, y con ejercicio aeróbico, el aumento en la respiración puede ser hasta de 20 veces. Por ello, los deportistas (que se consideran “vacunados” a los daños porque en general son personas saludables) deben estar conscientes de los daños que provoca la contaminación y no exponerse, sobre todo si tienen más de 60 años o padecen alguna enfermedad crónica.

La académica destacó que la preocupación constante por la contaminación del aire en la ZMCM debe extenderse a otras urbes del país. Mexicali se considera la más contaminada de México, seguida de Ciudad Juárez, pero también lo son Monterrey, Silao y Guadalajara, que si bien cuentan con buenos sistemas de monitoreo de la calidad del aire, hay pocos estudios que analicen los efectos en la salud humana.

Para hacer frente a esta situación, la experta recomendó comprobar alertas de contaminación local en medios de comunicación, con ayuda de aplicaciones como AIRE, del gobierno capitalino, y prescindir de la actividad física al aire libre o reducir su intensidad.

También, hacer ejercicio temprano en la mañana, lo más lejos posible del tránsito, y evitarlo al aire libre al final de la tarde, cuando los niveles de ozono son a menudo más altos debido a las condiciones sin viento. Es recomendable realizarlo en interiores, por ejemplo, en un gimnasio o pistas cubiertas.

Además, evitar zonas de fumadores, al igual que la combinación de calor, humedad y contaminación.

La sociedad debe ser partícipe de estas medidas. En la medida que se haga consciente del problema y contribuya, es como se tendrá éxito a largo plazo. Todos los sectores deben asumir responsabilidad: las autoridades de medio ambiente, la industria, los comerciantes y los ciudadanos.

Un ejemplo claro es la verificación vehicular, que no sólo mejora la calidad del aire de la ciudad, sino del que se respira dentro del auto, finalizó Moreno Sánchez.

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Ana Rosa Moreno Sánchez, académica de la Facultad de Medicina.
En la Ciudad de México, el promedio anual de partículas respirables es de 50 microgramos por metro cúbico y en los días de contingencia 60, o sea, tres veces por encima de la norma establecida por la Organización Mundial de la Salud.